El sol de principios de abril me quemaba la cara mientras trataba de no perder la concentración. Remar de manera coordinada era más difícil de lo que había pensado.
—¿Necesitas ayuda? —Matías se acercaba velozmente en su kayak—. La primera vez puede ser un poco complicado.
Lo miré por unos segundos. Su piel bronceada brillaba contra la luz del sol, como si estuviera bañado en aceite, justo como los competidores olímpicos de la antigua Grecia. Sus rizos ya se marcaban de manera pronunciada y despedían una luz dorada que contrastaba con el cielo azul.
—No. Creo que ya lo tengo. —No lo tenía.
Remé como pude y Matías me siguió sin esfuerzo.
—Veo que eres todo un experto —dijo sarcásticamente.
—Déjame. Puedo solo.
La distracción hizo que mi kayak se tambaleara y estuve a nada de caerme.
—Ya me di cuenta —Rió.
—Un comentario más y te quedarás sin sexo por una semana —dije en tono tajante.
Matías y yo llevábamos unas cuantas semanas acostándonos. Eventualmente todos se enterarían y ambos lo sabíamos. Era difícil esconder algo así cuando vivíamos con otros cinco hombres, y tampoco nos importaba mucho. Bruno estuvo a punto de encontrarnos besándonos en la cocina la semana anterior, y una mañana Danny había entrado a mi habitación solo segundos después de que nos pusiéramos la ropa.
—¡Hey! —Bruno nos gritó desde la orilla del mar y nos hizo una seña para que nos acercáramos.
—El primero que llegue gana. —Me retó Matías.
Y sin esperar respuesta, comenzó a remar hacia la orilla. En mi estúpido intento por alcanzarlo, terminé volteando mi kayak y sumergiéndome en el agua. Salí para escuchar las carcajadas del rubio, quien no tardó en sufrir el mismo destino por lo mucho que se reía. Ambos nos montamos de nuevo sobre los kayaks y remamos entre risas.
—Se supone que no debían sumergirse. —Danny nos miraba con superioridad.
—Cállate —dijimos al unísono.
—Héctor está apartando una mesa en el restaurante. Vayan a cambiarse mientras Danny y yo devolvemos los kayaks —ordenó Bruno.
Los cuatro caminamos juntos al local de renta. Danny y Bruno se detuvieron en el mostrador mientras Matías y yo nos dirigimos a los vestidores. En silencio, tomamos nuestras cosas y caminó cada uno a un cubículo. Entré al mío y Matías al que estaba en frente.
—Oye.
Volteé para ver a Matías quitarse el traje de baño rosado sin haber cerrado la puerta. Me sonreía pícaramente mientras acariciaba su miembro, que no tardó en ponerse erecto.
—¿Vienes? —preguntó.
No me cuestioné qué pasaría si alguien nos veía. Simplemente caminé hacia él y uní mis labios con los suyos. Estaban fríos y mojados, al igual que el resto de su cuerpo. Pasé mis manos por su culo y me encargué de sostenerlo entre mis brazos. Su cuerpo esbelto contrastaba con lo fornido del mío. Nos complementábamos. Mis besos pasaron de sus labios a su cuello y no dudé en lamer la manzana de Adán que se le formaba. Ésta se movía de arriba a abajo con los gemidos que salían de su pecho mientras mis manos buscaban su entrada entre sus glúteos. Se sentía débil, rendido ante mí. Quería que yo lo tomara justo en ese lugar, sin importar nada más. Mis dedos acariciaron su palpitante orificio y éste reaccionaba a la presión ejercida. Solo había tomado unas pocas semanas para que su cuerpo me reconociera como un objeto de placer, como un indicador de que las cosas están por ponerse calientes.
Mi erección era incontenible y amenazaba con romper la tela de mi traje de baño. Matías se dio cuenta de esto y me quitó la prenda como pudo. Nuestros miembros fríos chocaban contra la piel del otro sin ningún pudor y ambos nos frotábamos en un intento desesperado de entrar en calor.
—¿Qué hacen? —Una voz sorprendida interrumpió nuestro juego.
Bruno estaba parado frente a nosotros, entre mi cubículo y el de Matías, observándonos, juzgándonos. Como si fuera poco, Danny entró a los vestidores para encontrarnos desnudos y pegados el uno al otro.
—Danny, Bruno... Esto... Yo... —Matías era incapaz de formular una oración—. No hacíamos nada...
—Los dos están erectos. —Bruno dirigió la mirada a la altura de nuestra entrepierna.
Matías abrió la boca para defenderse, pero nada salió de ahí. La adrenalina me había dejado paralizado con una sensación de frío en la nuca.
—Somos amigos con derechos... desde hace unas semanas.
Matías me miró con asombro cuando dije eso. Bruno no pareció sorprenderse y Danny tampoco.
—¡Gracias por decirlo! Ya era hora. Estaba tan cansado de guardar el secreto... —Danny se veía aliviado.
—¿De qué hablas? —pregunté sin entender nada.
—El día del desayuno los escuché hablar en el baño. No lo podía creer, pero no dije nada. Me lo guardé esperando a que lo dijeran. Han pasado semanas y se siente muy bien deshacerse de ese peso...
Recordé que ese día no podía encontrar a Danny por ningún lado, ahora sabía por qué.
—Entonces... —dije en tono inquisitivo.
—¿No les importa? —Matías los miraba incrédulo.
—En lo más mínimo... —exclamó Danny con una sonrisa y señaló nuestra entrepierna con la mano—. Solo vístanse.
Danny salió del lugar y Bruno se quedó con nosotros. Me pregunté si nos revelaría su propio secreto. Si nos diría que se acostaba con Vives.
—Los espero en la mesa... —Y se fue.
—Salió mejor de lo que esperaba —dije.
—Así que amigos con derechos, ¿cierto? —Matías me miraba con una sonrisa.
—Cierto —afirmé y me acerqué a besarlo, pero se retiró.
—¿Sin ataduras ni compromisos?
¿De dónde venía esa pregunta? No existía nada emocional entre nosotros. No podía existir.
—Tengo novia, ¿recuerdas?
Me acerqué de nuevo y esta vez no se quitó. Lo besé.
—Cuidado que no quiero que alguien más nos vea. —Matías se pasó la toalla por el cuerpo.
—Hay algo excitante en que nos vean, ¿no crees? —Sonreí con segundas intenciones.
—Ni lo pienses... —Matías rió ante mi broma que no era tan broma.
—Como digas... —dije mientras caminaba hacia mi cubículo.
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MORTENSEN: HISTORIAS DE VERSIER VOL. 1 (+18)
RandomAdvertencia: Novela homoerótica. Thomas Mortensen llega a la ciudad de Versier, donde será recibido con los brazos abiertos por los integrantes de una fraternidad universitaria. Durante su estancia en la ciudad, Thomas se cuestionará su sexualidad y...