Capítulo 32

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La ventisca no mejorará durante al menos los próximos tres o cuatro días, así que en el último informe le advertí a Kakashi que esperaríamos para continuar. Los Anbus siguen existiendo, evita seguir una rutina muy clara para no facilitarles el trabajo creando patrones. Ya que Naruto y Sasuke necesitan permanecer juntos, si Neji o yo necesitamos salir por algo, siempre estaremos juntos y eso obviamente va para ustedes dos.

Como precaución, el pergamino permanecerá con uno de nosotros cada día, y esto se decidirá en momentos aleatorios. No podemos descartar la posibilidad de tener otro grupo detrás de nosotros por el pergamino en sí, y no por Sasuke.

Si tenemos que hablar de los guardias, será en forma de notas como esta, ahora que no estamos a la intemperie no sabemos si nos están escuchando. No me despiertes antes de las diez por razones estúpidas.

Naruto levantó las cejas y resopló, doblando el papel y devolviéndolo a la mesita de noche. Mientras miraba a su alrededor, notó que las cosas de Sasuke ya no estaban a los pies de la cama, lo que significaba que se había despertado en algún momento y había dejado la nota de Shika para que Naruto la leyera. Podía verlo en la cama bajo las sábanas, pero no tenía idea si Sasuke estaba despierto o no.

La luz gris que se colaba por las rendijas de la ventana indicaba que al menos amanecía, pero no se molestó en levantarse. Volviendo a cubrirse la cabeza con el edredón, se acurrucó y se volvió a dormir; en ese momento, Naruto solo quería desaparecer, e iba a aprovechar esos días en el hotel para hacer precisamente eso y mirar a Sasuke lo menos posible. Tal vez de esa manera podría manejarlo mejor cuando se alejarán para siempre.

[...]

Puedes decidir tu futuro, pero no puedes escapar del destino”.

Naruto se sentó en la cama de inmediato mientras jadeaba por aire, su pecho subía y bajaba rápidamente mientras su corazón latía en sus oídos, rápido y errático. Levantó la mano para secarse la frente mojada y apartar el pelo enmarañado. Podía sentir su ropa pegándose al sudor en su propio cuerpo caliente.

Miró a su alrededor y vio a Sasuke, quien lo estaba estudiando acostado en su cama bajo la tenue luz de la lámpara mientras sostenía un libro. Regresó su atención a las páginas tan pronto como Naruto le devolvió la mirada, y discretamente se pasó el flequillo por detrás de la oreja, dejándolo caer y cubrir el perfil de su rostro.

— Hay comida — el murmullo de Sasuke viajó hasta sus oídos en el silencio de la habitación, haciendo que sus ojos azules se posaran automáticamente en la mesita de noche. Allí había una caja de Yakisoba con los palillos de madera envueltos en plástico a un lado.
— Shikamaru te lo trajo, ya que no podía salir — explicó con el rostro aún oculto por su flequillo.

─ No tengo hambre — susurró Naruto sin inflexión en su voz, poniéndose de pie en cámara lenta.

Sin pensarlo mucho, agarró la primera ropa limpia que vio y entró al baño, arrojándola a un lado antes de cerrar la puerta y apoyar su espalda contra ella. Una mano temblorosa fue a su pecho, donde agarró su camisa entre sus dedos.

Estaba casi seguro de haber soñado algo importante, pero no recordaba el qué, solo sabía que había sido un sueño diferente a los demás que había tenido, y aun así no recordaba la frase que grabó su cerebro antes de despertarlo abruptamente. Algo sobre no poder elegir el destino o algo así.

Mientras trataba de ordenar sus pensamientos perdidos, Naruto abrió la ducha y se desvistió, deteniéndose para mirar su reflejo en el espejo simple sobre el lavabo. Las puntas de su flequillo estaban empapadas de sudor y su rostro ya no le resultaba familiar: sus ojos se veían más duros y su expresión era casi demasiado severa.

Sol de Invierno DescoloridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora