07| Born to Be Blue

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Ambos habían llegado a su dulce morada, cuyos papeles eran exclusivamente del jóven, pero que con el paso de los meses comenzaba a compartir con su colega más regularmente.
Éste era uno de esos casos excepcionales, la jornada tan agotadora y extenuante de trabajo que habían tenido ese día era uno de esos tantos factores que los llevó a tomar la decisión de finalmente irse juntos a casa.
El ciervo entró primero y seguido de él, el felino quien apenas lograba mantener sus párpados abiertos.

Si bien, ambos venían arrastrando un agotamiento mental y físico intensos, Alastor aún se sentía capaz de dedicar sus últimas energías a una de sus actividades recreativas favoritas: la cocina.

Husker... Si no te importa pon algo de música.

Las orejas del mismo habían reaccionado al llamado de su nombre, así logrando prestar atención a su órden, decidió no protestar esta vez, y a paso lento, casi arrastrando sus pies, se dirigió al sitio en donde se encontraba la tornamesa.

Era en realidad la pieza más moderna que su compañero tenía en casa, un reproductor de vinilo stereo, bastante sencilla de utilizar, sobre ésta la típica bocina enorme de bronce con forma de embudo, a un costado de ésta, un mueble especialmente diseñado para la conservación de las canciones en cuestión. Con sus garras fue deslizando por cada disco, revisando a su tiempo cada uno de los títulos que habían disponibles.

—"Chet Bakes Records" Joder, cómo adoro a este tipo. -Miraba atento al estuche cuadrado que tenía en sus manos, desempolvando la zona en donde se encontraba la lista de las canciones, A y B.

Chet Baker, Chet Baker... Es de los 60, ¿verdad? Entonces no es de mi época. - La voz de aquel neoorleanés se hizo oír desde la cocina, ambas de sus manos se encontraban ocupadas amarrando los lazos de un delantal alrededor de su cintura.

Claro que no es de tu época, sino de la mía. - Mencionó antes de sacar el disco de su cubierta, con el mayor de los cuidados, tomó un paño especial para ese tipo de piezas, una ceda lo suficientemente suave para poder limpiar la superficie del vinilo sin maltratar ninguna de sus hendiduras.

El ciervo, resignado a la elección musical de su compañero, tomó un moño con el cual amarraría los mechones largos de su cabello que usualmente le molestaban a la hora de cocinar. Y ya preparado, se lavó las manos, para poder trabajar la carne que tenía tan bien conservada al interior de un gran congelador, hígado y muslo, abrió con agilidad las bolsas al vacío en las que ambas piezas se encontraban, para así llevarlas directo a una tabla para cortar.

El felino había colocado sobre el disco la pequeña aguja encargada de recibir y emitir las frecuencias de las canciones escritas sobre el vinilo. En cuanto el mismo comenzó a sonar, se decidió por ir y sentarse en el sofá principal de la sala, desplomando su cuerpo, estirando sus piernas que tanto habían sufrido ese día, cerró sus ojos seguido de un suspiro de evidente alivio, por fin podría descansar.
La canción « Born to Be Blue » comenzaba a escucharse por toda la casa.

• • •

Era extraño comenzar a cocinar a las 23:35 de la madrugada, sin embargo era una actividad muy terapéutica y relajante, limpiar las piezas de carne con su cuchillo, retirando membranas y excesos de grasa, cortando en cubitos antes de irse todo a una sartén.

Se escuchaba desde la cocina a toda la casa como la carne chillaba al entrar en contacto con la sartén hirviendo, los olores que desprendía luego de unos minutos de cocción junto a la mantequilla, el romero y el orégano que había puesto con anterioridad. Por suerte, ya tenía reservado arroz cocido de hace unas horas atrás, no tendría que cocinar desde cero, así que lo puso a recalentar. Por lo demás, era cortar verduras que irían dentro de la misma sartén.

Sirvió en dos platos separados las mismas porciones, una mitad de arroz, la otra con el pequeño estofado improvisado que preparó. Caminó hasta la sala de estar en donde estaba su compañero.

« When I met you, the world was bright and sunny. When you left the curtain fell . . . »

—Creo que debí de preguntarte antes de cocinar con este tipo de carnes, ¿no te molesta el canibalismo? -Extendió uno de los platos en dirección al otro, no le obligaría a comer si no quería.

—¿A éstas alturas del partido? No pasa nada.

« I'd like to laugh, but there's nothing that strikes me funny . . . »

Recibió con cuidado el plato con ambas manos, sin antes decir un suave "gracias", así procurando no voltear el plato de ninguna manera, enderezó su espalda sobre el sofá para poder comer con propiedad, un olor tan agradable y suave se desprendía del vapor con sabor a especias, carne, verduras, la comida casera sin dudas era incomparable a cualquier intento vago de buen restaurante. Sintió una pequeña turbulencia, debido al peso del dueño de casa, quien se habría sentado a un lado suyo.

« Now my world's a faded pastel . . . »

—Cool jazz, no es un género que escuche muy seguido, ¿sabes? Suelo ir por canciones más animadas. - Comentó luego de prestarle algo de atención a la letra que estaba sonando.

—Creeme, ya lo entenderás.

« I guess I'm luckier than some folks, I've known the thrill of loving you . . . »

El Demonio de la Radio había decidido salir de personaje durante un momento, y callar para prestar su total atención al ambiente, el sonido tan tranquilizante del solo de piano que emitía la bocina del tocadiscos, la única luz proveniente de la cocina, sobre todo, el calor que le transmitía el plato que tenia sobre sus manos, que le traían un sentimiento de comfort.

« And that along is more than I was created for, cause I was born to be blue . . . »

—Escuchar este género durante la noche es otra historia, ¿no es así? - Su mirada se había dirigido a observar a su mascota, quien ya iba terminando su plato, mantenía una sonrisa relajada, sorprendido por la sensación que un simple ambiente le podía ofrecer, una suave carcajada salió del mayor.

—Por fin te das cuenta.

—He tenido una experiencia similar con algunas canciones de Billie Holiday. - Decidió que, para acompañar la velada, ameritaba traer un par de bebidas. Nada demasiado fuerte como le gustaba consumir a su contrario, sino más bien, un trago suave que pudiese acentuar el sabor de la comida.
Se levantó una vez más para dirigirse a la reserva de licores que su compañero había montado, de entre tantas marcas, optó por estrenar una botella del "Casillero del Diablo", botella con la cual vaciaría su contenido dentro de dos grandes copas.
Extendió hasta su compañero una de estas, haciendo ambos un pequeño brindis, en silencio, sonriendo afirmativamente antes de beber al unísono, un líquido tan rojo como la sangre, con un sabor tan dulce por los años de fermentación.

Ya habían pasado casi 9 meses desde que El Demonio de la Radio se introdujo en la vida del felino, para succionar sus energías como si de un simbionte de mala muerte se tratase, forzándole a someterse a forzosas jornadas de trabajo y que casi no le daban sueldo, obligado a convivir con esa sonrisa que tantos complejos de superioridad desbordaban, que frente a la cotidianidad se había vuelto rutinaria.

El reloj marcó a las 12, era el primer Año Nuevo de muchos que el exmilitar debía de comenzar a acostumbrarse, un genocidio masivo que se llevaba a cabo cada año y que buscaba disminuir la población general en el infierno, cuyos fuegos artificiales, provenientes de la mano de la princesa, anunciaban la exitosa realización de la purga, le hacían recordar que debía de temer por su vida.
Por suerte se encontraba bajo protección del hombre que tanta frustración le generaba, la encarnación del llamado "Terror de New Orleans", ofreciéndole un techo, una comida, un trago, para pasar esa noche de celebración con un poco más de paz, escondidos de aquellos ángeles exterminadores que por lo general cazaban por las calles más concurridas del anillo.

It's always you - RadiohuskDonde viven las historias. Descúbrelo ahora