El mundo es intenso, está lleno de muchas incongruencias, conflictos y anhelos. Es algo que Felix entendió una vez que conoció a Lop e hizo la promesa de cuidarla.
Una tarea que, sin lugar a duda, no será nada fácil, ya que cuando parece que no hay...
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Era muy temprano, la brisa circulaba con fuerza dentro de la camioneta en movimiento, erizándome la piel; el ambiente estaba algo tenso y extremadamente silencioso. Creí que luego de esa noche, al día siguiente tendría a Henri todo emocionado contando anécdotas sobre la cena y lo que disfrutó y no, haría comentarios de la comida y presumiría de sus habilidades culinarias.
Pero no, en su lugar el joven asistente se levantó con peor cara que con la que se acostó luego de desaparecer de la cena. Se mantuvo callado luego de decirme los buenos días al encontrarnos en el pasillo esa mañana, seco y cortante, de manera que entendiera que no quería hablar de nada.
Resoplé recostando mi cabeza de la mano, que estaba apoyada del marco de la puerta. Sentí como Henri activó el seguro, sobra decir que total en silencio, y continuó con su tarea de conducir hasta Houston.
—Es increíble —murmuré sin despegar la mirada del camino.
—¿Qué cosa? —preguntó desganado.
—Lo inmaduro que puedes ser a veces.
Sus labios se contrajeron, tragándose un gruñido.
—No es que sea inmaduro. Solamente no estoy de humor, Lop —Reconoció tratando de mantenerse calmado.
—De eso ya me di cuenta —Sonreí sin ganas.
—¿Podemos regresar al silencio de antes? —Suspiró—. Te lo agradecería de sobremanera.
—Es que no veo el motivo de tu enfado.
—Oh, eso se nota —Rió sarcástico—. Tú sí que te la pasaste bien.
Su tono era tan contradictorio, confuso y exasperante como su declaración inconclusa.
—¿Qué tan malo fue que ellos vinieran?
—No es eso —Me miró por un segundo de reojo, regresando su vista al camino—. Me agradan los Larbi si es lo que quieres saber.
—¿Entonces por qué estabas de tan mal humor anoche? ¿Por qué te molesta tanto ahora? —Apretó sus labios, confirmándome que tenía sus razones—. ¿Henri?