Capitulo 2:

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Icar
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Podía notar como Andy estaba de los nervios, movía con intensidad su pierna mientras miraba su teléfono apoyada en mi hombro.
Hades nos miraba de reojo mientras hablaba con Atenea, y está discutía con Ares.

Sentía la extraña sensación de que me querían matar, sobre todo Hades, Perséfone por su parte era la persona más dulce que había en esta sala. Estaba sentada contándole a María una de sus mil historias, mientras ella escuchaba recostada en las rodillas de Afrodita la cual le hacía pequeñas trenzas y acariciaba su cabeza.

—Mira, ¿No te lo querías hacer?— hablo Andy mirándome mientras me enseñaba una foto de un pircing de labio. Asentí mirándola y ella sonrió; —Apolo está hablado con Hécate sobre unas plantas medicinales, podemos ir a preguntarle si te lo hace— sonreí mirándola.

—¿Crees que me lo haga?— ella asinto; —Papa, ¿Me puedo hacer uno en la ceja?— Hades le miro y alzó las cejas;
—¿Quieres que te diga dónde te lo puedes hacer?— ella le saco la lengua. Eso le provocó una sonrisa al dios, podría estar enfadado con medio mundo, pero su hija siempre le sacaba una sonrisa.

—¿Me lo puedo hacer entonces o no?— el la miró de reojo y callo un momento a Ares; —¿Si vas a hacer lo que te de la gana, para que preguntas?— ella dudo durante unos segundos.

—¿Para avisar?— Persefone le miró riéndose; —¿A quien me recordara?— Hades apoyo sus manos en su silla mirandola. —Eh a mi solo se parece en el físico — Afrodita miró a Hades y le apuntó con el dedo; —No mientas, solo le hace falta tener miembro viril para ser idéntica a ti— Andy se levantó riendo, agarró mi mano mientras caminaba.

—Pues lo tendría enorme, y lo sabéis— Hades se tragó una risa y Persefone le regaño; —¡Andrómeda!— ella solo sonreía.
—¡Admítelo madre!, ¡Es la verdad si fuese un tío tendría una pedazo de Poll…— una orquídea casi se estampa en su cara por lo cual tuvo que callase y esquivarla; — ¡Mama!, ¡¿Me atacas con una orquídea?!, ¡Que deshonrra!— dijo sarcástica mientras nos íbamos.

Ella iba dos pasos más adelante que yo tras un rato caminando nos paramos mirando lo que parecía el techo del inframundo;
— ¿No crees que está raro el inframundo?— le mire.

—¿No?, Lo veo como siempre— ella negó; —Desde que papá asumió el rol de jefe del Olimpo está muy raro este sitio. — parecía preocupada. Me acerqué a ella con delicadeza por detrás pasando mis manos por su cadera mientras escondía mi cara en su cuello.

—No va a pasar nada cariño— ella río; —¿Y ese nuevo apodo?— inale su perfume.
—¿No puedo ser cariñoso contigo?— ella asinto dándose la vuelta quedando frente a frente conmigo, antes no tenía que agacharme para darle un beso ahora sí.

—¿Has crecido?— cuestiono ella, asentí sonriendo; —Soy más alto que tu— canturre haciéndole cosquillas, ella empezó a revolverse en mis brazos.

—¡Icar!— exclamaba entre carcajadas, de tanto movernos nos caímos al suelo, los dos en el suelo y medio muertos de risa nos tumbamos mirando el techo del inframundo.

—Es precioso— murmure yo, sentí sus ojos carmesí mirándome.
—Son estrellas— le mire y ella alzo las manos al techo. —Quiero decir, son piedras preciosas con la forma de las constelaciones, mira allí. — señaló a un punto específico, donde se veían un cúmulo de estrellas en forma de barra de pan.

—Es Andrómeda— mustio en un susurro; —¿La constelación o la galaxia?— me miró con una ceja alzada.

—La galaxia tarado— sonreí y pase mi brazo por encima de ella.
—Es muy bella, igual que su tocaya— murmure abrazándola, sentí sus frías manos abrazándome.
Sentía que se escondía en mi pecho, mire con curiosidad; —¿Que te ocurre?— cuestione yo.

Ella negó, agarre su cara para mirarla y obligarle a mirarme.
—Andy— ella levantó los ojos con tristeza; —Es Deimos, cada vez está más distante— suspiré levantándome con ella en brazos mientras la colocaba entre mis piernas.

—¿Le quieres?— cuestione yo, tenía temor a la respuesta, pero era obvio que si. Asintió con vergüenza; —Pero te quiero a ti también — sonreí mirándola.

—Lo se, estás enamorada de los dos ¿Verdad?— ella asintio escondiéndose en mi cuello mientras me abrazaba.

—¿Porque simplemente no puedo decidirme?, No quiero que sufráis ninguno— pase mis manos por sus rizos acariciándolos.
—Lo se mi lady— baje mis manos por su cintura a su cadera, sentí la vibración de su pecho, era risa; —Eres un guarro— mire sus labios, mientras me acercaba más a ella.

—Es muy difícil tenerte encima y no ponerme asi— soltó otra risa, de un momento a otro estaba moviéndose suavemente.

—Andy— mascullé suplicante; —No me hagas esto si no vamos a terminarlo, luego duele— soltó una carcajada larga y me dio varios besos cortos por la cara.

—¿De verdad os duele?— la voz de cierto castaño intervino.
—Como el infierno mujer, no tienes piedad— soltó una carcajada y lo tiro del brazo para tirarlo al suelo.

—Eres malvada— murmuró el apoyandose en mi. —Estas muy cariñoso conmigo Deimos— el sonrió siniestro.

—Dejame en paz y callate, estoy viendo las estrellas.— Andy se lanzó a abrazarlo con fuerza, parecía una niña.

Tras una larga charla, los tres estábamos en forma de símbolo de la paz, Andy a la izquierda, Deimos a la derecha y yo abajo.

—El cielo está raro— murmuró Andy, Deimos alzó las cejas y abrió los ojos.

—Es cierto, brilla menos de lo normal.— ambos parecían totalmente preocupados, pero yo seguía viéndolo normal.

Lady Shadow III:Las Armas de los Dioses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora