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06:38 AM

No creía que eso estuviese pasando, no cuando el recién estaba llegando a Corea, parecía ser que la mala suerte le seguía, pero aquella mala suerte tenía nombre y apellido.

—¡¿Cómo es posible que Bang haya metido a sus perros en nuestro territorio?!— gritó Hyunjin a Seungmin.

—¿Crees que lo sé? estuvimos en Italia todo este tiempo, Hyunjin, no era el encargado de vigilar este puto lugar.— discutió el mayor de los Hwang dando vueltas en aquella oficina.

La tensión en aquella habitación era tan evidente que hasta se podía escuchar el golpeteó del corazón de ambos hermanos. Pero no tan solo allí, sino, en toda la mansión. Cuando el personal vio llegar la familia Hwang de ese modo sabían que no podían si quiera respirar cerca de ellos sino querían ser despedidos, o peor, asesinados.

—Señor, lamento interrumpir pero, el señor Park está aquí.—interrumpió Jeongin, uno de sus más confiables hombres.

—Dejalo pasar, Yang.—dictaminó Hyunjin sobando sus sienes.

—Veo que tienes problemas, Hwang.— se burló.— Dime, ¿qué tal tus italianas?

—¿Puedes dejar de ser un maldito idiota por un momento, Park? —bramó el rubio.—Dime que está pasando.

—Ya, si estás con ese humor de perros no hay quien te aguante.—suspiró antes de seguir.—Bang tomó todo el circuito tres, ¿como? aún no lo sé, pero lo tendré para menos de una semana, pero lo que puedo decirte por ahora es, no confíes nadie, ni siquiera en tu propio reflejo.

—Ya veo, tienes cinco días para traerme la información que necesito.—ordenó Hwang, mientras veía al de cabello azul levantarse para dirigirse hacia la salida.—No me hagas buscarte, Jimin.

—Tienes mi palabra, Hwang.— contestó Jimin con una media sonrisa.

Ni siquiera sabía que mierda pasaría de ahora en adelante pero tenía que mantenerse relajado.

Los Bang nunca han ganado ni siquiera una sola batalla contra los Hwang, y esta no será la primera. Si hacía falta buscaría por su cuenta a Christopher y lo mataría, aunque tenga que romper ese maldito acuerdo de paz.

—Ni siquiera pienses en romper el acuerdo de paz con los Bang, Hyunjin.— ordenó Seungmin como si pudiera leer los retorcidos pensamientos de su hermano.

—¿Cómo conseguiremos que el maldito deje de meterse en nuestros terrenos si no es así, Seungmin?— bramó Hyunjin mientras se levantaba de su asiento enfrentando a su hermano.

—Escucha estuviste en la cima en Italia, no lo arruines aquí.— contestó.

—Claro como si tu hubieras hecho algo a lo largo de estos años, ¿no?— ironizó el rubio, sabía que ese era un punto delicado para Seungmin.

—No te creas tanto, Hyunjin. Estás donde estás porque yo así lo quise.— se burló el de cabellos negros.— Papá te cedió el lugar solo porque yo estaba en Francia cuidando a mamá, de lo contrario, tu estarías haciendo todo lo que yo ordene.

—Y que bien que no te le dio, porque sino todo lo que construyó por años se hubiera ido por un tubo debido a tu estúpido e innecesario sentimentalismo.— discutió Hyunjin, para luego esbozar una pequeña sonrisa ya que había escuchado a su hermano gruñir.

—Tarde o temprano experimentarás la traición que mamá sintió y será ahí cuando tu hermano no esté para sostener tu jodida mano.— espetó con furia el mayor.

—Pues entonces me salvaré yo mismo.—alegó Hyunjin aún sonriendo logrando que su hermano saliera hecho una furia por la puerta.

El no lo entendía, antes se llevaba bien con Seungmin pero ahora no podía estar en una misma habitación con el sin pelear. El no sabe porque es tratado de esa forma, solo sabe que ocurrió de la noche a la mañana, pero ese tipo de cosas ya ni siquiera le preocupaba.

Solo mantenía a sus hermanos cerca de el porque reconocía que eran armas que quería mantener con el. 

Seungmin era la única persona que se podía asemejar a el en cuanto inteligencia y su habilidad con armas. Wooyoung es un maldito maestro del engaño, sin mencionar el hecho de su magnifica habilidad para el combate cuerpo a cuerpo, recuerda que una vez casi su hermano pequeño le gana, casi.

 Wooyoung es un maldito maestro del engaño, sin mencionar el hecho de su magnifica habilidad para el combate cuerpo a cuerpo, recuerda que una vez casi su hermano pequeño le gana, casi

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06:49 AM.

Ya había dejado de llover pero el frío calaba hasta en lo más profundo de su ser, pero al contrario de molestarle, le daba paz.

El frío para el joven Felix era igual de incomprendido que el. Era tan placentero que el frío lograra congelar tus huesos sin siquiera hacer mucho trabajo. 

Solo le molestaba un poco que sus dedos enrojecieran por culpa de su maldita adicción de fumar, pero a la ves le gustaba tanto la combinación del frío con el humo que desprendía su cigarrillo.

—Si sigues ahí te vas a congelar, ¿por que no entras?

—Sabes que me gusta disfrutar del frío.

—Ya, pero por disfrutarlo, terminarás en un hospital con hipotermia, Felix.— el rubio se dio vuelta para ver que su hermano tenía el ceño fruncido logrando una risa en el para luego entrar.

—Tienes que dejar de actuar como una mamá.— se burló Felix.

—¿Quién se preocupará por ti entonces?— bromeó el de cabello negro.

—Ya, Lee, tranquilízate.— respondió el rubio dejando que su cigarrillo se consuma solo en el cenicero de plata.

—Felix —llamó, a lo que el rubio dio un asentimiento dando a saber que le escuchaba.—Ya está aquí, volvió.

Felix borró toda sonrisa de su rostro, porque el lo sabía, le había visto merodear el club por la noche. Su querido hermano estaba de vuelta...

—¿De verdad? ¿como lo sabes?— preguntó con curiosidad.

—En la entrada del club me avisaron que le habían visto. Solo ten cuidado.— avisó el de cabellos negros.

Claro que lo tendría, porque Lee Felix sabía que no vivía en un mundo de rosas, sabía que la mayoría de personas que se le acercaban era para obtener algo a cambio, ya sea, sexo o dinero, pero siempre querían algo y el no era un tonto.

Solo esperaba poder armar bien el tablero y hacer una de sus mejores jugadas. Pero como su padre decía, dente per dente, occhio per occhio.













𝐒𝐊𝐘𝐅𝐀𝐋𝐋 | 𝐇𝐘𝐔𝐍𝐋𝐈𝐗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora