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Guardó en su bolsillo trasero la bolsita que Felix acababa de entregarle y salieron juntos del baño. El olor a marihuana y la fuerte música lo golpeó. Las luces azules del pasillo lo cubrieron reflejándose en su mirada divertida.

Había acompañado a su pecoso amigo a realizar una compra tras este haberse quejado múltiples veces de que no tenía dinero, mostrándose realmente irritado con el grupo y alejándose de ellos por un rato hasta que volvió a la media hora vociferando cuánto había conseguido. Wooyoung no preguntó cómo lo hizo, pero sí notó que la ropa del rubio se encontraba desacomodada.

Cuando el chico estaba realizando el negocio, pudo notar que quien vendía desplegó variedad de sustancias en la pequeña mesada de mármol, entre ellas identificó las pastillas que había empezado a consumir. Últimamente era costumbre que tome una en cada salida nocturna, ya que le daba confianza para enfrentar la situación sin que sus nervios lo arruinen todo, además que no quería ser el aburrido entre los demás.

También había comenzado a experimentar qué se sentía al ingerirlas en un día cotidiano, más específicamente en el instituto donde estaba completamente solo. Hongjoong no volvió a dirigirle la palabra, ahora tenía otros amigos, aunque cada tanto lo veía con pena. A veces se hallaba encerrado en los aseos para soltar algunas lágrimas traicioneras que no querían aceptar la realidad, era entonces cuando recurría a la dichosa píldora para que, en palabras del pelirrojo, su cabeza sienta menos. Como consecuencia, consiguió que lo regañaran ciertos profesores por no prestar suficiente atención en las clases. Quizás eso lo hubiera preocupado un tiempo atrás, pero en el presente lo tenía sin cuidado. Al menos, alguien lo notaba, pese a que sea por un mal motivo.


Por esto, cuando vio la oportunidad decidió que no sería una mala idea abastecerse de un par de ellas, así aunque sea tendría para soportar la semana siguiente. Compró 5 en total, teniendo en cuenta que tomaría una, le quedarían 4 más para sobrellevar el resto de ocasiones que lo necesite.

Le dio el dinero, que guardaba de su mesada, a Felix para que él se encargara. El hombre corpulento que las comerciaba le daba miedo y no quería acercarse.

De esta manera, se reunieron con sus amigos que estaban en el lugar de siempre. Esta vez, Soyeon acompañaba a Yunho y Mingi apoyada contra la pared. Sus párpados estaban apenas abiertos, los brazos flojos a sus lados, y las piernas se le vencían de a poco, provocando que se deslice lentamente por el muro, reincorporándose torpemente en cuanto tocaba el suelo.

— ¿Está bien? —preguntó Wooyoung al chico de pelo celeste que rascaba su nariz.

— Está viajando, no te preocupes. —respondió intentando sostener a la morena del brazo antes que vuelva a tambalearse.

El castaño asintió con el ceño fruncido, no convencido del todo. — ¿Has visto a San? —indagó por segunda vez en la noche, hacía dos semanas no lo veía y eso lo hacía sentir curiosamente vacío.

— Lo encontré cerca de la entrada hace un rato.

— ¡¿Qué?! ¿Por qué no me dijiste? —se quejó formando un puchero.

El más alto arqueó una ceja. — Estabas comprando droga, nene.

— ¡No es droga! —abrió su boca y exclamó ofendido— Yo no hago eso.

— Lo que digas. —finalizó soltando una risa a la vez que acomodaba mejor en la pared a su amiga que estaba al borde de caerse.

El menor bufó molesto y se dirigió a la barra para ordenar dos bebidas. Antes de seguir su camino, tomó una de las pastillas y la tragó dando un sorbo al vaso. Con uno en cada mano anduvo hasta donde el chico de pelo celeste le había mencionado, esperando cruzarse con el azabache.

Under the Influence - SanWooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora