02| Primera impresión

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— ¿Primera vez? Lo dudo mucho, normalmente suelen tener colapsos más fuertes, pero puedo ver que eres del tipo más tranquilo.

Una voz hizo resonar sus sensibles oídos, la estática y la resonancia que recibía en sus orejas le hizo imposible ignorar aquel acento creole. Dudoso de sus movimientos, y completamente alerta alzó su cabeza lejos de sus brazos que le protegían, para dirigir su mirada a ojos ajenos. Frente a él se encontraba una figura esbelta, traje, corbata, y por sobre todo una confianza en su postura, sonrisa y forma de hablar. ¿Qué haría una persona de tal estatus frente a un pobre ebrio, sucio en sangre, barro y agua de lluvia? Le hizo llegar a una razonable conclusión, procedería con cautela.

— Servicio militar en el 63. ¿Qué quieres?

Contestó seco, su pulso se había acelerado gracias la ciertamente intimidante presencia, aún así manteniendo la calma, recostando su cabeza contra la pared arrinconada en la que se encontraba.

— ¡Oh claro! Disculpe mis modales, me presento. Soy Alastor, no más que un buen samaritano que, no busca más que saciar su curiosidad respecto al hombre frente a si.

Se inclinó en lo que extendía su mano en dirección al felino, jalando con fuerza hacia adelante para lograr levantar al mismo del suelo, encontrarse a un mismo nivel.
Sacudió con cautela el pelaje de los hombros del mismo con intención de desempolvarle. Un brillo extraño que emanaba de sus ojos, exponía la emoción que le generaba por fin estar frente al militar.

— Quedé fascinado por sus habilidades en combate, claro que el pequeño escenario en el bar fué algo imprudente, al igual que permitirse exceder esos límites en su moral, ¿señor... ?

— Husk, dime Husk.

No se complicó demasiado en el nombre, ¿Verdad?
Se evidenciaba que era un hombre simple, sin demasiado por lo que vivir, patético incluso.
Tuvo la buena suerte de encontrarse en el lugar y momento precisos para examinar el valor estratégico que poseía en la palma de su mano. Cada respuesta, acción, el lenguaje corporal, le hizo comprender que no estaba lidiando con cualquiera. Sin duda inteligente, lo suficiente para haber sobrevivido todo este tiempo en el infierno sin la necesidad de buscar afiliarse con nadie, hacerse de la fortaleza propia, lo que hablaba mucho de su disposición social y afectiva.

— Husk será entonces. Respondiendo de forma más honesta a su pregunta, me interesas.
Siento que habilidades como las tuyas me podrían ser de inmensa ayuda. Y antes de rechazarme, preferiría que dialoguemos las condiciones de dicho acuerdo.

El demonio de carmesí era perceptivo, nada en su presencia lograba generarle una mínima de confianza, psicópata quizás, pues no parecía mostrar interés en el hecho de que acababa de asesinar a alguien. Los cuál más desconfianza traía a su persona, sabía bien que no sería la excepción en el plato de un depredador experto. Y aún así, ¿Qué más tenía para perder? Una parte muy dentro de sí le exigía continuar, saber de qué trataba la oferta, conocer las intenciones que tenía el otro.
Aceptó resignado a lo que pudiese ocurrir.

Una gran sonrisa de victoria se formó en aquella voz sintonizada, recibir la afirmación de parte ajena era por lo que estaba esperando ansioso desde la primera impresión.

Ofreció su mano una segunda vez, mientras detrás de su presencia se agrietaba un portal de bordes verdes, al otro lado se lograba divisar un bar de poca iluminación y vacío en su totalidad, un sitio al parecer reservado específicamente para el susodicho Alastor. Esta vez el ex-militar no aceptaría la mano ajena, adelantando al contrario para pasar por el portal antes, sin mostrar demasiada sorpresa ni incomodidad.

El portal se cerró tras de sí, pudo entonces apreciar el aroma a licores en el ambiente, se sintió en casa. Se sentó en una de las sillas del bar, sus brazos apoyados sobre la barra. El demonio de la radio por otra parte, acompañó al otro con inmensa energía, haciendo aparecer sobre la barra dos vasos de whisky.

— Viene tiempo sin probar un buen whisky, soy más de vino, ¿Sabe?

— ¿Siempre hablas tanto? Ve al punto.

— ¡Haha! Es evidente, a ello me dedico, parloteo hasta el cansancio en mi humilde estación de radio.
Y si eso gustas, hablaré en tu idioma e iré al grano...

Una de sus manos delgadas se hizo con su vaso, dio un sorbo para humedecer su garganta, hablar con más libertad.

— Seamos sinceros, gatito. Estás en una situación muy comprometedora ahora. ¡La gente del bar puede estar buscándote, y si te devuelvo a ese lugar es probable que, eventualmente te encuentren y decidan hacer taxidermia con tu piel! No tienes fuerza en absoluto, poder de ningún tipo, y los tratos nunca te han convencido y puedo entender el por qué. 

Husk desvió la atención de sus ojos, no era una conversación agradable, si fuese por él bebería del vaso que tan amablemente le ofreció el joven, su desconfianza se mantenía firme aún pese al embriagante olor que tenía la bebida. Empujó el vaso desde la base en dirección opuesta, mostrando así al otro que no se encontraba en la mejor disposición de aceptar sus regalos.

El cervatillo se percató de ello.

— Lo que quiero decir es: estás arrinconado. Pero puedo sacarte de allí, puedo ofrecerte mejores oportunidades para una mejor calidad de vida en el mismísimo infierno. Podrías... no lo sé, tener una casa, un lugar seguro donde refugiarte y además, tendrías un colega aquí presente para servirte.

Giñó el ojo, estaba confiado que tendría una respuesta positiva, era una oferta imposible de ignorar.

— ¿A cambio de...?

—Hm, astuto. - Tomó algo de aire antes de poder hablar, apoyó su codo sobre la barra, mirando en su dirección.

— Tus servicios, cuando los requiera, por toda una eternidad. Siempre me hizo falta una segunda opinión, y tú mi amigo, pareces ser la persona indicada. Tengo planeado hacerme con variadas regiones del anillo, trabajos pequeños en realidad, no me interesa el poder absoluto, sólo tener suficientes recursos para una estancia amena. Ver hasta donde llegan mis capacidades, soy un soñador.

Parecía ser una excusa bastante creíble para el gato, una persona ambiciosa de poder no acudiría a alguien carente de ella. Asintió vagamente como respuesta afirmativa, ésta vez confiado de beber del vaso que se le había ofrecido, y ante la ironía, no pudo evitar sonreír halagado por la actitud del más joven.

— Entonces está hecho, ¿Qué tal si comenzamos ahora mismo?

El ciervo no pensaba en darle ningún respiro.

It's always you - RadiohuskDonde viven las historias. Descúbrelo ahora