Capítulo 5

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Durante los siguientes días de su llegada a palacio, Jimin tuvo que acostumbrarse a la presencia de la familia real pululando a su alrededor. Todos eran cordiales con él, se aseguraban de que estuviera cómodo e incluso podía decirse que empezaba a llevarse bien con alguno de ellos, especialmente con el príncipe Yoongi.

Tuvo que morderse el labio para evitar la sonrisa boba que quería escapársele al pensar en él. El príncipe siempre estaba pendiente de él y sus necesidades, asegurándose todo el tiempo de que no le faltara de nada y que sus aposentos fueran de su agrado. De ser otra persona, seguramente Jimin lo habría encontrado agobiante, pero resultaba difícil molestarse con el príncipe cuando le sonreía de esa manera, esa que mostraba sus encías rosaditas y le provocaba querer apretujarle las mejillas.

En serio, Jimin empezaba a sospechar que si el reino aún no estaba en guerra con Fèng-Guojia era solo gracias a esa sonrisa. Él definitivamente se rendiría y haría cualquier cosa con tal de que el príncipe le sonriera así una vez más.

Y allá vamos de nuevo...

Se golpeó las mejillas para centrarse y alejar esos pensamientos. Por muy especial que le hiciera sentir el príncipe con sus atenciones, no debía olvidar que estaba tratando con alguien de la realeza a quien, muy probablemente, ni siquiera le gustaban los hombres. Y aunque lo hiciera, dudaba mucho que quisiera tener cualquier tipo de aventura con alguien tan... corriente como él. Y eso sin mencionar el escándalo que provocaría si alguien se enterara.

Aunque en la península no condenaban la homosexualidad de la misma forma que lo hacían en Sigriff, tampoco la aceptaban del todo. Debido a la maldición de la familia real de Tora no Kuni, que forzaba a los varones a ser capaces de concebir y les exigía parir a la siguiente generación, que un hombre se sometiera voluntariamente a otro era visto como algo humillante e indigno. La mayoría de la gente lo asociaba a una especie de pérdida de masculinidad, como si estuviera tomando el rol de una mujer, y eso, obviamente, incomodaba a muchos. Cómo de malas fueran las consecuencias, dependía del estatus de la familia o de la reputación que trataran de proteger.

A nadie le importaba si, por ejemplo, el hijo de la frutera se revolcaba con el mozo que cuidaba de los establos; como mucho recibiría algunas burlas al respecto, pero sería muy raro que enfrentara algo peor que una paliza. Pero si el hijo menor de una familia noble hiciera lo mismo... bueno, eso era mucho más escandaloso, y no hay nada mejor para la gente que regodearse de los errores o miserias de los demás.

Las familias ricas o nobles valoraban mucho su reputación, quizá tato como sus riquezas, y a los plebeyos les consolaba recordar que esa misma gente que los despreciaba y humillaba constantemente también eran humanos y no se escapaban de la desgracia ni con todo su oro a cuestas. Si así era para los nobles, no quería imaginarse el desastre que sería para un miembro de la familia real.

En caso de gustarle los hombres, el príncipe Yoongi no tendría muchas opciones. No lo veía poniendo su reputación —y el de sus hermanas, de paso— en peligro por un polvo rápido. Con un suspiro ensimismado, Jimin se dijo que a él no le importaría echarle una mano con eso, ya que se le daba bien guardar secretos.

...no de nuevo.

Volvió a golpearse, reprendiéndose a él y a sus hormonas por andar revolucionadas. Decidió aprovechar que tenía acceso a los jardines para pasear y así distraerse y dejar de pensar en el innombrable. Era eso o volver a ser un adolescente calenturiento. No, gracias.

Jimin tenía que ser sincero y admitir que se había enamorado de los jardines del palacio, sobre todo de los jardines del pabellón principal; las flores, árboles y arbustos estaban colocados de manera experta y minuciosa para crear una composición agradable y serena a la vista, donde los tonos azules abundaban y también convivían con colores más vivaces que salpicaban el jardín y lo llenaban de carisma. Y a juzgar por el zumbido alegre que provenía de las plantas, estaban muy bien cuidadas.

Retribución » YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora