Le había costado tomar aquella decisión, y más en aquel momento, pero cuando vió la cara de deseo de Irene algo hizo click en su interior y lo despertó, cogió sus cosas y salió de aquel salón alejándose de ella y del amor, por que eso era lo que le pasaba, que no quería enamorarse de ella y cada vez el sentimiento era más fuerte. Pero había sufrido mucho por culpa del amor y no quería volver a sufrir otra vez. Se había jurado a si mismo que no se enamoraría otra vez. Se metió en la ducha y encendió el agua fria, helada, metiéndose debajo.
Irene en su habitación aún estaba contrariada, sorprendida ¿qué le pasaba a aquel hombre? ¿por qué la ponía a mil y en cero coma, la dejaba con las ganas? Sentía como si todo su cuerpo ardiera de deseo. Pensó en tomarse una ducha fria, pero no le apetecía demasiado, ya que no le gustaba el frio, de hecho lo odiaba. Miró el reloj que tenía sobre la mesita de noche, eran más de las diez y entonces cayó en la cuenta de que no habían cenado y se moría de hambre.
Se quitó el vestido, se puso el camisón y una bata y salió de la habitación hacía la cocina. Oyó ruido de agua cayendo en la habitación de Lorenzo, sin duda, se estaba dando una ducha fria. Ya en la cocina abrió la nevera y buscó. Sacó un para de huevos, una sartén y se hizo una tortilla. Luego se sentó en la barra y empezó a comer, cuando terminó dejó el plato en la fregadera y volvió a su habitación, se metió en la cama y dejó que Morfeo la acunará en sus brazos.
Cuando se levantó por la mañana si que pensó que ducharse era la mejor idea. Se duchó con toda la calma del mundo, se vitió y salió. De nuevo, tenia hambre, desde que estaba embarazada precisamente, algo que había notado era que tenía hambre con bastante más frecuencia que antes.
Entro en la cocina, donde Lorenzo estaba sentado en la barra desayunando. Este la saludó:
— Buenos días.
Irene no le respondió, nada más verlo no pudo evitar recordar lo sucedido la noche anterior y la ira se apoderá de ella. ¿De verdad aquel insensible era el padre de su hijo? Lorenzo no dijo nada.
Irene buscó en los armarios, sacó el pan de molde, puso un par de rebanadas en la tostadora y luego cogió una taza y se puso café de la cafetera que probablemente había hecho él.
— ¿Saliste a comer algo, anoche? — le preguntó señalando la sartén que había en la fregadera.
— ¡Uhm, uhm! — respondió ella a modo de afirmación, parecía decidida a no dirigirle la palabra.
Lorenzo pensó en preguntarle si estaba enfadada pero enseguida se arrepintió y decidió no hacerlo. Puesto que ya había acabado de desayunar, dejó su plato y su vaso en la fregadera, para que Olga, su asistenta, lo limpiara cuando llegara.
— Bueno, me voy al taller — le avisó.
— ¿Puedo ir contigo? — le preguntó ella — Es que aquí me aburro y quizás allí pueda ayudarte.
— Está bien — aceptó él.
Así que cuando ella terminó de desayunar, ambos marcharon hacía el taller. Durante el trayecto tampoco hablaron mucho, pues a pesar de que él comentó algunas cosas, ella parecía seguir con su actitud distante y de enfado.
* * *Cuando llegaron al taller aún no había llegado nadie. Lorenzo tenía un par de trabajadores que le ayudaban: Elena y Martín, que se encargaban de coer los diseños de Lorenzo. Aunque la primera vez que Irene estuvo allí, ellos no estaban ya que era sábado.
- Buenos días - saludó Elena cuando llegó.
- Buenos días - le contestaron tanto Irene como Lorenzo.
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MAMA POR SORPRESA
RomancePara solventar sus problemas económicos, Irene recurre a la donación de óvulos, pero en la clínica donde le realizan la extracción de óvulos se equivocan y le hacen una inseminación a causa de la cual se queda embarazada, el padre, Lorenzo, un famos...