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Recuerdo el día que llegué a la ciudad de Versier. Estaba en el avión, viendo el aterrizaje por la ventana, mientras pensaba en todo aquello a lo que renunciaría por seis meses, pero no me dolía, al menos no en ese entonces. La anestesia fue pensar en todas las cosas que obtendría, la gente que conocería y las experiencias que viviría. Y no me equivocaba, esa noche llegué a casa de Bruno, mi primer amigo.

Ya había pasado casi un mes desde aquel día a mediados de diciembre y podía decir que todo había salido bien. Bruno me había ayudado a entrar al equipo de fútbol del cual formaba parte. Me presentó a todos, pero solo trabé amistad con aquellos que pertenecían a su grupo cercano, es decir, Matías, Danny y Héctor. Ninguno de los cuatro había tenido problema en incluirme y, considerando que estaban de vacaciones, me habían llevado a mil fiestas que terminaban con nosotros representando la decadencia humana a la mañana siguiente, por lo que nuestra amistad se había hecho fuerte en tan solo cuatro semanas. Les tenía una gran confianza y de verdad los quería, pero había algo que no podía contarles y eso era que soy bisexual. Tal vez no me odiarían si les contara, pero sé que nuestra amistad se volvería incómoda. No tenía la certeza de que fueran homofóbicos o bifóbicos, pero escuchaba cómo se referían a otras personas LGBT, sobre todo a la última ex de Héctor, quien le había dicho que era lesbiana y lo había dejado.

Por este gran secreto había evitado exitosamente la visita a las regaderas después de los pocos entrenamientos que habíamos tenido, pero esta vez fue imposible porque Danny me había retenido al terminar. Todos ya se habían ido, pero él llevaba varios minutos contándome sobre su noche caliente después de la fiesta del viernes pasado. La verdad es que algunas de las cosas que decía me ayudaban a unir los flashbacks que tenía de ese día. Sobra decir que el alcohol se apoderó de mi cuerpo y lo único que recuerdo es haber despertado en la cama de una mujer que aparentaba tener unos diez años más que yo. Pero volviendo al tema, Danny hablaba mientras caminaba hacia los vestidores y yo lo seguía sin ser consciente de que sería más difícil deslindarme si ya estábamos allá. En efecto, tenía razón. Llegamos a los lockers vacíos y agarró su ropa, luego se dirigió a las regaderas sin dejar de hablarme y comenzó a desvestirse. No tardó ni un minuto en quitarse la playera y los shorts deportivos, quedándose en unos bóxers ajustados que no dejaban mucho a la imaginación.

Danny tenía un cuerpo trabajado y atlético. Sus abdominales se marcaban sin esfuerzo, sus pectorales estaban bien formados y eran adornados por cortos vellos negros. Sus brazos no eran tan grandes, pero estaban bien definidos. La verdad es que no estaba nada mal, pero no debía pensar así de mi amigo, así que me centré de nuevo en su historia, lo cual no duró una vez que se quitó los bóxers y mostró su desnudez con naturalidad. Tenía un miembro envidiable, la primera palabra para describirlo era "proporcionado" porque era tan largo como grueso. Él seguía hablando y movía las manos con la emoción que lo caracterizaba, sin ser nada consciente de que mi atención no estaba puesta en su historia. Me impactaba la facilidad con la que se movía desnudo frente a mí, y tal vez no debería, pues era algo normal para él, de hecho, para todo el equipo. Seguí admirándolo y noté detalles en su intimidad como la vena gruesa que se marcaba en el centro o la manera exagerada en la que se balanceaba, mostrando que no era de un volumen que debía tomarse a la ligera.

Mi amigo se metió bajo la regadera y pude ver que enfrentaba el conflicto sobre si debía callarse para que el agua no se le metiera en la boca, pero se trataba de Danny, así que hizo lo único que podía esperarse de él, siguió hablando sin importar si se ahogaba un poco. Se puso shampoo y se revolvió el cabello oscuro, mostrando unas axilas con cierto vello y marcando sus bíceps y hombros. Una vez que abrió los ojos pareció darse cuenta de lo que estaba pasando.

—Thomas —dijo—. ¿No te vas a meter?

Por un momento traté de hallar una respuesta que me librara de posibles cuestionamientos.

—No...

Lo vi abrir la boca y me apuré a decir:

—Es que no tengo... ropa.

Me maldije por haber improvisado la peor excusa, pero él pareció tranquilo con mi respuesta, al menos por un momento, porque no tardó en sacar a relucir la amabilidad que lo caracterizaba.

—Yo traje algo extra, y estoy casi seguro de que somos de la misma talla, solo eres unos centímetros más alto —dijo después de barrerme con la mirada.

—No, no te preocupes. Puedo bañarme al llegar a casa de Bruno. No quiero molestar.

—¿Y vas a ir a la casa de Matías apestoso y sudado?

Lo había olvidado. Habíamos quedado para ir a casa de Matías después del entrenamiento y todos ya se habían ido. Solo Danny podía llevarme.

—Cierto... —dije sin encontrar más excusas.

Me quité la playera revelando mi torso ligeramente menos trabajado que el de Danny y me fijé en él. No me miraba ni me ponía atención. Luego me quité los shorts y proseguí con los bóxers. No había forma de esconder lo que había en mi entrepierna. Estaba semierecto y pedí al universo que Danny no se diera cuenta. Me metí bajo la regadera contigua a la de él y encendí el agua helada para tratar de bajarme la calentura. Un pequeño quejido escapó de mis labios al sentir las frías gotas contra mi piel.

—Espera, te ayudo.

Danny se acercó a mi espacio y se inclinó para mover la manija y poner el agua caliente, pero al hacerlo, la piel de su muslo rozó con mi miembro y fue imposible no exaltarme. Él pareció darse cuenta y me dedicó una sonrisa apenada. Luego comenzó a reírse hasta terminar carcajeándose. Para mí no fue tan divertido. Mi piel estaba roja de la vergüenza y mi media erección había crecido. Por suerte, las risas de Danny le impidieron siquiera pensar en mirarme.

Ahora, el agua hirviendo bajaba por mis músculos, relajándolos después de un entrenamiento invernal. Danny terminó pronto y se secó mientras me seguía contando su historia. Yo me sentía expuesto, como en un zoológico, mientras me frotaba con el jabón, completamente desnudo frente a mi amigo. Mi erección comenzó a reaccionar ante la vergüenza y no tardó en extinguirse, ya había pasado todo. Me había librado de ser descubierto. Mi secreto seguía a salvo, mi engaño seguía intacto, pero no podía evitar preguntarme: ¿Estaba dispuesto a seguir viviendo una mentira?

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Aquí les dejo los primeros capítulos de esta nueva historia que llevo varios meses escribiendo. Al tener varios capítulos listos, espero poder actualizar cada lunes.

Muchísimas gracias por leer y, como siempre, ¡espero que la disfruten!

Pd. Siéntanse libres de comentar para que podamos interactuar mejor :)

MORTENSEN: HISTORIAS DE VERSIER VOL. 1 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora