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Llora, llora y llora.

Se descarga, de todo, por todo. Por todo lo que ha tenido que pasar para estar aquí, por todo lo que ha sucedido.

Pero sobre todo...

Porque nada ha sido en vano, lo lograron, son campeones del mundo. Lo lograron y eso es todo en lo que puede pensar.

Se abraza fuerte a Dybala, a cachete, a todos. Los abraza fuerte mientras comparten lágrimas. Termina uniéndose al gran abrazo grupal que se formó alrededor del capítan. Cuando se separan corren inmediatamente a su mejor apoyo y consejeros, el cuerpo técnico.

Lean abraza a un Scaloni que intenta no llorar mientras me aserco a un Aimar que llora a mares ocultándose detrás de una camiseta. Salta tan pronto nos ve acercarnos.

- Lo logramos Dibu - Llora mientras lo abraza - Gracias...

Y eso le rompe el corazón.

- Ya payasito que me haces llorar.

- Me la debes.

Se separan a las risas moqueando. Pablo le tiende un pañuelo y le agradece mientras deja que el resto de los chicos lo saluden también.

- ¡Scalo! - Y se me tira encima en un abrazo de oso.

- Dibu me aplastas.

- La emoción, la emoción.

Sabe que no es eso, que solo quería molestarlo porque estaba feliz y esa también es la razón de la de porque el técnico no responde con cara de ojete (tampoco es que las lágrimas, la nariz y cachetes rojos se lo permitieran).

Se separan y vuelve al campo junto a los chicos aún molestándote y abrazándose.

Cómo siempre cantan con la hinchada, con el pueblo que sufrió y los acompañó. Puede ver a varias caras rojas bañadas de lágrimas, que solo lo hace sentir más orgulloso de lo que acaban de lograr.

No cae que lo hayan logrado.

No cae que en todo lo que se ha esforzado y han dado está dando sus frutos.

Y tampoco nota a la mirada que está puesta en él, que no es parte de las hinchadas, tampoco de sus compañeros, si no de a quien más a estado queriendo impresionar. De quién más orgulloso está.



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La ansiedad y felicidad no son cosas fáciles de ocultar, no en este momento y por segundos se siente mal por los jugadores francés.

Nota las malas miradas que algunos le dan y no le importan. El sabrá cuánto vale la del mundo.

Subir por esos escalones para recibir su medalla es un momento muy especial que quedará guardado en su memoria.

La ansiedad aflora en la piel cuando por fin Leo pasa por el lado de la copa y se la entregan en sus brazos. La besa y la sostiene como si de un bebé fuera.

𝗟𝗮𝘇𝗼  | Ժ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora