Capitulo 10:

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Fhobos
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La culpa, después de tantos años me seguia corroyendo lo poco que me quedaba de corazón. Podía escuchar a Andy maldecir a su hermano mayor mientras que María la escuchaba de forma atenta.
Me fije en el rostro de María. Ojeras bajo sus orbes verdes, sus pecas estaban opacas, apenas se marcaban.
Sentí las frías manos de Hecate sobre mis hombros, ella sonreía mirándome.

-Creo que tú podrías manejar mejor el rayo...- negué mientras no apartaba los ojos de María y Andy.
-No. Deimos... Es Deimos el que debe hacerlo. El rayo tiene conciencia propia, solo una persona fuerte de mente puede cogerlo y manejarlo sin poder ser controlado... Yo soy el menos indicado- una helida sonrisa salió de sus labios, la mire y ella me sonreía de forma irónica.
-Aun tienes culpa... ¿Ahora te arrepientes?- rodé los ojos,.cansado me frote las manos en la cara, jadeé exasperado.

-Me arrepiento de muchas cosas en mi vida, pero esta es una de las que más me arrepetire toda la vida, mi miedo al abandono me hizo comportarme de forma irracional... - murmure yo, Andy se dio la vuelta y se acercó a mí. Tenía pucheros y las esclerótidas rojas del llanto.

-¿Me das un abrazo?- Hecate me miraba, alce los brazos con ternura, ella se acurrucó en mi pecho como una niña. -Te doy la vida si hace falta...- eso pasó por mi mente en un segundo,  después Andy pareció desaparecer por varias horas, seguro estaria vigilando el perimetro.

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Hades y Hecate formaban una ruta segura para ir a por el objetivo, Zeus. El cual estaba escondido en las montañas, la última vez que yo entré en esas montañas casi salgo sin pierna. Era un refugio de amantes e hijos de Zeus, alejandolas de la ira de Hera, el los solía encerrar ahí, o convertía en estrellas. Depende de cómo le pillase el día y si Hera habia echo de las suyas.

Recordaba como eran, habían bestias por todos lados, cicloples, arpías, quimeras, grifos y basiliscos, sin contar los hijos de Zeus que vivian ahi. Sentí una mirada fija en mi espalda, no era Deimos, ni Icar ni Hades. Andy a saber dónde estaba, Deimos tampoco estaba, María la cual miraba el teléfono con entusiasmo, creo que estaba viendo futbol, Icar parecía aún intentar recuperarse de su estancia en el tártaro, estaba palido, y aun vomitaba.
Hecate hablaba con Hades, me levanté y empecé a caminar, tras un cuarto de hora escuchando el sonido del viento bailar con las hojas de los arboles, habia paz, una paz efimera que se vio rota por una jabalina de sombras apareció por el camino, una sonrisa ladina bastante nerviosa salió de mis labios.

—Zagreo... ¿Se puede saber que haces?, ¿No sabes que no puedes salir? — el apareció de entre las sombras, su cadavérica tez brillaba con el naciente brillo de luna, sus ojos desiguales me analizanban con detenimiento.
—Si... Se que no debo salir... Pero mi hermana me necesita... Creo que va siendo hora que ocupe mi lugar de nuevo.— sentí un pellizco en el pecho.
—No tienes nada que ocupar, ese puesto lleva ocupado hace mucho — su risa maquiavélica me rechinó.
—¿Porque yo quise?, ¿O porque no eras capaz de soportar el hecho de ser menos?, Pensabas que Andrómeda te abandonaría... Y lo va ha hacer cuando se entere lo que hiciste.— trague saliva y negué;

—No... No me va a abandonar... Ella no me dejara solo...— mantuve yo intentando hablar con normalidad ignorando la falta de aire que me generaba el nudo en la garganta. El sonrió maquiavélico, sus ojos desiguales me miraban, con asco, pena y sarcasmo.

Lady Shadow III:Las Armas de los Dioses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora