Para la misma tarde luego de clases, Mauro se decidió por invitar a Samuel a caminar un poco.
No solo por crear el inicio de un vínculo, a su parecer el Omega necesitaba una distracción urgente para no largarse a llorar hasta ahogarse con sus mocos.
— ¿Qué pasará con tu amiga? Querrá morderme la yugular igual que tú por separarlos. —.Habló el Alfa mientras caminaban en dirección a los jardines cercanos de la universidad.
— No sucederá nada, dijo que de todas formas tenía que ir con sus padres a no sé donde. —.respondió el moreno cargando su mochila en un solo hombro.
Luego de lo que sucedió dentro de la biblioteca, Samuel volvió a comportarse como antes, un poco más distante. Pero no negaría que sentía una sensación extraña instalándose en su pecho, no la reconocía.
¿Es que a caso le dará un infarto?
— ¿Crees que llueva? —.preguntó el Alfa mirando el cielo nublado, mientras el Omega se sentaba en el césped.
— Ojalá que sí, pero el cielo solo amenaza. —.respondió el moreno, recostándose con la cabeza apoyada en su mochila.
El más alto se sentó a su lado, manteniendo la distancia suficiente para no ser atacado por sorpresa. Mirando de soslayo al moreno mientras éste miraba el cielo, aparentemente despreocupado pero su aroma aún desprendía un poco de dolor.
Estaba segurísimo de que no sería descubierto, la posición en la que se encontraba, más la desorientación del moreno gracias a ese parche, le daban todas las de ganar.
— Sé que me miras.
Okay, tal vez no.
— Es que eres demasiado guapo. —.respondió el Alfa.
Escuchó y vio la risa del otro, sintiendo una extraña calidez expandirse por todo su pecho. Se quedaron así un rato, mirando el cielo nublarse cada vez más, hasta que ya no sabían si debían correr a casa para evitar mojarse o si ponerse a rezar y pedir perdón por sus pecados.
A Samuel se le ocurrió que era genial idea poner música para que no hubiera tanto silencio entre los dos, después de todo aún resultaba incómodo, no se conocían.
— ¿Por qué persistes tanto?
Preguntó de repente, el Omega seguía mirando el cielo, entrelazando sus largos dedos sobre su abdomen. El Alfa suspiró, recostándose por igual en el césped, era cómodo lo mullido de la hierba.
— Es muy pronto para decir que me gustas. Pero me gustas. —.respondió, mirando el cielo oscureciendo cada vez más.
— Parecías odiarme el otro día. Y de repente comenzaste a coquetear conmigo. —.fue entonces que giró su rostro para mirarlo.
— Ya sé, fue idiota. —.sonrió ligeramente el Alfa, recordando el día.— No sé como actuar cuando alguien tan bonito está al frente. No sé si suena cliché, me da igual. Pero podría decir que me pusiste nervioso. Luego sentí curiosidad, cuando la bajita llegó. —.dijo colocando sus manos bajo su nuca, al flexionar hacia arriba sus brazos.
Escuchó de nuevo esa dulce risa, carcajadas tímidas y ligeras.
— Eres tan tonto. —.dijo al cesar la risa, sin dejar de mirar el perfil del rostro pálido.
— ¡Oh! Y tu aroma, no me dejaba tranquilo. Siendo tan suave y exquisito me mareaba, pero quería más de ese olor.
— Bueno ya. —.se quejó fingiendo que no se había puesto rojo.
Era un Omega joven, que experimentó más de lo malo que de lo bueno en el amor, claramente se pondría así si un Alfa tan guapo dice gustar de él. No quiere dejarse guiar por las primeras impresiones, pero es que en verdad es jodidamente hermoso a su punto de vista y... ay que bien huele.
— Creo que debo volver a casa. Mi mamá se preocupará si no llego. —.mencionó el Alfa, y se giró para mirarle igual.
Sentía algo indescifrable al ver el brillo en los orbes de ese joven Omega. Por mala suerte hoy solo podía ver uno de ellos, pero sabía que ambos eran igual de hermosos y profundos. Se sentía cautivado por primera vez de una forma tan intensa, quería guardar el recuerdo en su mente y su corazón a partir de ahora.
— También debo irme. —.el Omega se reincorporó para no mirar más al otro, su corazón latía muy rápido.
Decidieron que despedirse era bueno, y la mejor opción después de lo mencionado. Así que, con un poco de nervios se despidieron rápido y breve, para que luego el Omega fuera hasta el aparcamiento para montar su motocicleta, se colocó el casco y encendió el vehículo, siendo observado por Mauro que solo esperaba verlo irse para retirarse enseguida.
Era extraña la sensación en los pechos de ambos, no sabían porqué de repente sus lobos estaban rasguñando en el interior con tanta euforia.
Samuel conducía sin prisa a su hogar, mientras intentaba deducir esa sensación. Mauro, caminaba a casa sosteniendo los cordones de su mochila mientras pensaba constantemente en quién pudo lastimar al Omega de esa forma. Parecía no solo tener heridas físicas, sino que también emocionales.
No tardó en llegar a casa, así que entró al estar la puerta abierta sabiendo que su madre le esperaba dentro.
— Llegué. —.avisó llevando su mochila a su habitación.
— ¿Tuviste un buen día, querido? —.escuchó la voz de su madre Omega en la cocina.
¿Fue buen día?
Recordó el poco tiempo que pasó con Samuel y sonrió inevitablemente, salió de su habitación para ir con su progenitora.
— Fue bueno, ma.
El resto de la charla se basó en contarle a su madre algunas dificultades que tuvo con ciertas asignaturas que vio hoy, mientras ella le mencionaba que debían comprar más alimento para los gatitos que cuidaban, además de los propios.
Su madre se encargaba de cocinar la merienda mientras le contaba un chisme, el Alfa escuchaba atento mientras se mantenía ayudando con algunas cosas para la comida, distrayéndose a veces por culpa del recuerdo de la sonrisa del Omega.
— ¿Y ya conociste a un buen Omega?
La repentina pregunta de su madre le hizo ahogarse con su propia saliva para comenzar a toser frenéticamente.
Qué casualidad que su madre parecía haberle leído la mente, y ahora estaba todo rojo por la tos y por la vergüenza de sentirse atrapado entre la espada y la pared.
— Ay ma... no hagas ese tipo de preguntas. —.se quejó nervioso, poniendo más fuerza a la hora de triturar las papas para el puré.
— ¿Por qué no? Me interesa saber si mi hijo encontró a alguien especial. Quiero nietos. —.eso lo hizo toser más y la miró en desaprobación.
— ¡Mamá!
La Omega de baja estatura estalló en carcajadas ante la reacción de su hijo, su intuición no le engañaría ante su distracción y el evidente aroma de Omega que llevaba muy por encima del propio.
Su hijo sí que conoció a alguien especial.
Pro quizás se tardaría en aceptarlo.
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/Los libros y tu aroma/
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Los libros y tu aroma. {Omegaverse}
FantasySamuel ama los libros, y Francisco ama el olor de Samuel. - Omegaverse. - +18 - Lenguaje ofensivo y vulgar. - Romance. - Posible cliché. - Boys Love. {BL}