Lazos

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Como la lluvia que cae en invierno, como el viento que fluye en la tormenta, los días en la aldea de la hoja continuaron avanzando.

Rápidos, agitados, interminables, las reuniones para la organización de las pruebas Chunnin comenzaron tal y como había sido organizado. Paso a paso, se abordaron los diferentes temas que involucraban la selección y la seguridad, las pruebas y objetivos buscados.

Minutos de descanso casi no existían, los entretiempos eran utilizados por las distintas delegaciones para reuniones y acuerdos políticos que podían beneficiar a las aldeas.

Y desde la última vez que Sasuke y Hinata se reunieron, 3 días habían pasado.

Aquella larga misión a la que había sido convocado no estaba dentro de sus planes.

—¡Al fin! —exclamó Naruto, con evidente cansancio— mañana podremos regresar.

Abrió con entusiasmo las grandes puertas de la prisión donde habían dejado a los bandidos que habían ido a atrapar, a solicitud del líder de esa pequeña aldea que solicitó sus servicios. Y salió a la casi desierta calle, donde el sol ya se había ocultado.

Ino sonrió y miró a Ten-Ten con entusiasmo.

—Dicen que, en esta aldea, hay una calle conocida por sus joyerías y tiendas de ropa—comentó la rubia—. Creo que me iré a dar una vuelta por el lugar, se acerca el cumpleaños de Sai.

Su compañera, asintió.

—Yo también aprovecharé de ir, hace mucho quiero comprar un par de aros—agregó Ten-Ten.

Naruto las observó con atención y negó, pero, extrañamente, Sasuke guardó silencio y se acercó. Ino sonrió al notar que el Uchiha también hubiese decidido ir, pero no dijo nada más, solo se limitó en hacerle una seña para que las siguiera mientras Naruto suspiraba y decidía que las acompañaría también.

El trayecto fue corto, la cárcel no estaba demasiado lejos del centro comercial de la aldea, y, tal y como Yamanaka había indicado, el lugar estaba lleno de tiendas pequeñas con diversos productos, extendiéndose por 2 cuadras completas.

Nada más al llegar al lugar, las chicas se separaron de ellos y se perdieron, Naruto, que ya estaba cansado, ingresó a un pequeño restaurant indicando que esperaría ahí y Sasuke, algo perdido, comenzó a recorrer las calles.

Quería comprarle algo a Hinata, algo que ella pudiera usar, algo que se volviera especial, un secreto entre los dos; quería provocarle una sonrisa, de esas dulces que solo a veces ella mostraba en la intimidad (esas que él había visto muy pocas veces, y por casualidad).

Así que caminó, sin tener muy claro que era lo que debería escoger, pero seguro de que debería ser especial.

Se detuvo frente un pequeño local donde vendían accesorios como carteras y bufandas, pero no logró encontrar nada que llamara su atención.

Avanzó, y paró en el siguiente local que vendía ropa y pensó que, quizás, podría regalarle algo de ahí; cuando dejó Konoha sus únicas pertenencias eran lo que sus amigos le habían regalado y ahora, probablemente tenía solo las ropas que se usaban en el clima cálido de la arena.

Quizás, alguna ropa podría servir...

Iba a dar un paso al interior, pero se detuvo inseguro; él no tenía claro que tallas ella usaba, ni si era adecuado que le regalara algo tan personal.

Negó, algo avergonzado de su atrevimiento y continuó avanzando, pasando local tras local, y de pronto, encontró una pequeña joyería, y observó.

No sabía mucho de joyas ni artesanía, pero se notaba que era un trabajo delicado y único el que se había realizado en cada pieza de las que se exhibía en el mostrador.

LejaníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora