8. A secret in the shadows

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Afortunadamente, y, evitando la situación algo incómoda que vivieron segundos atrás, Adora y Catra pudieron cenar tranquilamente con Cyra y Lya, casi como cuando eran niñas.

Era... Lindo recordar aquello.

Pero al final eran solo eso, recuerdos que tristemente tenían que partir junto con la rubia.

Debía irse, ya lo había decidido de todas formas, por lo que se levantó de la mesa recogiendo la vajilla utilizada, agradeció por los alimentos y se dispuso a irse, pero no esperaba que una castaña de ojos dorados se interpusiera en su camino.

—Ya es algo tarde, ¿no crees?—Habló la mujer con una expresión amable, maternal. La ojiazul forzó una sonrisa cuando terminó.

—Sí...—Admitió despacio, sus ojos divagando entre la puerta y las tres personas en el lugar.—Debo irme antes de que Razz se preocupe por mí.—Avisó, pero los penetrantes ojos dorados no le permitían moverse.

—Es peligroso a esta hora.—Advirtió.—¿Por qué no te quedas esta noche?—Invitó con una sonrisa amable.—Después de todo, ha pasado mucho tiempo desde que vienes aquí.—Recordó.

—Mamá, creo que sería mejor si la dejas irse.—Soltó la morena sin mirar a nada en particular. En su expresión había un dejo de soledad, de desamparo.

—Ella tiene razón.—Añadió Lyra casi con hastío. No es que le desagradaba Adora, pero tampoco admitiría que estaba sobreprotegiendo a su hija.

—Oh. Entonces no te retendré más, Adora.—Entendió la mujer y la rubia asintió, sus ojos cruzándose con los orbes bicolor, que la miraban serios... o, más bien, con dolor, ira contenida y algo más, algo inefable aún.

—Pensandolo bien... creo que podría quedarme esta noche, llamaré a Razz para avisarle.—Se rindió con una imperceptible sonrisa.

Su mirada cayó sobre Catra un eterno momento, y entonces las dos mujeres de fondo simplemente parecieron esfumarse para ambas, como si no hubiera nadie ni nada más importante en ese momento que la otra.

Adora se sentía... avergonzada, por decir lo menos. No creía haber sido capaz de confesar esos sentimientos que intentaba desterrar, ni mucho menos pensó en qué debía hacer después.

La morena no le dio una respuesta clara, y, honestamente; temía pedírsela.

—Así que... ¿te quedas?—Habló la castaña acercándose un poco.

—Sí.—Asintió Adora.

(...)

Eran, aproximadamente, las tres de la mañana.

Catra realmente no había podido dormir debido a que sus pensamientos no paraban, parecían ser un infinito mar de cuestionamientos y lamentos debido a los hechos pasados.

¿Debió hacer lo que hizo? 

¿Debió decirle a Adora que también la amaba?

Esperaba que Adora se lo preguntara, o, al menos que se diera cuenta por sí misma de que sus sentimientos eran mutuos, pero nada volvió a salir de su boca después de aquello. Hubo un "buenas noches", y entonces había volteado en su lado de la cama y no dijo nada desde entonces.

La rubia estaba más que dormida, no valía la pena levantarla para hablar sobre el tema que claramente, estaba sellado.

Aunque, bueno, ese hilo de pensamientos fue abruptamente interrumpido segundos después.

Adora emitió una especie de gruñido-ronquido que obligó a Catra a taparse la boca para no reir alto, pues recordaba que la ojiazul hacía eso regularmente, y ella siempre se burlaba de aquello.

Grunts of love- Catradora Werewolf AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora