Capítulo 20. Nada inocente

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30 de enero 2021

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30 de enero 2021

—Mi asistente es tu karma.

Ruedo mis ojos ante las palabras de mi madre a través de la línea mientras estaciono el auto en mi lugar, me deshago de mi cinturón, pero me quedo allí mirando el volante mientras internamente le doy la razón a mi madre.

—Esto es tu culpa, mamá.

—¿Mi culpa? ¿Quién te mandó a escupir para arriba diciendo que ninguna mujer iba a desequilibrar tu vida, tu tiempo, tus horarios...? —Se burla dramáticamente mientras yo ruedo mis ojos porque no puede verme.

—Y por supuesto que esa es la razón por la que te tomaste todas las molestias de unirnos ¿no? Muchas gracias, mamá, pero no lo necesitaba.

—¿Me estás diciendo que estás rechazando a mi asistente? Entonces devuélvemela, no me interesa que esté contigo que no valoras nuestras buenas acciones, Caleb Spencer—Suelto un resoplido sabiendo que luego va a reprenderme por eso—. Ah cierto, que la tienes secuestrada en California, pero ojo, no la necesitabas.

—Voy a colgar.

—Atrévete, Caleb Nicholas Spencer—Presiono mis dedos sobre el tabique de mi nariz al tiempo que abro la puerta saliendo del auto—. ¿Dónde está?

—¿Quién?

—Mi asistente, obviamente.

—Probablemente todavía duerme.

—¿Por qué mierda está durmiendo a las diez de la mañana? Yo no crie un asesino.

—Que chistosa, Cecile Spencer—Ruedo mis ojos alzando una mano para saludar al portero del edificio, León, me devuelve el gesto mientras sonríe como siempre amistoso, cuando salí hace unas tres horas su turno no había empezado—. Buenos días, León ¿cómo va todo?

—Bien, señor ¿Qué tal para usted? ¿Cuánto tiempo se quedará?

—Todo bien y mañana me voy, no sé cuándo regrese.

Tiene bastante tiempo aquí, viví aquí cinco años y llevo dos viviendo en la ciudad natal de mi madre por lo que a veces me sorprende la cantidad de tiempo que tengo conociendo a este hombre.

—¿Y la señorita?

—Se va conmigo, solo estamos de visita por aquí —Él asiente y yo me despido con un gesto encaminándome al ascensor para ir directo al departamento.

—Un viaje de cinco horas, una caminata de treinta minutos y la presentación del yate fueron suficientes para que estuviera durmiendo antes de las diez de la noche, pero tampoco finjas que no la tienes hasta el cuello de trabajo junto con la universidad, tal vez está intentando recuperar el sueño perdido—Retomo la conversación con mi madre que resopla al otro lado. En cuanto las puertas metálicas se abren me encamino hacia mi departamento sin prestar demasiada atención.

Señorita, permítame besarla ✓ | ¡Pronto en fisico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora