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Seguia su lado sin importar que, dándole a entender que no se iría sin una respuesta verídica.
Habían sido muchos no y el constante de "No necesito amor" departe de ella.
A veces el deseaba hacer parecer su vaculo y darle con el en la cabeza, pero... ¿Por qué se preocupaba tanto?
Era una mujer que algún día llegaría a enamorarse, solo necesitaba tiempo, eso pensaba, pero, lo hartante en el asunto era la extraña mala suerte que ella tenía desde muy niña con los hombres.
Había ido a su reino por terminar cosas pendientes, con las miradas curiosas de los demás, se notaba agotado. Y después de un par de horas volvió a ella con esperanzas.
Llego de ya muy noche, y la encontro sumida en sueño, asi que tomo asiento en una parte sobrante de la cama a su lado y con cuidado llevo su mano izquierda al rostro de la mujer, contemplando así su piel, mirándola ahí, con ojos inquietos por un buen rato, hasta que en susurros hablo en la estancia.
-Si pudiera saber y entender, del todo mi atracción hacia ti.- Retiro lento su mano y se marchó en silencio a la sala, sin mirar a atrás.
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En la mañana, ella camino en camisones a el, no apurada o lenta, solo normal como era. Se sentó a su lado y lo miro con una mueca que no se sabía resolver.
-Ayúdame, Cupido- Solto de la nada.
El no sabía si había escuchado un murmuro del viento, era un espejismo o si estaba pasando de verdad. Sus ojos grises no parpadearon por un par de segundos.
-Lo pensé y quiero tu ayuda- Menciono sabiendo de su vergüenza al pedirle un tipo de auxilio.
A Cupido se le concluyó de lo que escuchaba si era verídico y se puso de pies con alegría, sin mostrala, claramente.
-Esta bien- Sonrió bajo, pues, había triunfado en el primer paso para que su trabajo se llevara a cabo.
-Y...¿Que tengo que hacer?- Dulcemente dijo buscado respuesta en los ojos del varón, aún sin atravesar el trago amargo de pedirle "ayuda"
-Tu solo debes de seguir mis consejos y ordenes.- Esta asintió a sus palabras.
Y mientras ellos conversaban en la tierra, en el reinó del sentimiento se convocaba una reunión entre los señores y señoras, cada uno llegaba; bolando o en carruajes con o sin sus manos derechas (Ayudantes).
-¿Donde esta cupido?- Menciono un señor de tres metros de altura y gruesa barba.
-No se- Contesto una mujer resplandeciente como el mismo enerno sol.
-Nadie sabe por lo visto.- Se colo a la conversación una dama cubierta por un belo blanco y alas que sobresalían de de su cráneo, en el área de los sentidos.
Todos casi en mayoría preguntaban por Cupido, menos uno que sonreía con gracia, el, mejor dicho ya sabía donde el otro estaba, pero no diría nada.
-Señor Somnio.- Le llamo su mano derecha, evitando los murmullos por toda la sala acerca de Cupido y de donde estaba.
Este acudir al llamado del que lo acompañaba para ir a su asiento.
Los demas señores y señoras se sentaron por igual en sus respectivos asientos viendo bajar un señor de barbas blancas que hablaría en el centro, pero este se detuvo al ver un asiento vacío. Los demas se daban cuanta de lo que estaba pensando pero decidieron guardar silencio, el señor de barbas blancas no le dio importancia y siguió, de todos modos ya sabía que ocurría con el señor del amor.
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•⊰ 𝐋𝐚 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫 𝐲 𝐜𝐮𝐩𝐢𝐝𝐨 ⊱•
RomanceUna mujer exhausta del amor que grita a los cuatro vientos que no necesita de él es vicitada por un Cupido de cara amargada que la quiere ayudar, porque ve que ella es un literal fracaso en el amor y se veía en la necesidad de salvar el corazón de t...