Cap. 12: Letras perdidas (Parte 1)

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Deberíamos seguir más a nuestros instintos, ellos saben exactamente cuando algo malo va a pasar

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Deberíamos seguir más a nuestros instintos, ellos saben exactamente cuando algo malo va a pasar. Esos "malos presentimientos", no son solo supersticiones, a veces aciertan en las peores condiciones.

Desde que salí de la floristería, con Ely abrazada a mi brazo, sentí el escalofrío de la duda diciéndome que aquello no era una buena idea; pero entre sus suplicas y las miradas insistentes de Abai, fue muy difícil no dejar mi puesto y salir a almorzar con ella.

En su auto se dio cuenta que había dejado la cartera, y ya que me había obligado a dejar la mía en el trabajo, tuvimos que hacer una parada rápida y bajar a su cafetería.

El lugar me daba un repelús extraordinario, ¿cómo resistirse todavía sin ser grosera? Prácticamente a Ely le importó un comino ser la adulta y me suplicó frente a sus clientes. Era imposible negarse, así que no me quedó de otra y la acompañé adentro.

Solo bastaría un minuto, dijo.

Y solo bastó un minuto para que arrepintiera.

En el preciso instante en que se nos fue la charla y yo alcé la mirada, me arrepentí completamente.

Me quedé helada.

Él estaba ahí.

Y yo estaba ahí.

Estábamos en el mismo sitio, en el mismo lugar, a la misma hora, tomando del mismo aire de nuevo. Mis ojos están clavados en los suyos, sin embargo, pude ver detrás a dos personas en su mesa: un castaño de mirada vivaz, escondida por la culpa, y un rubio enrulado de brillante presencia y verdes ojos completamente en shock.

Tragué saliva cuando Félix preguntó con una mirada que estaba pasando, atrás Samuel dudó si en decir algo, pero frenó también al verme; negué un par de veces y tomé aire para tranquilizarme. Sentía que podía desmayarme.

Él no...

Ellos no...

—Ely... —Llamé y me miró de reojo, más preocupada que asustada—. Disculpa, tengo que irme... —La voz se me agrietó, pero logré retroceder.

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