Despertó con ese vacío en su estómago que se extendía hasta lo más profundo de su corazón. Abrió los ojos con dificultad, pues sus párpados pesaban debido a todas las lágrimas que derramó.
Quería volver a cerrar los ojos y creer que nada de lo que estaba pasando era real, que todo había sido un sueño, pero el ardor de su cuello y brazos la traían de vuelta a aquel horrible y vacío mundo en el que ahora se encontraba.
Y peor aún, estaba sola.
Completamente sola.
Juraba haber escuchado la voz de Adora y su toque fantasmal mientras caía en los brazos de Morfeo, esperando encontrar al despertar sus ojos de cielo mirando directamente a los suyos, con esa expresión que tanto anhelaba.
Salió despacio de la cama, encontrándola vacía, silenciosa. Un lugar que siempre era llenado por algo de la música suave que Cyra adoraba, por sus horas de charla junto con Lyra, de risas y calidez ahora se sentía increíblemente grande y sin vida, como si todo se lo hubiera llevado la de ojos dorados.
¿Dónde estaba su madre?
Bajó con algo de temor las escaleras, evitando por completo mirar a la entrada principal. Aunque estaba limpia, los escalofríos la llenaban al saber que, horas antes, yació el cuerpo sin vida y con calidez residual de su madre, al que se había aferrado desesperadamente antes de perder la conciencia.
Tomó su celular buscando una distracción, sorprendiéndose al ver que había despertado en las primeras horas de una madrugada especialmente gélida. Decidió no llamar a la rubia, pues creía que estaría dormida, y todo lo que le quedó por hacer fue entrar a la habitación de su madre, envolviéndose en las mantas y aspirando su olor residual, un toque de perfume, pero también ese olor a sol, olor a madre que no podría oler de nuevo.
La puerta se abrió momentos después, dejando ver a una Lyra carente de vitalidad, como si toda su energía se hubiera ido también, otorgándole un intento de sonrisa antes de envolverse con ella entre las mantas, abrazándola con fuerza. Creyó oír varios sollozos, y fue lo más vulnerable que Catra jamás había visto a su madre. Se escondió en el hueco de su cuello, no pudiendo contener las lágrimas que escurrían como manantiales de sus ojos.
—L-La extraño...—Alcanzó a suspirar entre sollozos, aferrándose con más fuerza a la ojiazul. ¿Qué más podría decir? No había manera de expresar la desolación que la asaltaba, no sabía como verbalizarlo, si ni siquiera había terminado de procesarlo.
—La... la conocí cuando éramos jóvenes.—Empezó su madre con la voz rasposa y quebrada.—Al principio peleábamos mucho, casi nos odiábamos.—Casi pudo sentir una sonrisa, un cierto tono de calidez abandonando su voz cuando se volvió a quebrar por otro sollozo.
Lo recordaba perfectamente.
Aquel día no había empezado bien en absoluto.
Sabía que, si llegaba tarde al inicio del semestre tendría problemas, pero simplemente no había podido salir de la cama y tuvo que salir corriendo de su casa sin desayunar, y, como esperaba, las grandes puertas ya estaban cerradas y tendría que esperar hasta el primer receso para entrar.
Esperó casi dos horas fuera para que un conserje con cara de amargado le abiera apenas un espacio para que pudiera entrar. La pelinegra casi corrió, esperando no haberse perdido demasiado de la clase, pues ni siquiera tenía amigos que pudieran prestarle sus apuntes.
Y entonces ocurrió. Casi como en una de esas películas tan horribles que pasaban por la televisión. Sintió un fuerte golpe en su espalda y vió flotar cabellos castaños antes de escuchar el estruendo en el suelo. No pudo hacer nada más que mirar con un poco de molestia a la chica de ojos ámbar por haber retrasado su camino.
ESTÁS LEYENDO
Grunts of love- Catradora Werewolf AU
FanfictionSu cuerpo cambiaba. Y no, no de una forma normal, como todos los adolescentes, estaba cambiando. Adora era una mujer loba. ⚠Advertencia⚠ Contenido explícito, bestialismo. Leer bajo responsablidad propia.