Capítulo cuarenta y ocho: Un nuevo comienzo

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Angie

Me desperté por culpa de los ruidos de afuera, parecían ser gritos de la gente en la calle. Me froté suavemente los ojos y casi me arranco la cabeza por el fuerte dolor de la resaca.

«¡TOKIO HOTEL!»

«¡LOS AMAMOS!»

«¡POR FAVOR, SALGAN, LOS QUEREMOS VER!»

Oh, parecen que los chicos tienen visita. Pensé mientras soltaba una pequeña risa.

Solté un ligero bostezo y a mi costado encontré un poco de ropa, que seguramente era de Tom. Volví a sonreír y agarré esta para luego comenzar a caminar hasta el baño.

Me quité la chaqueta de tom desnudandome por completo, abrí el grifo y me metí a la ducha al mismo tiempo que me posicionaba debajo de la regadera.

Me lavé el cabello con un poco de shampoo que había, y cuando terminé, me comencé a pasar el jabón por todo el cuerpo.

Finalmente terminé de bañarme luego de unos minutos y cerré el grifo. Me envolví con una toalla y comencé a secarme el cuerpo para después comenzar a secarme el cabello.

Me coloqué los pantalones mezclilla que me había prestado tom, y me quedaban un poco grande pero no tanto. Luego me coloqué el sostén y la camisa ancha de tom por encima, la camisa era negra y tenía un diseño en rojo, algo parecido a un dragón.

Al final sólo me retoqué un poco mi cabello todavía mojado y salí del baño, agarré mi pequeña cartera y salí de la habitación.

Comencé a caminar hasta la cocina y me encontré a tom ayudando a bill a cocinar. Ambos estaban de espaldas hacia mí y no se percataron de mi presencia, me fijé en la hora y me di cuenta que eran las dos de la tarde.

—Buenas tardes. —Hablé despues de hacer sonar la garganta.

Tom fue el primero en voltearse hacia mi y de inmediato me dedicó una de sus sonrisas ladinas, entonces mi mente comenzó a reproducir todos los momentos que pasé a su lado en la madrugada, y no me arrepiento de nada.

Bill se volteó a verme unos segundos después de Tom, se acercó a mi con un huevo en la mano y me dio un pequeño abrazo.

—Buenas tardes cuñada. —Susurró dulcemente, y cuando se separó me guiñó el ojo con una sonrisa divertida en los labios para después seguir con su trabajo.

Tom se terminó de lavar las manos, se las secó con un trapo y se acercó a mi a la misma vez que escondía sus manos en los bolsillos.

—Te queda bien mi ropa, eh. —Dice en un tono bajo, con una de sus sonrisas ladinas en el rostro.

—Todo me queda bien, kaulitz. —Hablo en un tono arrogante sólo para molestarlo, al mismo tiempo que levanto un hombro con coquetería.

El me dedicó una sonrisa, se lamio él labio inferior y su lengua rozó el piercing casi moviendolo de su lugar. Después de unos segundos se inclinó hasta mí, y su cálido aliento golpeó mi cuello.

—¿Recuerdas lo que pasó ayer? —Susurró, y un espasmo de escalofríos recorrió todo mi cuerpo.

—Más de lo que debería. —Respondí juguetona.

Se separó y nos dedicamos unas risas divertidas.

Bill nos echó una mirada con los ojos entre cerrados.

—¿Específicamente que pasó ayer? —Preguntó Bill, en un tono burlón.

Oh, nos escuchó.

—Nada, vieja chismosa. —Respondió Tom después de guiñarme el ojo.

𝘼 𝙩𝙧𝙖𝙫𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙢𝙪𝙨𝙞𝙘𝙖 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora