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Caminaron de la mano por la estación con una sonrisa pintada en el rostro, se sentían libres después de tanto tiempo. La sensación de control había vuelto al cuerpo de Wooyoung, el calor en su pecho había regresado luego de pasar unos cuantos días de calidad junto a San tras estar mejor. Las ojeras se habían reducido, quedando solo una pequeña sombra que podía pasar desapercibida. El menor depositó un pequeño beso en la mejilla de Choi antes de verse interrumpidos por el alegre saludo de Yunho, a quien no veían hacía más de una semana cuando su tortura por dejarlo comenzó. Habían decidido ir a buscarlos ya que sentían la falta de sus amigos, con los cuales acostumbraban a pasar gran parte de su tiempo.

— Todavía están vivos. —expresó con gracia el de pelo celeste, feliz de reencontrarse con los menores.

— ¿Dónde han estado? —indagó curiosamente Mingi, que se encontraba junto al más alto.

— Miren bien. —habló el pelinegro esta vez sin perder la sonrisa, mientras que tomaba la cintura de su novio para acercarlo aún más.

Sus dos amigos los observaron con detenimiento durante unos largos segundos donde intentaban analizar cada detalle y buscar algo diferente en ellos, hasta que finalmente Yunho abrió la boca y elevó las cejas en señal de sorpresa.

— ¿Están limpios? —preguntó, aunque sonó más como una afirmación en medio de su asombro— ¿La pasaron muy mal? —volvió a hablar antes de permitirles responder.

Wooyoung soltó una risita ahogada y con una sonrisa de lado fue su turno de hablar. — Definitivamente. —dijo, recordando aquellos momentos donde prefería en verdad estar muerto antes que seguir soportando eso.

— Realmente están limpios. —expuso el pelirrojo hacia el más alto, procesando de a poco la idea de que aquel dúo que veía destruirse lentamente había podido dejarlo.

— Lo consiguieron. —asintió con sus comisuras elevadas el otro, feliz por el logro de la pareja.

— Sí, y no fue tan difícil. —enunció San, llevando su mirada hacia el menor, muy seguro de que si lo soportó había sido en gran parte por él.

— Lo primero que necesitan es mucha Metadona y Rivo. —mencionó Jung, observando de forma cómplice los ojos del contrario.

— Increíble. —manifestaron al mismo tiempo los otros dos chicos, impactados y movilizados.

— Yo también puedo lograrlo. —Mingi aseguró en dirección a Yunho, luego de un breve silencio.

— Estoy seguro que puedes. —expresó el de pelo celeste con entusiasmo— ¿Intentarías dejarlo conmigo? Seríamos como un equipo.

— ¿De verdad? —irrumpió el menor con voz cargada de asombro, pero con un sentimiento de felicidad creciente en su pecho, a la vez que una sonrisa radiante se dibujaba en el rostro de San, iluminando al resto.

— Lo próximo que gane será para comprar Metadona. —habló el más alto, con la mirada perdida en un horizonte desconocido y sus comisuras tirantes hacia arriba.

— Podemos empezar la semana que viene. —planteó la posibilidad el pelirrojo, esperanzado.

Animado, Wooyoung sugirió la idea de involucrar a Yeosang y Jongho, con la expectativa de que también se unan a esa búsqueda de cambio que parecía inundar al grupo de amigos. San asintió de forma optimista, y bromeó con que hasta podrían llegar a ser una pandilla limpia, comprometidos con la sobriedad, tal vez limitándose a fumar hierba. Las risas llenaron el aire en una sinfonía repleta de complicidad. Sin embargo, aunque tentado a empezar de inmediato, seducido por las garras de la urgencia, Yunho confesó que ya había obtenido algo de dinero ese día y que lo había cambiado por caballo.

Under the Influence - SanWooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora