FRIDA

0 0 0
                                    

Intenté concentrarme por enésima vez en el día. Hasta dormir parecía imposible en esa casa de chiflados. A lo mejor competían por el premio al más ruidoso y no me habían avisado. Empezando por la bola de baba que no paraba de andar por ahí llorando y terminando con la humana que lo cuidaba que tampoco se callaba nunca.

El único que parecía decente era el humano. No hablaba tanto y en cuanto me veía no intentaba agarrarme la panza. Por eso, apenas pasa el umbral de la puerta le doy un saludo cordial y respetuoso.

— Gata ingrata. ¡La que te alimenta soy yo! —chilla mientras limpia al minihumano de un desastre de avena y fresas.

— Pero me ama a mí—presume el humano sacándole la lengua. Infantiles.

Corre hacía los dos humanos ruidosos rodeándolos con sus brazos. Iugh, cuidado, puede ser contagioso. Intento separarlo de ese par dañino paseándome entre sus tobillos.

— Y encima celosa. Lo que faltaba —dice de nuevo la humana. ¿Era yo o su tono de voz pasaba los decibeles permitidos? ¿Acaso no arrestaban a la gente por eso?

Me alejo al último rincón de la casa rogando que así fuera mientras intentaba por milésima vez, volverme a dormir. ¿Quién dice que ser gato es fácil?

Nuestra Canción| #2 Serie CrespoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora