Capítulo 4;

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Andrómeda

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Papa estaba zumbado, literalmente. Rápidamente negué gritando, el le ignoro y empezó a caminar de nuevo, pasamos el pasillo y seguía ignorándome, y llegamos a la habitación de papá, el de dio la vuelta y me miro.

—¡No puedes ir!— volví a gritar yo.
El sonrió y me sacudió el pelo, note la fría mano de papá en mi casco, con una sonrisa me miro y acaricio mi cara.

—Mi luz, no voy a dejarte ir sola. Nunca debí dejarte sola, es más nunca debí dejar que fueses sola a por Icar. — mire el suelo, no. No quería que viniese, no quería que Zeus le hiciese algo.
—Zeus me dijo que eras el príncipe de sangre y sombras.— el sonrió nostálgico, empezó a caminar.

—En esos entonces Zeus, Poseidón y yo éramos imparables, los reyes del mundo, los más fuertes. Tu tío Zeus era el más benigno de los tres. Su codicia, miedo y arrogancia lo terminaron convirtinedo en lo que es. — agarro una bolsa y empezó a meter cosas de su armario.

—¿Miedo a que?, Era el rey de los dioses.—masculle yo molesta, era cierto. Mi tío Zeus no solía ser así, al menos que yo lo recordase.

— Miedo a ti, Andrómeda. —le mire con asombro, ¿A mi?
—Cuando eras pequeña eras más fácil de llevar, te controlábamos con Ares y Atenea de maestros principales. Para el nunca fue suficiente, por eso te prohibio salir del inframundo sin compañía. — el se quedó quieto por un momento.

—Nunca espero que yo tuviese un hijo, antes de que Apolo naciera, antes de que el mismo sol existiese, me dijeron que yo tendría una criatura. Fuerte, poderosa, de corazón puro, que sería capaz de destronar a quien quisiese. Esa criatura.— se acercó a mí y me agarró de los hombros. —Eras tu, y tú tío Zeus lo sabía.— no sabía que responder.

—¿Para que quiero yo el olimpo?— era ridículo. —Hija, el miedo es capaz de volver a las personas más buenas horribles monstruos, eso es lo que pasó con tu tío Zeus.— sus ojos me analizaban, acaricio mi cara y sonrió ladinamente, su nostalgia salía a chorros de sus ojos, parecía querer llorar.

— Apesar de que eres idéntica a mi , te pareces mucho a el, ¿sabes?
Tienes el mismo entusiasmo que tenía el en los ojos cuando tenía tu edad, todavía recuerdo cuando salí del estómago de Cronos, al primero que vi fue a el, se lanzó a mis brazos gritando. Después saco a Demeter, Poseidón, Hera y Hestia. Nada más verme lo primero que me digo fue que todo estaría bien, que por fin estábamos juntos, apenas era un niño de dieciséis años. — se veía dolor en los ojos de mi padre, en el fondo era su hermano, le dolía tener que pelear con el.

Cuando terminó de empacar las cosas salió de la habitación, Deimos, Icar, Fhobos y María ya estaban listo. Esta última me miro con el ceño fruncido, se colocó bien los guantes que cubrían sus manos y hablo.
—Che, unas ganas de quemar gente que tengo. Los aladines le ganaron a la selección en el primer partido del mundial, estoy recaliente. —sonrei y la abracé.

—Te juro que si salimos de esta a tiempo te llevo a la final.— ella sonrió y recogió su pelo castaño; —Y más te vale salir viva o te cago a palos.— sonreí y solté una carcajada.

Papa seguía moviéndose de arriba abajo buscando a Hecate y Apolo. Ya me estaba poniendo más nerviosa de lo que estaba.


Estaba sentada en el sofá sentí las manos de Icar rodear mis hombros y apoyarse en mi cuello con delicadeza. Beso mi mejilla con cuidado y susurró; —Tranquila, no va a pasar nada malo.— le mire y asentí poco convencida, Deimos se sentó a mi lado, con discrepcion agarro mi mano con cuidado y la apretó.

Los mire a ambos y sonrei de lado, eran tan diferentes y tan parecidos al mismo tiempo.
Fhobos apareció delante nuestra con el teléfono en la mano y hablo; —Vamos, Hades ha terminado de hablar con Apolo y Hecate.— me levanté y camine hasta el jardín.

—¿Estás seguro que tenéis que ir allí?— murmuró Apolo mirando asustado a papá.

—Si, necesitamos esas armas. He hablado con Poseidón y Gaia, tenemos todo el derecho y la obligación a cogerlas— no entendía bien lo que decían, caminamos hasta los campos de castigo, papá nos miro a todos y suspiró.

—No me jodas— murmuró Fhobos.
—¿Tenemos que bajar?— papá asintió.

—Si, tenemos que bajar.

Lady Shadow III:Las Armas de los Dioses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora