9: Desahuciados

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El aeropuerto estaba lleno de personas con tantas incógnitas y reclamos como ellos, una sala entera llena de desesperación, y sin embargo, las autoridades responsables se mantenían en silencio y con desinterés. Jungkook era un manojo de nervios que preguntaba cada 3 segundos si ya podían irse, pero Jimin seguia adelante, moviéndose entre las personas. Jimin no podía empezar a medir lo incorrecto, poco profesional e inhumano que era eso, todo lo que sentía se canalizaba era una furia casi irracional.

Apenas llegar al escritorio de la primera secretaria que vio, se lanzó a él.
—¿Donde está Kim Namjoon? —Casi tuvo que gritar para hablar sobre el bullicio

—Y-yo no lo sé —Respondió la mujer rebuscando entre la cantidad de papeles en su escritorio, sudando y estresada por el cúmulo de personas desesperadas preguntado cosas que no tenía mínima idea de como responder.

—¿Como no va a saber? ¡Ustedes tienen que saberlo! Es su obligación ¿Dónde está? —Insistió Jimin dejando de medir el volumen de sus palabras.

—¡Hacemos lo mejor que podemos!

—¡No están haciendo lo suficiente! —Vociferó Jimin tirando sus manos por el escritorio y lanzando todo lo había encima al suelo furiosamente. No podía creer que fuesen tan cínicos para decir eso cuando solo estaban ahí, parados, viéndolos sufrir y ya—¡No están haciendo absolutamente nada!

—Señor, llamaremos a seguridad si no se calma —Apareció otro empleado por detrás, con la expresión limpia, como si nada grave pasase. Jimin jadeo incrédulo.

—¿Como pretende que me calme? ¡Mi vida estaba en ese avión! ¡Necesito saber donde esta ahora!

Reclamó nuevamente, sintiendo la vena de su cuello abultarse, estaba listo para escupirle su inconformidad a ese inútil empleado pero sintió los tirones en su camisa tirando de él a un lado, estaba apunto de empujar a ese desgraciado pero apenas mirar de reojo notó que era Jungkook.

—Jimin, ya, vamos a casa, por favor, él no está aquí —Pidió Jungkook entre hipidos y lágrimas.

La rabia ardiente dentro de Jimin se apagó instantáneamente, como si le fuese tirado un balde de agua. Era abrumador, era tan abrumador. Entendió lo mucho que los estaba sobrepasando la situación, donde quizá no tendrían respuestas en ese momento. Asintió con desgana y se dejó arrastrar por Jungkook a la salida.

—Todos los presentes deben retirarse y dejar de obstruir el pasó a los nuevos abordantes. Cuando los sobrevivientes sean trasladados, serán notificados.

Si no había de otra...

[...]

Exactamente cinco eternos días pasaron antes de la notificación de que los sobrevivientes volvían a Corea.

Jungkook se escabulló entre todas las personas, incluso dejando a Jimin atrás. Moviéndose hasta estar lo más cerca posible a la zona de llegada. Quería estar en frente, no quería tener que esperar más tiempo. Esa última semana había sido como atravesar una tormenta infinita. No esperaba seguir viviendo en esa zozobra. El tenía tanta fé en que el rostro de su hyung cruzaría esa puerta, que sonreiría con sus hermosos hoyuelos y le diría "Llegué a casa como me lo pediste, bebé" .

Contuvo su respiración cada segundo, invirtió cada uno de esos segundos en oraciones, rezaba mientras la primera persona llegó y no era él, sintió tanta envidia de aquella familia que abrió sus brazos para recibir a ese hombre con tanta suerte.

Y así fue con la segunda, con la tercera, con la octava, con la décima, con la vigésima, con la vigésima cuarta... esperó y esperó pero nadie más cruzó esa puerta.

La persona que esperaba no llegó, las esperanzas que tenía se degradaron en una fea mancha negra. Su respiración cambió gradualmente, ¿Porque parecía que su mundo se estaba rompiendo en pedazos diminutos? Cada pedazo caía en sus pies ¿era la tierra o sus piernas las que temblaban?

Buscó con sus ojos heridos a Jimin, para que le diga de nuevo que eso no estaba pasando, que era otra mentira más, que había alguien esperándolo cuando volviese a casa esa noche. Pero cuando volteó Jimin ya se encontraba sentado en un rincón con el rostro escondido entre sus rodillas, su cuerpo luciendo diminuto mientras temblaba con los espasmos del llanto. Tenía la bandera blanca alzada.

Jungkook corrió hasta él y se arrodillo entre sus piernas.
—Jimin... él no se puede ir sin nosotros ¿Verdad? —Lloró Jungkook, intentando quitar las pequeñas manos de Jimin de su rostro, sin resultado.

—Ya se fue, Jungkook, ya se fue sin nosotros —Apenas pudo decir el rubio, llorando fuertemente en sus manos.

—¡No! ¡El dijo que vendría! ¡¿Porqué no está aquí?! Seguro se retraso, hyung, mi hyung ¿donde estás? —Balbuceo el menor golpeando con impotencia el piso del aeropuerto donde lo había visto por última vez, una y otra vez con sus puños cerrados hasta que sus nudillos finalmente se abrían por la fuerza.

—Cariño, basta, hyung no va a volver —Sollozo Jimin apretando al menor entre sus brazos y soportando sus forcejeos con tal de que dejase de lastimarse. Jungkook negó y negó...

—Yo lo quiero aquí, conmigo, con nosotros —Gimoteó, rindiendose de luchar en los brazos de Jimin. —El no puede...

Ambos solo dejando salir una parte de su alma en lágrimas, con el puñal clavado en medio del pecho, la falta de oxígeno regular y el naciente daño irreparable que solo se haría más grande. ¿Porqué no podían ser parte de las familias que lloraban de alegría porque su amado si volvió a casa? ¿Porqué tenían que ser del montón que lloraba en el suelo porque no había nadie a quien llevar a casa? Pero antes que todo ¿Porque tuvieron que dejar que Namjoon se fuera tan lejos?

(In)Completo [namminkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora