《 Cap 9: Todo de ti 》

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Mi corazón, mi delirante corazón. Se había vuelto más grande, donde cabia tanto amor para llenar millones de vasijas que antes estaban vacías en completa oscuridad.

Fue asomando su respiración a su cuello desnudo, entre una brisa de media noche, donde la luna reflejaba el agua y el canto era de las hojas tocandose unas con otras, sus manos calientes por que su sangre se había exaltado, como una hoguera para un crudo invierno.

La respiración se contenía pero se exalaba más pesada y sonora. Las manos se posaron en sus hombros, podía sentir el aliento más de cerca, más caliente, más...húmedo.

-Dejame contarte un secreto...- Susurro sobre la piel, como en toque en terciopelo, provocando electricidad entre la cercanía.

-Dejame contarte tu verdad.- Acarició con sus manos la descubierta piel que se sacudía cada que la tocaba y deslizaba sus dedos en ella.

Un beso deposito en el cuello, abrio su piel y bajó directo a su corazón, donde su verdad se instalo, pero, a la verdad ser confesada en su alma, la reacción se torno a un viento recio, frío, donde la mirada penetraba, tomaba sus manos y bailaban, pero, el no se sentía feliz, no cuando ella no era lo que deseaba, pero esto despertó un inicio, donde la luz se ponía en el oriente y el sol salía de noche, las estrellas desaparecían y la luna caia al vacío del universo, aunque no existiese este, ello lo hizo despertar en su propio sueño, para darse cuanta que en los brazos de ella estababa su corazón, una frase dulce salió de sus lábios, lo miró y le sonrió, de ahí, el viento paso a ser tranquilo y se oían olas del mar de lejos con estallidos de fuegos artificiales.

Ella se acerco a el, beso su frente y le tomó ambas manos.

Pronunció lo que deseaba escuchar y ella misma le hizo caer a un cesped verdio, donde ahora la estancia era de atardecer color oro y sus peles en desnudes estaban, habían iniciado el consumo de su amor, donde se entrelazaba y estrechaba su conexion desde el inicio de los tiempos actuales. Era la imagen de la atracción, y asi como pasaba en un plano de sueño eterno, en la tierra misma sucedía como un milagro a suceder, había llegado un momento, un tiempo y una hora, donde los cuerpos se habían unidos y estaban vestidos en perlas salinas, pero estas corrían por sus cuerpos, las propias alas de Cupido aparecieron en ese plano terrenal haciendo maravillar a Hange, mientras el se limitaba embozar un facción de fuerza, con cada embestida que daba al cuerpo de su eterno amor. Las manos de ella emergieron a tomarle de la cabeza y unirlo en la dulce agua de sus lábios. Una explicación no se podía dar mas allá de dos amantes que consumaban un deseó.

Levi puso su peso sobre el de ella al caer en cuanta de lo que cometía, cosa que no planeo en sus dos mil años hacer, había experimentado algo comparado cuando fue humano, pero no sé comparaba al hacer hecho acto con la pareja que le escogió el destino mismo desde su nacimiento. Si ella hubiera existido en el momento que era de con humanidad, se juraba que habría hecho lo que fuera para hacerla feliz, pero, ahora la tenía, entre sus brazos y sus lábios, podía y lo cometería.

-Levi- Resito ella entre quejidos y suspiros.

Estos se abrazaron entre un conjunto de lágrimas y sonidos guturales inentendibles, ni por ellos mismos. Las alas descendieron para cubrilos a ambos en uno que parecía nido de agapornis.

-Te acunare todas las noches que tu alma desee.-

Hange se guardo entre la clavicula de él, asegurandose a no perderlo en ese momento. Las campanas habían sonado como si de fiesta fuera en el ambiente de Cupido, incluso sus ayudante estaban alarmados, porque las campanas sonaban por si mismas.

Magda ante su sabiduría antigua, sabia que pasaba, y permanecía sentada sonriendo mientras sorbia de un té. Nadie más que ella sabía perfectamente sobre esa unión cometida, él amor estaba completo una vez más desde miles de año de no haberlo estado, y, esto la ponía de un estado muy feliz.

•⊰ 𝐋𝐚 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫 𝐲 𝐜𝐮𝐩𝐢𝐝𝐨 ⊱•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora