Demostraciones de poder

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Torre de Gryffindor

A diferencia de las serpientes, los leones estaban tranquilos frente a la chimenea de su sala común. Sirius y Peter jugaban una partida de chasquido explosivo; Remus tenía su nariz metida en un libro y cada tanto daba un mordisco a su barra de chocolate muggle, cortesía de Lily; Alice, Marlene y Dorcas estaban sumamente concentradas en la explicación de Mary acerca de las universidades muggles y Lily se encontraba sentada en el regazo de James leyendo, mientras éste acariciaba sus mechones pelirrojos con una mano, al mismo tiempo que con la otra jugaba a atrapar su snitch de práctica.

—Podrías dejar eso—Se quejó la pelirroja, intentando agarrar el objeto dorado—Es tan irritante su zumbido que no me deja avanzar en mi lectura.

Rápidamente el chico atrapó la snitch en el aire, todavía mirando a su novia, y la guardó en su bolsillo con una mueca de molestia.

—Lo siento

—No entiendo porque juegas con ella, ni siquiera eres buscador. Además, creí que una vez que aceptara salir contigo, dejarías atrás todo ese intento de parecer genial. — dijo rodando los ojos—Siempre queriendo mostrar que tienes habilidad para el Quidditch o desordenado tu cabello al propósito para que pareciera que acabas de bajar de tu escoba ¿no crees que, siendo el capitán de Gryffindor, ya todos tienen bastante claro de que eres bueno?

El resto de los merodeadores miraron disimuladamente a su amigo; notando que Lily nuevamente, dado que había vuelto a poner la atención en su libro, no se dio cuenta del dolor y la molestia que brillaron en los ojos de James.

—No lo hago por eso, es un hábito—Se defendió y la chica puso los ojos en blanco

—Me recuerdas a esos chicos populares que, por ser capitanes del equipo de la preparatoria, creen que siempre pueden salirse con la suya o están por sobre los demás

—¡Oye! —Se quejó James al mismo tiempo que Mary decía

—Creo que eso fue demasiado, Lily

—No, déjala Mary. Quiero que me explique a que se refiere con eso—Dijo James acomodándose, y a su novia, para poder verla de frente.

Sin embargo, cualquier explicación quedó olvidada cuando Hermione entró a la sala común como una leona lista para atacar. Sus rizos castaños, que ahora eran más oscuros gracias a la sangre Nott que corría por sus venas, crispaban de magia retenida simulando una melena; sus ojos eran prácticamente negros, pero con pequeños destellos avellana que, en ese momento, parecían llamas que amenazaban con derretir la oscuridad.

Todos los leones sintieron el aura amenazadora y cómo, a pesar de la chimenea, la habitación se enfrió, causando que instintivamente todos buscarán sus varitas. Bueno, todos menos James Potter que parecía literalmente hipnotizado por la imagen y dudaba que el enojo que estaba percibiendo en ese momento, que amenazaba con aplastarle el pecho, fuera producto de la discusión anterior.

—Buenas noches—Saludó la castaña y para nada su tono tranquilo era acorde al resto de ella. —Lupin—dijo después de barrer a todos con la mirada y deteniéndose en el hombre lobo, regalándole una sonrisa falsa—Necesitaría que me acompañes, hay algo en lo que me gustaría que me dieras tu opinión

El chico, a pesar de la intranquilidad, asintió mientras se levantaba pidiendo permiso a Peter que estaba a sus pies, para pasar y así reunirse con la castaña.

—Lunático no irá a ningún lado contigo, Nott—Espetó Sirius y Hermione quiso sonreír al notar cuán parecido se veía a su hermano en ese momento.

—No lo estoy obligando, él viene por propia voluntad y de buena gana

—Lunático—Lo llamó casi suplicado, pero bastó una mirada a los ojos avellana y un tirón en el vínculo de la manada, para que Lupin supiera qué era lo correcto.

El Sacrificio de AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora