Capítulo 6| El chico del aeropuerto

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— ¿Listas? —preguntó la señora Foster.

Habíamos regresado horas después a la residencia. Cada grupo (excepto la señorita Dallas, que por petición prefirió quedarse sola en la habitación que sería del señor Brown) volvió exhausto a la habitación.

El cansancio no les duró mucho a los demás, solo unas horas más tarde llegaron frente a nuestra puerta a proponernos una salida nocturna a bailar.

— Creo que no —concluyó la señorita Dallas mirándome de arriba abajo con su típica mirada de "eres una bruja espantosa, ve y báñate".

— ¿A dónde irán?

— Es un bar que queda cerca. ¿No se unen?

— No lo creo, estamos algo cansadas. Quizá salgamos más tarde.

— Nos avisan, ¿vale?

— Vale.

— Si no van, no nos esperen despiertos —anunció la señora Foster antes de desaparecer por el pasillo agarrada de gancho junto al señor Brown. Lo curioso es que del otro lado iba la señorita Dallas agarrada del mismo modo.

Creo que hay un triángulo amoroso por aquí.

Ya lo creo.

Regresé adentro perpleja por lo raro de la imagen, nunca me imaginé a la señora Foster en esas y menos a Dallas. Los viajes sí tienen efectos secundarios.

Por la ventana las vi menear de un lado al otro al señor Brown mientras caminaban por la acera. Se peleaban por quien lo tuviera más cerca. De solo pensar en su bigote revoltoso arrugué la nariz y me estremecí. Asco.

A lo lejos, el sol se metía entre los encumbrados edificios. La ciudad que no duerme continuaba con su ritmo frenético, que por las noches parecía aumentar. Calculé que serían las 18 horas aproximadamente.

— Tina —llamé haciendo que levantará la vista de su laptop—, ¿crees que sea hora de empezar a arreglarnos?

— ¿Qué hora es? —revisé en el reloj de pared.

— Falta un cuarto para las seis. ¿A qué hora viene tu amigo?

— Dijo que a las estaría aquí a las siete y treinta.

— Será mejor que me aliste ya entonces. A propósito, ¿a dónde vamos?

— Ni idea.

— ¿Cómo que ni idea? Entonces, ¿cómo sabes qué ponerte?

— Ya sabes que no me martirizo mucho por eso. Aunque creo que comeremos algo, quizá vayamos a un restaurante o algo así. Tú prepárate para todo.

— No te imaginas cuánto ayuda eso —ironicé.

Me duché y seguí la guía de mi mejor amiga, quien sugirió un look nocturno que me hiciera sentir cómoda.

Me decanté por un vestido negro simple con una chaqueta de cuero negro, unos pendientes dorados largos acompañados de un collar a juego y unos zapatos altos. Até mi cabello rizado en una coleta alta, ya saben por sí encontraba con quien bailar. La comodidad, ante todo.

Me asomé por detrás de la puerta.

— ¿Quién diablos eres y qué hiciste con la Tina que conozco? —pregunté al verla casi lista.

Llevaba un pantalón oscuro ajustado que combinaba con una blusa roja de seda y unos zapatos tan altos, que en mi vida me habría atrevido a usar.

— Sigo aquí —saludó con su mano y una sonrisa dulce.

Nuestra Canción| #2 Serie CrespoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora