11| Transparencia

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La simplicidad y claridad con la que se podía apreciar dichoso parque eran aliviantes, el ciervo sabía bien, pues no se había molestado en utilizar ningún tipo de magia para protegerse de la lluvia, y optó más bien por ser parte de ella, caminaba sin prisas y sin rumbo, miraba sus pies, cómo sus zapatos se humedecian y hundían sobre el suelo de gravilla.
Algunas veces, se quedaba parado dentro de un pequeño charco, jugaba con su pie a salpicar el agua, respiraba profundo el suave olor a preticor, la verdad era que no existían momentos ni espacios para tener tanta tranquilidad en el mismo infierno, y sí que se sentía más tranquilo desde la última exterminación, con menos gente.

Alzó su cabeza hacia el cielo y cerró sus ojos por un momento, quería sentir cada una de las gotas ácidas todar su piel, conciente de que a pocos metros de él, venía el felino a hacerle compañía, cuando le sintió lo suficiente cerca, salió de su trance y volteó su mirada, para prestarle atención al hombre que acababa de llegar.

Creí que a los gatitos como tú no les gustaba el agua.
Su sonrisa se hizo grande ante el comentario, miraba como el otro llegaba caminando hasta su lado, para estar ambos en el centro del parque. Notaba sin embargo, el intento de Husk por cubrirse la cabeza con una de sus alas extendidas, sus brazos apegados a su pecho, sus hombros encogidos.

Tienes razón, detesto la lluvia, era imposible conducir con lluvia en Las Vegas. Además, tendré que bañarme después.
Se quejaba en voz alta, con una seriedad tal que Al no lograba evitar reírse de una carcajada, el felino le miraba en silencio.

Alastor se había decidido por descansar sus pies, caminó con calma hasta una de las tantas bancas del parque, sin ninguna reacción ante la sensación de humedad sobre sus piernas, sin ningún dilema con mojarse más de lo que estaba, descansó su espalda sobre el respaldo de la banca, y se cruzó de piernas por tener una mayor comodidad, miró además a su compañero, con una suave sonrisa, invitando al otro a que se sentase a su lado.
El felino también se sentó, sacudió sus alas, y se quedó mirando hacia el frente, una pequeña pero sumamente decorada fuente de agua, que se encontraba perfectamente colocada en el centro del parque, con la figura de Lilith alzándose, hecha de algún material o piedra blanca, la única corrosión de dicha estatua era el propio musgo que se había instalado sobre sus grietas, que proclamaban la estatua en su totalidad y le daban manchas de verde por toda la superficie.

Tienes algo por la cabeza. - Habló sin rechistar, sin pelos sobre la lengua, sincero y directo, a diferencia del otro, este apoyo ambos codos sobre sus rodillas, se había inclinado hacia adelante.

No sé de qué hablas, sólo me estoy relajando.

Sí, bueno. Una persona normal no se relaja a siete grados Celsius, o con los calcetines mojados.

¿Has estado alguna vez cerca de un pantano? Por lo general no puedes salir si hay demasiada humedad porque los mosquitos te comen vivo.

Miraba con tranquilidad al otro, sus brazos se fueron a apoyar por encima del borde del respaldo de la banca, movía el pie que tenía en el aire de un lado a otro, y el felino le miraba.

¿En quién piensas?

En mi madre, una mujer maravillosa, me preguntaba en cómo estará en este momento.

No es de aquí, supongo.

Supones bien, de estar aquí lo sabría.

Miraba en dirección al cielo con suma nostalgia y calidez, si bien no había forma para hacer que el chico dejase de sonreír, sí se notaba la extraña ligereza de su expresión, la extraña calma y melancolía que su aura lograba transmitir, que al final era lo que más llamaba la atención de su colega, sabía bien que no podía forzarle a hablar, tocar cualquier nervio significaría un retroceso con él, le gustaría sin embargo poder estar ahí si de pronto se animaba a compartir sobre él.

No puedes enmendar nada.

Oh, eso lo sé bien, no te preocupes. Tampoco lo he intentado. Son de esas decisiones de... Digamos, impacto permanemente.
Le sonrió minimizando bastante la profundidad a su argumento, se encogió de hombros como una forma de expresar que «Así es la vida», volteó a mirar hacia el frente también, el contacto visual en ese momento se sentía inapropiado.

Husk era incapaz de mentirle, y animarle con palabras de afirmación era poco eficiente con el otro, le traía curiosidad conocer más sobre su contexto familiar, saber qué es lo que le acompleja tanto, ¿tan angelical era su madre que, le impidió el poder relacionarse de la misma forma con nadie más? Eso explicaría un par de cosas; su aislamiento general, su falta de empatía, esa mirada de nostalgia y suma tristeza que tenía en sus ojos en ese preciso instante.

Empatizaba con él, aún pese a la soledad que le rodeaba, y el muro de aislamiento y contención que se había construido para evitar que nadie le conozca, que nadie se acercase a descubrir su vulnerabilidad. La condena de ser un depredador nato, con el miedo a la soledad de ser una presa.

Alzó una de sus alas hacia el cielo, el ala que se encontraba más cerca del cervatillo, y la extendió en su totalidad sobre su cabeza, en un intento por cubrirle de la lluvia, a su vez, mostrarle la disposición que el felino tenía por hacerle sentir seguro y protegido. Alastor no pudo evitar dirigir su atención y mirar hacia arriba, en donde grandes plumas de preciosos colores se encontraban protegiendole, las observaba como si nunca había visto alas tan majestuosas e imponentes antes. Miró con sorpresa a su compañero, claramente confundido por el gesto, y nervioso de haber estado tan ensimismado que el hombre hubiese tenido la necesidad de ayudarle, en algo tan estúpido como cubrirle de la lluvia, lluvia que ya se había colado por su ropa, de la que era inútil cubrirse a esas alturas.

Sabes, aún hay una cita pendiente. Ya está oscureciendo, así que, ¿qué te parece si nos vamos de aquí?

Me leíste la mente.

Se sintió más tranquilo con la situación, luego de que el felino compartiese una suave sonrisa con él, se levantó con cuidado de la banca, quitando arrugas y humedad de los hombros de su ropa, pronto extendió su mano para asistir a su colega a levantarse.

¿Tienes algún lugar en mente?
Sus ojos prestaban toda su atención al más alto, en parte orgulloso de lograr ver ese pequeño márgen de mejora en su humor, su sonrisa se notaba más risueña.

Hmmm, pensaba en una típica cafetería de mala muerte en el Pueblo Caníbal. Pero, reconsiderando mejor, pienso que sería más apropiado que... Elijas tú ésta vez.

— ¡Haha, wow! Déjame rebobinar, ¿quieres que yo elija?

No veo el porque no.

It's always you - RadiohuskDonde viven las historias. Descúbrelo ahora