Cap. 13: Grietas del interior

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Casi se me cayó el alma al piso cuando, al entrar en la floristería, encontré a Ely esperándome y a punto de comerse las uñas

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Casi se me cayó el alma al piso cuando, al entrar en la floristería, encontré a Ely esperándome y a punto de comerse las uñas.

—¡Lop! —Saltó a abrazarme y fue imposible escaparme, bastante hice con lograr que no nos cayéramos juntas al piso.

—Oye... —Intenté alejarla, pero me sostuvo con más fuerza.

—¡Lo siento mucho! De verdad, te lo juro por Dios, buda, los dioses griegos, romanos, egipcios, chinos, ¡lo que quieras! ¡No tenía idea de que él estaba ahí!

—Ely... —Volví a tratar, siguió aguantándome.

—¡Él siempre me avisa cuando visita el café! ¡No esperaba que el idiota de Sam programara verse con ellos hoy!

—Ely —Cargué la voz para ver si así me prestaba atención.

—¡Por favor tienes que creerme!

—¡Ely! —Me sorprendí a no ser yo quien le gritara. Ambos volteamos hacia el mostrador, Abai nos veía con cierta diversión—. ¿Y si la dejas hablar a nuestra florecita para ver cómo se siente? No puede tener nada peor que esas ojeras.

—Mira quien habla —Sin querer contestamos nosotras al mismo tiempo. Nos miramos por un segundo y fue imposible no reír un poco.

—¿Lo ven? —Hizo un ademán, recostándose de sus brazos.

Ladeé una sonrisa, ahí estaba de nuevo su particular forma de ayudar.

Ely sin notarnos, se volteó preocupada.

—Lop, yo...

—Tranquila, lo entiendo —Suspiré mientras nos separamos—. No es tu culpa, ¿vale?

—Está bien... —Me observó con cautela, acomodándose el bolso del hombro—. No te preocupes, me encargaré de que no tengas problemas.

—No te molestes —murmuré sintiendo como me temblaban las manos de nuevo mientras cruzaba los brazos—. A este punto seguro ella está enterada.

—Bueno —Por alguna razón, le da algo de risa—. No apostaría.

—¿De qué hablas?

Se encogió de hombros.

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