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Había pasado ya una semana desde que Mauro y Samuel comenzaron a salir juntos. No como pareja, sino a 'citas'.

El Alfa lo había estado visitando estos días, y hace uno que el padre del moreno se había ido de vuelta a su casa diciéndole al Omega que volvería otro día no específico.

Mauro estaba esperando a Samuel en el lugar que acordaron con anterioridad, una plaza grande donde tenían planeado ir a comer, quizás ir al cine también para matar el tiempo.

— Ya tendría que haber... —.dejó de balbucear cuando levantó la vista de su reloj, notando al Omega caminando hacia él.

Ya no llevaba el parche de gasas, pasó el tiempo que necesitaba usarlo.

— Lamento la tardanza, había algo de tráfico. —.sonrió achicando sus ojos al estar frente a frente con el Alfa.

Quien, muy embobado no dejaba de mirarlo. ¿Siempre fue tan hermoso? Pero Samuel no sabía que lo miraba con buenas intenciones.

— Se ve horrible, ya lo sé. —.dijo desanimado, hablando de su cicatriz. La cual abarcaba desde arriba de la ceja hasta su mejilla.

— ¡No es eso! Lo siento, no quise hacerte sentir mal. No pienso que se vea horrible. De hecho te da un toque más rudo. —.comenzó a parlotear.

El Omega se puso a reír un poco apenado, haciendo ademanes para que el más alto deje de preocuparse por aclararlo, porque ya lo entendió.

— ¿Vamos? —.lo miró con una sonrisa ligera, señalando la puerta de la plaza comercial.

Mauro asintió con una sonrisa también, y comenzaron a caminar al interior de la plaza. Sam luchaba contra los impulsos de ir cerca de los cristales de cada local con ganas de husmear si hay algo lindo dentro qué comprarse para él, no solía mostrarse de la manera infantil que lo lleva de la mano con personas que apenas conoce.

Pero todo era difícil con tanto local de peluches y cosas tiernas.

Samuel tenía alma de niño.

— Más o menos por el tercer piso están los restaurantes, antes de ese hay varios lugares de postres, como heladerías y panaderías, creo. —.le explicó al pálido mientras luchaba por mantener la vista al frente.

''Compra ese peluche de ranita.''

No, no y no.

— Suena bien, luego de comer podríamos ir por helado, ¿te parece bien? —.lo miró mientras subían por las escaleras eléctricas.

— Claro, aquí venden helado rico. —.sonrió Samuel.— Pero algo cariñoso.

El Alfa frunció el ceño con notoria confusión.

— En español, por favor.

— Significa que es caro. —.soltó una risita.

— Que raro hablas. —.también se puso a reír.

Poco a poco iban llegando al piso donde estaban los restaurantes de distintos tipos de comida, y Samuel no dejaba de ver a todos lados, estaba emocionado y no podía evitar ser un chismoso de primera.

— Ahí esta el cine, hay una zona de juegos al lado. —.le señaló al Alfa el lugar que mencionaba.

— Esperemos que haya una película buena para ver. ¿A ti qué te gusta? —.preguntó luego de analizar lo que señalaba el moreno.

Samuel se puso a pensar mientras seguían subiendo más escaleras.

— Mmm de todo, aunque no soy mucho de ver películas en verdad. Me distraigo o me aburro fácil, prefiero las que ya vi porque sé como terminan. —.dijo mientras respondía de su teléfono un mensaje de su mejor amiga.

— A mi me gustan las que hablan de eventos históricos, y la ciencia ficción. —.mencionó el Alfa.

— ¿En serio? Suena genial, ¿Cuál te ha gustado más de ambos géneros? —.preguntó mientras lo miraba.

El Alfa lo pensó un momento, mientras bajaban de las escaleras ya en el tercer piso.

— Mmm no recuerdo bien el nombre, pero es una sobre la segunda guerra mundial, y... una que se llama Interestelar. ¿La has visto?

— La verdad, no. —.respondió esquivando personas mientras caminaban a su destino.

Se decidieron por ir al restaurante de comida oriental que a Samuel le fascinaba, Mauro no acostumbraba comer cosas orientales porque pensaba que solo era pescado crudo con algo de arroz y ensalada, pero ver los ojos de cachorro que puso el moreno al hablarle de ese lugar, le conmovieron tanto que no pudo negarse.

Estaban sentados esperando su orden mientras charlaban de qué película les gustaba más, y Samuel no paraba de hablar de todas las que le gustaban con una emoción que el pálido más alto no había visto antes, movía tanto las manos y hacía tantos gestos que no podía dejar de mirarlo con una sonrisa divertida.

Hasta que escuchó risas, las cuales el moreno de la cicatriz no notó por estar tan ensimismado en su charla.

Mauro dejó de mirarlo por unos instantes, buscando a los propietarios de las risas, y sus ojos se volvieron oscuros de repente al notar a dos Alfas jóvenes en una mesa no muy lejos de ellos, mirando a Samuel con burla.

Los quería matar.

— Siento mucho interrumpirte, Sam. Pero, ¿sabes donde hay baños aquí? —.le miró de nuevo y le habló muy suave, no quería alertarlo de la situación y mucho menos sacarle todo el ánimo.

— Están en el primer piso. —.señaló el piso con su dedo índice.

— ¿Puedes esperarme? Me urge ir. —.fingió un poco de pena y soltó una risitas al ver como el más bajo asentía exageradamente.

''Lo está dejando salir.''

Le indicó que volvía enseguida, que por favor guarde comida para él mientras no está, y enseguida que estuvo a la distancia adecuada se acercó a la mesa de esos imbéciles.

— ¿Puedo saber qué les causa tanta gracia?

Los dos jóvenes lo miraron de pie, con una expresión furiosamente aterradora.

— Ese Omega... con el que has venido-

Fue interrumpido por un gruñido del Alfa mayor.

— ¿Mi Omega? ¿Se burlan de él? Sépase que odio a los tipos como ustedes, y no tolero que se burlen de mi chico, ¿Cuál es la gracia? —.hablaba con molestia que asustaba a los menores.

— Su cicatriz, lo hace lucir como un fenómeno.

Fue suficiente para que el más alto los tome por la nuca con sus fuertes manos blancas.

— Voy a dejarlos irreconocibles, si vuelven a llamarlo fenómeno por una insignificante cicatriz. Tienen cinco minutos para largarse de aquí, o volverán a casa en una caja.

Los dos muchachos tomaron sus mochilas y se levantaron para salir despavoridos de ahí.

Mauro, siguió caminando en busca de los sanitarios que, en verdad quería usar. Y cuando llegó inmediatamente se dispuso a lograr su cometido, cuando ya se estaba lavando las manos vio a un chico acercarse para hacer lo mismo.

No iba a negar que era guapo, por lo que vio de soslayo, pero no estaba interesado en lo más mínimo teniendo a un Omega tan hermoso en su espera.

— Disculpa, ¿Eres Mauro? —.giró su rostro mientras se secaba las manos con una toalla de papel café.

El chico a su lado lo miraba.

— Sí, ¿Por qué? ¿Quién eres? —.frunció el ceño enseguida, él casi no habla con nadie.

— Estamos en la misma clase. —.soltó una risita inocente, era pelinegro y olía... como un Alfa.

— Pues no te conozco.

No estaba de humor para soportar a un imbécil que no conoce, menos cuando está en una cita importante.

— Déjame presentarme. —.sonrió luego de tirar su propio papel al basurero.— Soy Andrew.

Los libros y tu aroma.     {Omegaverse}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora