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La señora de la sabiduria, junto al señor del amor, Cupido, llevaron a Hange a aquel ya mencionado jardin. La mayor pidio que ella fuese dejada sobre la mesa principal donde extrañamente, esta estaba cubierta de un verdio musgo, que daba la idea de una comoda cama. La castaña fue reposada y la mirada extrañada de Levi se dirigio a la mayor del lugar.
Ella sabia que el deseaba una respuesta a lo que pasaba, asi que ella se lo dio...
-Si estoy segura de ello, se esta volviendo a crear una situacion que no sucede desde hace mucho. algo que puede llegar a ser muy dañino, tanto para ti como para ella.- Abrazo su baculo y suspiro.
-Esto paso con mis padres antes de concebirme y ya a pasado con otros...despues de ellos, aunque el caso más grave fue hace unos miles de años, y tu, seguro ya sabes de el...-
Este observo a la señora con posible mera confusión, no era común referirse a las guerras entre las almas destinadas. Pero sabía que hubo un Cupido que tuvo que hacer morir a su mitad, por un bien mayor. El se paro al lado de Hange, tocando su rostro que ardía por una creciente calentura.
-Esta siendo atacada en espíritu y no sólo eso, esta llevando a cabo una metamorfosis. Esto ya lo vi antes y estuve buscando la manera de detenerlo si sucedía de vuelta, asi que, Levi...- El la miró sobre su hombro.
-Apártate.- Dijo, extendiodno el báculo a direcion de la castaña, que empezaba a entrar en estado convulsivo.
-Vete de aquí.- Grito al de alas multicolores.
El salió del lugar y tras que salió del espacio del jardín, este se encerro a si solo por un círculo formado de rejas de oro, que se componían en ellas como enredaderas, y esto no era más que una barrera protectora que el jardín poseía, dicho lugar era de Magda, ella lo había construido en secreto para un futuro no tan lejano. El situó era un lugar de limpieza y purificación por y para señores que eran atacados por otros, pero este la verdad había sido construido únicamente para un anticupido, la última que habría.
Magda en su dolor sabía que algún día llegaría a suceder, esperaba que no, pero en ese momento no podía decir que no pasaría cuando una Hange cubierta de sombra se levantó en los aires, y con rugir de huesos, dos alas se fueron asomando por su espalda, las que eran blancas pero cubiertas en sangre, y qué se fueron haciendo oscuras como carbón seco, y al abrir los ojos, estos eran de luz que pasaron a ser cafez oscuros, sin brillo en ellos. Magda resito un juramento que habia hecho para sí misma con lágrima en los ojos, pues, el dolor de ver esto nuevamente era intoxicante.
-Hange Zöe, Anticupido, Anti-amor, des-amor, no amada...- La señora dijo sus nombres y aquella le observo en silencio, aún extendida en los aires.
Y fuera de la reja, Cupido observaba como el amor de su vida aún vivía, pero con el cursor que el viento había tomado, se daba cuanta que esa no era la Hange que solía amar...por su seguridad se mantuvo a distancia digna, pero la fuerza de atracción le estaba haciendo fuerte, y aquella que estaba dentro de las rejas, le miraba directamente. Magda se percató de ello y empezó a relatar más las oraciones que alguna vez su madre le enseñó.
En sus recuerdos, podía ver a su madre, una mujer tranquila, hermosa e inteligente, enseñándole el como enfrentarse a lo desconocido, y eso era a lo que los señores del sentimiento podían hacer....atacar mentalmente o espiritual a su "oponente", esto se acometia utilizando tus propios dones, pero algo si era sierto, eso estaba prohibido entre ellos, después de una generaciones después del séptimo Cupido. Aún así, Magda había aprendido de su madre el convertir con oraciones el poderío de otro señor, Antiamor del primer siglo había sido participe de los altercados por otros señores y ella misma con Cupido encontraron solución usando sus poderes y la energía de las oraciones santas de y para combate.
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•⊰ 𝐋𝐚 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫 𝐲 𝐜𝐮𝐩𝐢𝐝𝐨 ⊱•
RomanceUna mujer exhausta del amor que grita a los cuatro vientos que no necesita de él es vicitada por un Cupido de cara amargada que la quiere ayudar, porque ve que ella es un literal fracaso en el amor y se veía en la necesidad de salvar el corazón de t...