12| Blackjack

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Una noche pintada en luces, los rastros de la lluvia quedaron plasmados sobre el pavimento de todo el suelo del infierno, que reflejaba la luz propia de la ambientación exterior del llamado casino “The Four Aces”, el mismo al cual Alastor le había traído para hacer su primer trabajo, en dónde se había establecido por primera vez la dinámica de trabajo que tendrían en sus años posteriores, hasta ahora.
Era en realidad nostálgico, la estructura del casino se mantuvo casi intacta durante el transcurso del tiempo, claro que habían funcionarios nuevos.
Alastor, en un afán por mostrarse ante los demás del casino de forma presentable, secó a ambos, él y al felino, con alguna clase de magia extraña, que con un chasquido se encontraban secos de la abrasiva lluvia del exterior.

—No te esmeraste demasiado, ¿verdad?

Rió para sus adentros con una sonrisa más relajada por la familiaridad del lugar, apenas estaban en la entrada del casino, era en realidad un lugar agradable.

—Cuando el lugar es nuevo se siente más forzado, ¿no lo crees? He venido un par de veces después de nuestro primer trabajo, me desenvuelvo naturalmente.

Con énfasis en la última oración, extendió sus manos para exagerar lo que había dicho, pasandolas después al pelaje de su pecho en un intento por peinarse, se miró de pies hasta el cuello, imposible usar sólo una corbata.

—Al, crees que puedas... No lo sé, ¿invocarme ropa formal? Me siento desnudo.

El ciervo sonrió con más esmero ante el comentario, observando de arriba a abajo, notanto la raíz de su petición, al borde de la risa, pero acudiendo a la necesidad del hombre y chasqueando sus dedos, para poder colocarle un par de pantalones a tirantes y una camisa semiabierta, el sombrero sin embargo, se mantuvo intacto.

—Creí que nunca me lo pedirías.

El gatito alado ladeó sus ojos, con una muy leve sonrisa escapándose se su hocico al poder aprecial la elección de conjunto que el otro le había vestido. Enderezó el cuello de su camisa y se embarcó al interior del casino, yendo directamente hacia la barra del bar, y pedir dos whiskys.
De su sombrero sacó el dinero necesario para pagar ambos tragos.

Invitó al ciervo con una señal de mano, atrayendole y insistiendo en que el otro se acercase, señas a las que el locutor acudió sin demasiadas vueltas, caminando con timidez y con sus brazos tras su espalda hasta llegar a la barra del bar, y apoyar sus codos sobre la misma, aceptando con su mano libre el trago que el otro le había comprado, haciendo un rápido brindis antes de beberlo al mismo tiempo, y con la misma rapidez. Las orejas del ciervo se habían ido hacia abajo por el ardor que pronto sintió en la garganta, de haber bebido tan rápidamente en un esfuerzo por seguir el ritmo de su colega.

— Quiero que sepas que no suelo frecuentar estos lugares. -Habló con un tono errático, esmerándose en no toser por el trago que acababa de tomar.

—Ya lo sé, por eso estamos aquí. No hace mal salir de la rutina.

El felino le sonrió con suma determinación, pidió otro trago para aligerar la tensión de su compañero, quien se notaba bastante estresado ante los estímulos externos y tan avivados del ambiente.
Pronto Husk guió a ambos en dirección a las mesas de juego, que naturalmente estaban ya ocupadas, se pondrían cerca para poder observar el transcurso del mismo. El felino le abrazó por el hombro, haciendo que este se incline hasta el nivel de sus ojos, así poder hablar con menos volúmen y no interrumpir el juego.

Supongo que sabes jugar Blackjack.

—Lo reconozco superficialmente, pero me temo que es todo.

—¡¿Qué?! Viviste el auge económico de los años 20s, estuviste cerca del espectáculo, casi un show-man, ¿y jamás aprendiste a jugar?

—Husker, mi memoria no es tan maravillosa para recordar lo que sucedió hace ya un siglo.

—Bueno, bueno, no importa, ¿ves al tipo en el centro de la mesa? Él es el crupier, le dará a cada uno una carta, incluyéndose, los de la mesa pondrán sus apuestas, la meta es acercarse a la cifra de 21, si por cuestiones del azar, te sale una de las 3 letras Jota, Quina o Kaiser, al lado de un As... Es Blackjack.

Se le notaba animado por el desarrollo del juego frente a él, sin dudar un segundo en apuntarse para el siguiente. Alastor por su parte, observaba con suma curiosidad y escepticismo la mesa, y prestaba gran atención a las cartas, las cifras, y quién era el afortunado que llegase a la famosa cifra de 21. El primero se había quedado en 19, el segundo se pasó a 24, el tercero se detuvo en 20, y el crupier se excedió en 26, todos habían felicitado y recibido alegremente al ganador de la mesa.
Siguió el felino, se sentó sobre la silla frente al extremo de la mesa que le quedaba más cercano a Alastor, y siguió con el juego.
La primera carta resultó en Quina, con un valor de 10, la segunda resultó también en en una Quina. Optó por doblar su apuesta,  dividiendo las cartas que tenía, una de ellas calló con un 7 y un 4, dándole el total del 21, el segundo mazo no tuvo tanta suerte, se quedó en 18, lo cual había coincidido con la cifra del crupier, igualmente había ganado un poco más de lo que había apostado.
Qué bien se sintió esa pequeña victoria, sus orejas se habían elevado, sus ojos dilatado en la emoción que era el apostar, el ciervo observaba con atención, porque el felino se había apuntado por un segundo juego.
El segundo juego había durado bastante menos, sin embargo, el crupier se pasó con 22, y Husk se mantuvo en 20, con la segunda victoria más satisfactoria, se retiró del juego y invitó a su colega a jugar  aunque fuere una vez, palpó sus hombros para animarle.

—Ánimo, es bastante más sencillo de lo que imaginas.

Le habló con suavidad cerca del oido, palpando la espalda de su compañero una última vez antes de tomar distancia para poder apreciar cómo el mismo jugaba, junto a la pequeña aglomeración de personas que observaban expectantes.
Alastor se encontraba por lo menos relajado, había apostado una suma considerable, pero que no quedaba tan lejos de su presupuesto si en algún momento perdía contra el crupier, pues ésta vez era un juego de a dos.
Primera carta; una Jota de tréboles,  la segunda un 3 de diamantes, el total era 13, estaba bastante alejado de la cifra, así que pidió otras 2 cartas: As de corazones, y 5 de diamantes. Con un sólido 19 decidió parar, observó con atención las cartas del crupier, quien finalmente se excedió en 22, había perdido contra el demonio de la radio por un punto.
Sus ojos se dilataron, sus orejas se levantaron, una sonrisa enorme se había plasmado en sus labios y se levantó de la mesa con suma emoción, celebrando su primera victoria en mucho tiempo, saltando hacia el felino para abrazarle por el hombro.

—¡HAHAHA! ¿Viste eso, Husker? Nadie puede contra mí ingenio. -Sacudía el hombro de su compañero con suma emoción y vanidad, con el filtro de voz más fuerte que nunca, el ego igual de inflado.

—Claro que sí, amigo, vamos a retirar el dinero, yo invito a los tragos.

Le permitió al cervatillo disfrutar de la extraña suerte que poseía, verle así de enérgico luego de ese pequeño episodio sentimental en el parque era en realidad bastante gratificante, claro que seguía intrigado por conocer todas esas razones detrás de su tristeza.
Se habían alejado de la multitud, como era recurrente, con la intención de poder hablar cómodamente y sin la necesidad de tener que alzar la voz por sobre la del gentío propio de un lugar como el casino.

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⏰ Última actualización: Jul 29 ⏰

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