Al día siguiente, Samuel iba de camino a su trabajo de cafetería luego de la escuela, no lo hacía toda la semana sino solo los Miércoles, Viernes y Domingos. Durante la noche y el resto de días de la semana trabajaba en el bar.
— Mhm...
Suspiró relajado mientras conducía, el clima estaba más que perfecto y eso lo tenía bastante satisfecho. Además de que, la cita del día anterior le resultó tranquilizadora al poder expresar sus preocupaciones acerca del tema con su hermano.
Antes le había dicho a la Omega madre de Mauro que, la pelea fue con uno de sus hermanos menores. Pero era mentira, Andrew era mayor que él de hecho, la única hermana menor que tenía era una Alfa de unos veinte años que no veía hace bastante buen rato.
Llegó a estacionarse fuera de la cafetería en la que trabajaba, apagando su vehículo y quitándose el casco para guardarlo en el compartimiento. Inmediatamente entró al establecimiento siendo mirado por muchos clientes que ya se encontraban ahí, y saldo amablemente a los trabajadores que ya conocía.
— Hey, Samuel. —.le saludó una compañera Beta, sonriéndole suavemente.
— Hola, Eva. —.correspondió al saludo mientras iba directo a cambiarse su ropa común por el uniforme que debía portar.
— Qué bien que llegas, necesitamos tus encantos como mesero.
Le escuchó decir a su jefa Alfa, y asintió entusiasmado para terminar de colocarse su uniforme correctamente y correr a por la utilería que necesitaba para tomar órdenes de los clientes ahí o los que llegasen después.
No le resultaba tan difícil acercarse a los clientes, ya no. Por eso terminó de tomar los pedidos que había lo más rápido posible para llevarlas a los empleados encargados de preparar el café, servir los postres o preparar los alimentos que pedían.
Como siempre, recibía cumplidos de los más adultos a los que atendía, sonriendo apenado cuando le decían que su cabello era lindo, o que sus ojos y pecas eran muy adorables, o que su pequeña nariz era bastante hermosa. Nunca supo tomar bien los cumplidos hasta que creció, antes hubiera sentido que no los merecía.
Pero le era sorprendente todavía que la gente no dijera cosas hirientes sobre la cicatriz de su rostro, y simplemente le dieran palabras de aliento y sincero pésame por tener que haber sufrido una herida tan complicada como lo habrá sido aquella, pues era grande.
Sin embargo, la gente no dejaba de halagar su mirada de ojos llenos de avidez, profundidad y un brillo hermoso. A pesar de que sus pestañas eran muy cortas, adornaban bien sus ojos rasgados de color marrón con pequeños lunares.
Era algo que le gustaba. El sentido de la vista y el oído era lo que más le gustaba de su ser, pues podía escuchar música y leer con esos sentidos. Y esas dos cosas era lo que más amaba.
La campanita sobre la puerta de entrada, que sonaba cada vez que esta se abría dándole el paso a un nuevo cliente, emitió su característico y bien llamativo sincero tintineo.
— ¡Bienvenido a 'Patitas'! ¿Qué desea ordenar? —.se acercó rápidamente el moreno cuando el nuevo cliente se sentó en una de las mesas junto a los ventanales.
Un chico joven, pelirrojo y con una fea cicatriz sobre el rostro al igual que el Omega le observó. Su ojo derecho era totalmente blanco, iris y pupila estaban arruinados ahí donde la cicatriz se expandía.
El moreno que sostenía su libretita y bolígrafo tragó duro, debió ser horrible tener que soportar tan atrocidad en el rostro. Él vivió lo mismo, pero tuvo la suerte de no perder parcial o totalmente uno de sus sentidos más importantes.
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Los libros y tu aroma. {Omegaverse}
FantasySamuel ama los libros, y Francisco ama el olor de Samuel. - Omegaverse. - +18 - Lenguaje ofensivo y vulgar. - Romance. - Posible cliché. - Boys Love. {BL}