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Al llegar y el no haber encontrar a Hange le causo algo de pánico hasta haber encontrado la dichosa carta que le había dejado en la mesa. Fue hasta ella y la agarró para saber que contenía el pedazo de papel.
Al leerla se molesto con el mismo por el hecho de haber olvidado que ella era estudiante...l que no relacionarte con humanos te puede causar.
Tomo asiento en uno de los sofás y se quedo viendo a la puerta por unos segundos (literal asemejaba a un gato desesperado por la llegada de su dueño) hasta que al paso de quince minutos no pudo más y la fue a buscar, no sabia a que universidad iba, pero eso no lo desmotivaria a buscarla por las que hubieran. La paciencia a veces no era su fuerte, pero si el ser tenaz.
Hange estaba en su último año de medicina así que era el más complicado, esa también era gran objeción al amor, podía perder tiempo por ello. Se manejaba bien en la soledad cuando de su estudio se trataba, y así estaba, sentada en la biblioteca leyendo uno de sus libros favoritos, y era uno de anatomía humana y todo lo que tenía que ver con ella, incluso se mostraban extractos de dibujos y estudios de Leonardo da vinci, los que amaba y les tomaba captura para tenerlos de recuerdo en su celular.
Iba por la página doscientos cuatro cuando sintio un escalofrio recorrerla, y al levantar la mirada del libro al frente, ahí estaba el mirándolo con cierta moléstia.
Sin dudas, la asusto.
-Dios mío- Tomo aire y lo soltó.
-Te busque por todas las universidades- Carraspeo molesto jalando la silla al frente para sentarse.
-¿Por qué me debes de seguir?- Hizo la pregunta tanto con su boca y el rostro.
-Es mi deber- Cruzo los brazos, decidido a esa idea, pero se le olvida una regla; espacio personal y educación.
Cupido sabia sobre enseñanzas humanas, como temas de escuela, colegio y universidad, sabía todo esos temas, pero la verdad le daba igual, el siempre iba por las enseñanzas del arte de las reglas de cortesía, desde muchos años atrás eso era de un gran interés.
Muchos de esas consistían en:
•Ayudar.
•Ser educado.
•No faltar respeto.
•Ser atento con los demás.
•Ser firme ante las circunstancias, esta era una de sus favoritas.Los cupidos eran educados, al igual que los otros señores del sentimiento.
Una cosa era que cuando la edad de ser sucedido, el antiguo cupido les enseñaba algunas cosas al nuevo que vendría, el antiguo le habia enseñado cosas muy poderosas al nuevo, en la forma que miraba a los humanos, el amor que les tenía y el deseo de verlos terminar tantas guerras, eso era lo que más deseaba, pero, ello no estaba en sus manos, de ese tema se ocupaba el grande de todos, y ese era el creador mismo.
Vivió su vida digna y en paz, hasta acabar sus tres siglos de vida. Algo que a él le gustaba hacer era contarle cuantos de hadas a niños, esa era la forma en la que descansaba de su vida.
Cupido moderno hubiese amado la idea de que el estuviera en vida, pero si lo pensaba bien, el hubiese odiado la idea de ver tanta guerra.
Se aisló de sus pensamientos al ver a la mujer llamarlo.
-Ya que estas aqui ¿Quieres leer algo?- Lo señalo con la pregunta en sus manos.
-No, estoy bien- Camuflajeo su interes en una mentira.
Queria leer.
-Mientes, tus ojos te delatan- Sonrio la chica levantandose de su asiento y buscando un libro que a ella le gustaba.
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•⊰ 𝐋𝐚 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫 𝐲 𝐜𝐮𝐩𝐢𝐝𝐨 ⊱•
RomanceUna mujer exhausta del amor que grita a los cuatro vientos que no necesita de él es vicitada por un Cupido de cara amargada que la quiere ayudar, porque ve que ella es un literal fracaso en el amor y se veía en la necesidad de salvar el corazón de t...