Capítulo 12

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Cuando se trata de amar muchas veces el temor nos conduce por caminos que no deseamos recorrer, sin embargo, el miedo y la desesperación por encontrar una salida suelen ser más fuertes que todo, dejando que el sentimiento celosamente cuidado por nosotros mismos, sea abandonado en cuerpo y alma para evitarle un dolor incierto a quien amamos. La realidad es más cruel de lo que se cuenta en las películas, no existe un final correcto, sea feliz o inesperado; simplemente existen los finales, y no, no es un guion que debemos seguir, es más bien la fortaleza con la que protegemos nuestras convicciones ante otros.

Amar no es para cobardes, amar es para los valientes...

Habían pasado cerca de tres semanas desde que Manuel se habría mudado de Zaragoza, de aquellas semanas en las que se sentía como cuando en su adolescencia tuvo que cambiar de código postal sin previo aviso, dejando hueco por el sentimiento de pertenencia en muchos, pero no en todos.

Mayte se la pasaba día y noche preguntándose por su paradero, ¿Qué había sido tan fuerte como para que Manuel decidiera marcharse de nuevo?, ¿Ella?, ¿Su madre?; contaba con un sinfín de motivos por los que podría haber tomado la decisión, pero solo uno era certero a su merced, pero no a su parecer.

Emmanuel: Si sigues asi prontamente tendrás que visitar al doctor -Dijo mientras ingresaba a la oficina y la miraba derrotada, llevaba días evadiendo la vida y malpasándose mientras tanto.

Mayte: Dana te envió ¿Cierto? -Le preguntó pues si bien conocía a su mejor amiga, sabía que la visita de Emmanuel era cosa suya.

Emmanuel: Dana, Dana está algo preocupada por tu actitud -Le hizo saber al tomar asiento frente a ella- Y para ser sincero, yo también. Mayte, Manuel se fue porque tenía que hacerlo y...

Mayte: ¿Sabes Emmanuel? Por un momento creí que esta era nuestra oportunidad. Una parte de mí, aunque todo mi ser lo renegaba, continuaba creyendo que la historia que Manuel y yo iniciamos hace años, por fin tendría un final feliz. -Contestó bastante abrumada-

Emmanuel: ¿Qué te hace pensar que ya no lo será? -Preguntó

Mayte: Quizá el hecho de que no sé en dónde demonios se metió Manuel, además de que su madre no deja de fastidiarme con sus sermones y sobre todo de que mi corazón ya no aguanta más esperanzas falsas -Suspiró

Emmanuel: May sabes que puedes contar con Dana y conmigo. Vas a ser la madrina de nuestro bebé y lo menos que podemos hacer por ti, es estar a tu lado. Además...

En aquel instante el teléfono de Emmanuel comenzó a sonar y tuvo que disculparse con Mayte para salir y atenderlo, sin embargo, Dana llegó como caída del cielo y pudo remplazar su plática con Mayte en lo que él regresaba.

Emmanuel: Ahora no es buen momento ¿Cómo se te ocurre llamarme? Mi esposa pudo darse cuenta -Dijo bastante enojado-

Manuel: Perdón, pero necesitaba hablar contigo. Estos días me han servido bastante para acomodar mis ideas, hace mucho que no me sentía asi -Dijo bastante emocionado.

Emmanuel: Me alegro, solo espero que puedas salir un momento de tu burbuja y comprendas que desde que te fuiste no ha sido fácil guardarte tu secretito -Dijo bastante abrumado-

Manuel: Sé que no debería meterte en esto, pero no tengo a nadie más. Emmanuel necesito tu ayuda porque...

Emmanuel: Si y prometo escuchar, pero estoy cerca de la oficina y con Mayte dentro de ella

En aquel instante Emmanuel tuvo la sensación que lo estaban espiando y no estaba del todo equivocado. Dana junto con Mayte salían de la oficina, tomándolo por sorpresa haciendo que colgara repentinamente la llamada

PECADO CONCEDIDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora