11. RAÚL

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La entrevista salió un par de dias más tarde en una de las revistas de cotilleos más famosas. Y todo el mundo empezó a hablar de ello.

- ¿Has visto a tu ex? - le preguntó Juan, su compañero, lanzándole una revista encima de la mesa, justo delante de él.

Raúl la cogió sosteniéndola en sus manos y leyó la portada, en la que había una foto de Irene con el famoso modisto, Lorenzo Blasco y sobre esta el titular: "Lorenzo Blasco se casa"

Raúl abrió la revista buscando el articulo y cuando lo encontró empezó a leerlo.

- ¿Qué dice? -le preguntó su compañero.

Raúl no le respondió, ya que estaba absorto leyendo todo lo que decía el artículo. Cuando terminó dijo:

- Mentiras, todo son mentiras.

- A ver - dijo Juan cogiendo la revista.

Raúl trató de sumergirse en su trabajo. Abrió el programa de contabilidad y empezó a pasar facturas. A pesar de eso, no pudo quitarse a Irene de la cabeza, iba a casarse con otro.

¿Por qué le importaba eso? se preguntó, precisamente había sido él quien la había dejado, unos seis meses atrás. Ese era el tiempo que decía en la entrevista que se conocían ella y Lorenzo Blasco. La había dejado porque se aburria, porque con ella no había emoción alguna. Bueno, quizás es que ya no la quería como al principio, pensó, o que no se había enamorado de ella. Pero ahora... saber que ella se iba a casar con otro...le molestaba.

Tenía que verla, hablar con ella. Cogió el telefono y marcó su munero, espero pero Irene no cogió la llamada.


* * *

Irene vió el nombre de su ex sobre la pantalla del móvil, pero no contestó ¿por qué le llamaba ahora? Seguro que había visto la entrevista y quería verla, quizás volver.

- ¿No vas a contestar? - le preguntó Lorenzo, al ver que no lo cogía.

- No. Es mi ex, no quiero hablar con él.

- Vaya, ¿y eso? - preguntó Lorenzo curioso.

- Pues por que es un imbécil - dijo secamente.

Llevaban tres días hablándose lo justo, ya que Irene se había enfadado con él. Después de la entrevista Lorenzo habló con ella, le dijo que aquello que había pasado entre ellos aquella noche no podía volver a pasar. Ella no entendió por que, sabía que se atraían el uno al otro, y el sexo era maravilloso ¿que tenía de malo aquello? Él no le supo dar ninguna razón. Hasta que ella le preguntó de que tenía miedo y él no fue capaz de responderle. Desde ese momento y hasta que no fuera capaz de admitir que sentía algo por ella y que eso era lo que le daba miedo, Irene se juró que no volvería a hablarle. Sólo para lo imprescindible, como predirle agua o cosas así. Y contestando a su pregunta, ya le había dicho más cosas de las que tenía ganas de decirle.

Lorenzo se levantó de la mesa, pues ya había terminado de desayunar.

- ¿Vienes al taller? - le preguntó amablemente.

- No - respondió ella seca.

Desde el día de la entrevista no había vuelto al taller, no tenía ganas de compartir su día con Lorenzo. El primer día le pidió a Sergio que le trajera el diseño del vestido de novia, que había dejado allí en una carpeta, y evidentemente, Sergio lo hizo; ahora dedicaba las mañanas a diseñar el vestido. Lo malo era que cuando tuviera que empezar a coserlo quizás tendría que ir al taller, o eso, o buscar una alternativa. Pero ya lo pensaría cuando llegara el momento.

Lorenzo se despidió y salió del ático. Le dolia que ella hubiera adoptado aquella actitud con él y que estuviera enfadada, pero ¿que podía hacer? Mantenerla lo más lejos posible de él era lo mejor que se le había ocurrido para no caer en la tentación, para no enamorarse de ella, aunque en los últimos días había descubierto que enfadada estaba preciosa.

MAMA POR SORPRESADonde viven las historias. Descúbrelo ahora