—...¿Papá?—Preguntó ella, sin obtener respuesta. Honestamente, ya no tenía a quién más acudir, y, después de muchos años, Randor no parecía tener mucho que decir.
Se oyó una respiración desde la otra línea, entre calmada y agitada, no estaba segura. Él estaba allí, escuchándola, aunque no dijera ni una palabra. ¿Quién más que él podría saber lo que necesitaba?
Durante su infancia, Randor había sido su héroe. El hombre que lo podía todo, brillante figura incansable, amable y grandiosa; digna de respeto y de cariño. Lo recordaba perfectamente bien, como cruzaba por la puerta después de un largo día y ella y Adam corrían a recibirlo. El castaño, con sus manos cayosas acariciaba sus cabellos rubios, y cenaba todas las noches junto con su familia.
Ese era en verdad su padre.
O así lo fue, hasta aquella noche.
Aquella noche cada esperanza que tenía en él, cada rastro de aprecio, de respeto incondicional y de confianza cayó como el telón en una obra de teatro. Él, quien nunca había mencionado nada a nadie, el mismo que los cuidaba con uñas y dientes... le había ocultado una verdad importante.
Si tuviera que elegir, entre cada momento de su vida uno peor, esa noche estaría entre sus recuerdos.
Pero si se quedaba allí, estancada, esperando que algo pasara, se quedaría esperando. Si quería lograr algo, entender algo, debía hacer lo que evitaba a toda costa.
—...Lo siento.—Murmuró. Fue casi un susurro, como si se hubiera mezclado con su respiración, como si hubiera querido salir con la lágrima que contuvo. Silencio.—Por haberme alejado así de ti... de ustedes.—Continuó. En ese momento, lo que menos quería era una respuesta, solo necesitaba sacar todo lo que se atoraba en su pecho y no le permitía continuar. Solo necesitaba decirlo.
—No. Yo lo siento, Adora.—Dijo él, después de una larga pausa en la que casi pensó que ni siquiera la escuchaba.—Nosotros lo sabíamos, Mara lo sabía. Pero no les dijimos nada. Pudimos haberlo evitado.—Y no añadió nada más. No supo si su voz expresaba pesar, frustración o algo más, pero sí sabía que allí no podía terminar su conversación.
—Tú... tú sabías sobre Shadow Weaver, ¿verdad?—Cuestionó. No esperó a que el hombre hablara, ella lo sabía bien.—Solo... dime todo lo que sepas. Por favor...
Y colgó.
Esa no era una conversación para tener por teléfono.
(...)
—Es una bruja.—Suspiró el hombre. ¿Qué más había que decir?
—Pero no lo parece. No, no es como una bruja "normal".—Rebatió la rubia, recordando cada mínimo detalle que su mente podía rescatar de aquella noche borrosa.
Esos ojos verdes como del color de un veneno, piel pálida y enfermiza, su voz reverberando en su cerebro. La oscuridad misma siendo comandada por ella.
—Ella debe ser más que una bruja. No puede ser solo eso. Es... es...—Intentó explicarlo, pero un escalofrío trepó por su espalda. Una emoción entre el miedo y el odio haciéndose presente, tan vívida como si pudiera volver a verla frente a ella, erigiéndose como una gran sobra en aquella esquina.
—Adora.—Llamó el castaño, pero su voz se sentía lejana, como debajo del agua. Se las arregló para mirarlo.—¿La viste?—Preguntó consternado. No pudo hacer más que apartar la mirada.—¿La viste? ¿Cuándo? ¿Qué hizo?—Repitió su cuestión, añadiendo varias preguntas más.
—La vi.—Confirmó seca.—Me quitó a la loba.
—¿Qué?—Alcanzó a decir, su voz ahogada. Sus ojos permaencían increíblemente abiertos, pero su expresión cambió rápidamente de sorprendida a consternada.—¿Cómo?
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Grunts of love- Catradora Werewolf AU
FanfictionSu cuerpo cambiaba. Y no, no de una forma normal, como todos los adolescentes, estaba cambiando. Adora era una mujer loba. ⚠Advertencia⚠ Contenido explícito, bestialismo. Leer bajo responsablidad propia.