4.LA NOTICIA

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Irene subió hacia su habitación. Estaba buscando su pijama en la maleta que había llevado a la casa, cuando llamaron a la puerta.

- Soy yo - dijo Lorenzo desde fuera.

- Pasa.

Lorenzo entró cerrando la puerta tras de sí. Por un segundo sintió que su corazón latía con fuerza. Estar a solas con aquella mujer en su habitación le causaba un estado de nervios como nunca antes le había causado ninguna mujer.

- Lo siento - le dijo Lorenzo - pero yo no suelo comportarme así, aunque mi hermano sabe como sacarme de quicio.

- No pasa nada. Oye, he estado pensando - le dijo Irene, mientras se metía en el baño para ponerse el pijama - que tengo que decírselo a mis padres. He ido retrasándolo tanto como he podido, pero tienen que saberlo.

- Sí, claro y tendrían que conocerme, supongo.

Se sentó en uno de los dos pequeños sillones que había junto al gran ventanal de la habitación.

- Sí, eso es - afirmó ella.

- ¿Qué tal si vamos mañana?

Irene salió del baño con el pijama ya puesto. Lorenzo la miró de arriba a abajo, sintiendo como su sexo palpitaba de deseo.

A Irene no le pasó desapercibida, la forma en que él la miraba.

- ¿Me has oído? - le preguntó ella.

- ¡Eh, sí, sí!, mañana está bien - respondió él por fin, levantándose del sillón y dirigiéndose a la puerta.

- ¿Ya te vas? - le preguntó Irene.

Él se giró hacia ella y le respondió nervioso:

- Sí, supongo que querrás dormir.

No quería que ella se diera cuenta del efecto que le causaba, y sobre todo del deseo que estaba sintiendo hacia ella.

- Sí, claro - afirmó ella acercándose a él, le dio un beso en la mejilla y al separarse le dijo:

- Buenas noches.

Lorenzo no podía más, sentía que su cuerpo ardía de deseo. Azorado le respondió:

- Buenas noches.

Y salió de la habitación entrando en la suya.


* * *

Lorenzo cerró la puerta de su habitación con la llave, no quería que nadie le viera en aquel momento, quería estar solo, necesitaba estar solo. Se desnudó y cuando se quitó el slip sintió que su sexo salía disparado de su interior. Se había excitado al ver a Irene con aquel pijama que le marcaba las curvas tan perfectamente. Era un pijama de raso color rojo, de tirantes, no era nada del otro mundo, pero a ella le quedaba tan arrebatadoramente sexy.

Entró en el baño y se metió en la ducha, dándole al grifo de agua fría. Quería quitarse el calentón, pero...

Cerró los ojos, trató de pensar en otra cosa, pero no pudo. Encendió el grifo de agua caliente y apagó la fría. Dejó que el agua le mojara por completo. Después deslizó sus manos hasta su entrepierna y empezó a acariciarse suavemente, mientras se imaginaba a Irene desnuda acercándose a él y tocando con suavidad su miembro altivo y duro. Se acarició los huevos, luego el sexo de arriba a abajo, dándose placer, sin dejar de imaginar y desear a aquella mujer que dormía en la habitación de al lado. Se imaginó a sí mismo entrando en la habitación, viéndola a ella dormida sobre la cama. Él se acercaba a ella suavemente, se montaba sobre ella y la besaba con suavidad. Ella parecía despertar entonces, lo rodeaba primero con sus brazos y después con sus piernas, y pegándose a él, le susurraba al oído:

MAMA POR SORPRESADonde viven las historias. Descúbrelo ahora