III

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Después de que Leo puso rumbo hacia el Este y habló un poco con la cabeza de dragón que salía de la proa, les dio un recorrido por el barco a todos los nuevos pasajeros.

El Argo II estaba diseñado como un antiguo trirreme, sólo que dos veces más grande. La primera cubierta tenía un pasillo central con camarotes para la tripulación a cada lado. En un trirreme normal, la mayoría del espacio habría estado ocupado por tres hileras de bancos para varios cientos de tipos sudorosos encargados de hacer el trabajo manual, pero los remos de Leo estaban automatizados y eran plegables, de modo que ocupaban muy poco espacio dentro del casco. La energía del barco procedía de la sala de máquinas situada en la segunda cubierta, la inferior, que también albergaba la enfermería, el almacén y las cuadras.

Leo avanzó primero por el pasillo. Había equipado el barco con nueve camarotes: ocho para los semidioses de la profecía y otro para el entrenador Hedge. En la popa había un gran comedor salón, que fue donde Leo los llevó a continuación.

De camino, pasaron por delante del camarote de Jason. La puerta estaba abierta. Piper estaba sentada al lado de su catre, leyendo algún cómic, mientras que el hijo de Júpiter acomodaba lo mejor posible las pertenencias que había tomado de la casa de pretor del Campamento Júpiter.

Piper lanzó una mirada a los chicos. Mostró una sonrisa y saludó con la mano. Noah regresó el gesto lo mejor que pudo. Jason pareció estar tan concentrado, que no notó su presencia. El hijo de Baco trató de no pensar demasiado en la conversación que había tenido con el chico mientras estaban en el foro y continuó su camino. Cuando llegaron al comedor, encontraron a Annabeth sentada en la mesa con una expresión muy pensativa.

Noah soltó un silbido al entrar al salón. Leo se había esforzado por hacerlo lo más agradable posible.

El armario estaba lleno de tazas y vasos mágicos del Campamento Mestizo, que se llenaban de cualquier comida o bebida que el comensal deseara con sólo pedirla. También había una nevera portátil mágica con latas de bebida, perfecta para picnics en tierra. Las sillas eran cómodas butacas reclinables con programa de masaje, auriculares incorporados y soportes para las espadas y las bebidas con los que satisfacer las necesidades de relax de todo semidiós. No había ventanas, pero las paredes estaban encantadas y emitían imágenes en tiempo real del Campamento Mestizo —la playa, el bosque, los fresales—, lo cual hizo que Noah se llenara de una nostalgia que le hizo querer regresar a su hogar lo más pronto posible.

Percy miró con anhelo una imagen de una puesta de sol en la colina mestiza, donde el Vellocino de Oro relucía en las ramas del alto pino.

Noah y él habían hablado muy poco desde su llegada al Campamento Júpiter, y sentía que debían hacerlo. Aún quedaban muchas cosas en el aire que los dos necesitaban arreglar, pero sobre todo, moría por estar a solas con Nico y Percy, lejos de cualquier profecía o situación que los pusiera en un peligro inminente.

Al momento en que Annabeth reparó en la presencia de los chicos, se acomodó en su asiento y sonrió, gesto que Noah muy pocas veces había visto, mucho menos dirigido hacía él.

—Todo ha salido bien —dijo, satisfecha—. Creí que acabaría en desastre como la mayoría de nuestros planes, pero al parecer ha funcionado. Los romanos son nuestros aliados. Un poco a regañadientes, pero lo son.

Noah avanzó hasta la silla más próxima y se dejó caer, disfrutando de la comodidad del asiento. Los demás siguieron su ejemplo, ocupando casi todos los asientos de la mesa.

—Bueno, ya que hemos pasado la primera parte de la misión, ¿qué es lo que sigue? —preguntó, comenzando a jugar con una servilleta que encontró.

Annabeth se recargó en su asiento y suspiró.

—Antes quiero saber una cosa. ¿Entendieron la profecía? O sea... lo que Ella dijo era una profecía, ¿no? ¿De los libros sibilinos?

SECOND CHANCE // NICO DI ANGELO Y PERCY JACKSON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora