Él y Ella

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Fue en el invierno, en una larga tarde de lluvias, durante una imparable y gélida de tormenta al anochecer.

Empezó entre el silencio asfixiante, entre recuerdos angustiantes y cada vez que la culpa, punzante, ahogaba su corazón. Cuando aceptó que ya no quería luchar; cuando reconoció que estaba cansado de tanta soledad.

Comenzó con una decisión inusual.

Inició cuando el destino la puso en su camino... cuando su corazón estaba preparado para encontrarla...

No antes, no después.

Inició en el instante adecuado.


Se conocían, en silencios y circunstancias que los llevaron por caminos separados;

en momentos y recuerdos que muy pocas veces los juntaron;

y en ese tiempo, ella estaba en un lugar donde él jamás pensó que lograría llegar.


Fue una invitación peculiar, extraña, pero sin ninguna maligna intención.

—Sasuke, vamos a cenar con Hinata.

No fue una pregunta, tampoco una obligación. Naruto le entregó una opción y él... la tomó.

Había sido una jornada de rastreo, en una misión agotadora e interminable de cuatro fríos días.

No lo pensó demasiado, su amigo parecía convencido de que Hinata, su querida novia, los aceptaría a los dos. Y él, por esta vez, se dejaría llevar, en su pequeño departamento no había nada que comer, nada que hiciera el lugar más acogedor, nada a lo que llegar.

Naruto lo miró con sorpresa ante su respuesta y sonrió.

—Te va a agradar, estoy seguro—respondió el rubio.

La había visto a lo lejos, sabía que habían sido compañeros de generación, que era una Hyuga, que su primo había intentado matarla, que ella había estado siempre enamorada de su amigo, que era silenciosa... rara. Habían compartido misiones sin mucha interacción, ella no parecía interesada en él más de lo necesario.

Eso era todo lo que sabía de ella.

A pesar de estar cansados, Naruto los desvió hacia una florería e ingresó rápidamente. Compró, ante la atenta e incrédula mirada de Sasuke, un pequeño ramo de flores y salió con una enorme sonrisa.

Ingresaron al edificio donde vivía Hinata y el conserje saludó al Uzumaki con alegría, ya lo conocía. Subieron las escaleras y cuando estaban fuera de la puerta de la Hyuga, Sasuke por primera vez sintió un poco de ansiedad.

No hablaban, casi ni se miraban, sin embargo, la alegría que proyectaba su amigo fue suficiente para ponerlo nervioso a él.

¿Se enojaría de verlo ahí?

¿Se sentiría incómoda con su presencia?

¿Se...?

La puerta se abrió.

Él observó.

Ella no intentó ocultar la sorpresa y una suave sonrisa se asomó en ese bonito rostro, tomándolo desprevenido.

—Naruto, Uchiha-san—saludó ella—, Bienvenidos. Me alegra que hayan regresado bien.

Dirigió una respetuosa pero no exagerada reverencia hacia Sasuke y sin dejar de sonreír volvió su mirada a Naruto, acercándose. Llevo su delgada mano a la mejilla del Uzumaki y la acarició con cariño.

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