Como una larga noche de invierno que comienza a morir, que avanza en esas horas frías y silenciosas, calmas y lentas, la luz del amanecer irrumpió con suaves y tímidos colores a su alrededor.
La tormenta oscura, violenta, incontrolable, diluyó su ira en el cielo... en un vendaval atemorizador; en ese huracán que poco a poco se fue transformando en un viento helado que se volvió agradable y cálido.
La lluvia hizo una tranquila y lenta transición para volverse garúa, perdiéndose en la brisa, dejando ese agradable aroma a petricor que inundó su corazón.
... El tiempo pasó...
La luna y el sol continuaron persiguiéndose, en ese interminable e imperturbable ciclo durante semanas o meses, y jamás se detuvieron.
Los árboles se tiñeron de verdes y alegres colores, mostrando sus flores más bellas.
Y de aquél último encuentro, de esa difícil despedida, 6 meses pasaron.
Las doradas e inertes arenas del desierto la habían envuelto como un cálido y tranquilo abrazo, calmando su corazón, sellando una a una sus heridas; permitiéndole avanzar. Volver a soñar era posible, encontrar un camino y su lugar parecía alcanzable. Y esa silenciosa y gran oficina donde estaba, era el inicio de su nueva vida.
—Kazekage.
La mirada del aludido viajó desde el documento que estaba leyendo en su escritorio, hacia ella, que se encontraba de pie frente a él. Y no fue amable.
Lo ojos de ella lo miraron con sorpresa, para luego fruncir el ceño mientras abrazaba la carpeta que pretendía entregarle. Ya sabía de que se trataba, llevaba un tiempo pidiéndole que dejara las formalidades con él.
Se miraron un momento, desafiándose mutuamente sin palabras, hasta que ella cedió.
—Gaara—volvió a llamarlo y él se mostró más relajado—, aquí está el siguiente documento. Solo require tu firma.
Él asintió, recibiendo la carpeta con tranquilidad.
—Hinata—respondió—¿queda algo más para hoy?
Ella volvió a su escritorio, ese que Gaara hace 6 meses atrás mandó a colocar cuando decidió dejar de ser ninja para volverse su secretaria.
Había sido una decisión bastante simple de tomar cuando ingresó en su primer día y vio el caos de la oficina. Temari, quien hasta ese momento, a veces ejercía ese rol para ayudarlo, se había marchado a Konoha por dos meses.
Él, en un principio, había dudado en aceptar pensando que ella preferiría ejercer como ninja, pero Hinata se encargó de hacerle entender que para ella estaba bien.
—No—respondió, luego de mirar una pequeña agenda—, esto es lo último.
Gaara firmó rápidamente, dejó la lapicera en su lugar y se levantó.
Como ya era costumbre, salieron juntos de la oficina en un agradable silencio que solo era levemente interrumpido por los sonidos de la aldea. Avanzaron, por las calles de arena dorada y construcciones lisas que, a esas horas, cobraban vida con alegres luces de colores que iluminaban la noche que caía.
Y cuando iban a doblar en la esquina que llevaba a la zona residencial donde ambos tenían sus hogares, ella lo llamó.
—¿Me acompañarías a un lugar?
Él, con sorpresa, la observó colocarse un poco nerviosa, pero extrañamente contenta y asintió.
La siguió, hacia la dirección contraria, volviendo a la zona del comercio pero hacia una plaza tranquila con lugares para comer. Notó como ella lo guiaba hacia un pequeño local cerrado, con un antejardín algo abandonado, y se detenía en la entrada.

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Lejanía
FanfictionSe conocían, en silencios y circunstancias que los llevaron por caminos separados; en momentos y recuerdos que muy pocas veces los juntaron; y ahora, ella estaba en un lugar donde él jamás lograría llegar.