Capítulo 11| Respiro

0 0 0
                                    

Pasaron exactamente dos días de desvelo y preocupación por Alain Jones. El aire era asfixiante y el oxígeno bizarro del recinto me obligaba a subir con más frecuencia por algo de silencio.

Por otra parte, la familia Jones continuaba en completa tensión. Hubo momentos de calma, otros de llanto y profundo dolor. Las 72 horas más difíciles de esa semana entre exposiciones, charlas, conferencias y el hospital. Todo parecía seguir igual, hasta que el informe médico de la tarde del martes le dio a la familia la esperanza que necesitaba.

Alain estaba fuera de peligro, pero seguía en estado de coma. Lejos de la sala de cuidados intensivos, reposaba en una habitación más iluminada donde todos sus familiares podían visitarla.

Por fin la familia recibía un respiro de vitalidad, la noticia era como una corriente de aire fresca en un día caluroso, como el hilillo de oxígeno que necesita el astronauta sin traje en el espacio.

Sin embargo, Aiden seguía de la misma manera. La única cosa que lo había hecho sonreír de verdad había sido la llamada de mi amiga y eso era lo que lo volvería a ayudar.

— El médico la dejará unas semanas más, pero dice que el riesgo de que no despierte es mayor —se escuchó decir a la señora Jones afuera. Aiden y yo la esperábamos en la habitación.

El castaño soltó un suspiro y restregó las palmas de las manos contra su cara.

— Ella estará bien —aseguré.

— ¿No tienes un foro al que asistir ahora en la mañana? —preguntó ignorándome. Creo que se había cansado de escuchar lo mismo.

Negué con la cabeza en respuesta —No iré a ningún lado.

— Deberías —sugirió sin dejar de mirar a su hermana.

— ¿Continuarás con el taller?

— Creo que aplazarán las sesiones faltantes para la otra semana. Pero no estoy seguro de que pueda seguir.

— Es una lástima, muchos estaban emocionados con el taller.

— Creo que los animó más el de Danilo —bufé.

— ¿Eso crees?

— No tengo dudas.

— No lo creo. Tus sesiones son más dinámicas.

— Ya. Pero todas parecen muy concentradas con él.

¿Soy yo o alguien está enojado?

— Te aseguro que cuando salen no recuerdan ni media palabra de lo que dice —levantó suavemente la comisura derecha. De nuevo recayó en la presencia de su hermana y frunció el ceño.

— Cuéntame algo sobre ella —pedí. Negó sin despegar su vista de ella—. Vamos, cuéntame algo corto. A lo mejor ella también querrá contarme algo cuando despierte.

Suspiró resignado — ¿Qué quieres saber?

— ¿Eran traviesos cuando eran pequeños?

— Bastante. Una vez, casi hacemos que a papá le diera un ataque.

— ¿Un ataque?

— Sí. Papá es como tú, ama los autos, pero su debilidad son los autos modernos. Un día nos iba a llevar a clases en su favorito, ni Alain ni yo queríamos ir, así que escondimos las llaves del carro en un lugar secreto para que no las encontrara —sus ojos recuperaron un poco de brillo y vi que sonreía con melancolía.

— ¿Dónde la escondieron?

— En el bote de basura —reconoció divertido.

— ¡Vaya lugar para esconder llaves! —me reí.

Nuestra Canción| #2 Serie CrespoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora