Perspectiva Al Haitam II

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El tiempo es relativo, subjetivo y bastante caótico, el tiempo existe y es real y demasiado temido, es tan fugaz como lo es eterno, lo añoras, lo desperdicias, pero siempre estará ahí para ti.

Había leído por ahí un libro de poemas bastante entretenido que le trajo Kaveh de su ultimo viaje; un tal Zhenyu tenia muchísimos escritos de diferentes estilos, desde  poemas, hasta cuentos infantiles, tenia una técnica bastante peculiar y era demasiado bueno para que el gran sabio lo considerara como lectura ligera.

Un libro que se perdió entre el caos de los escombros de su hogar y que paso a ultimo termino su paradero muy, pero mucho muy desapercibido al momento de la desaparición de su benefactor.

Al Haitam se estaba poniendo al corriente con todo que dejo atrás su predecesor en el momento que fue encarcelado y juzgado, por supuesto poner en su lugar todo lo ilegal y dar permiso a las festividades en honor a Kusanali fue prioritario para él. Sin embargo no todo resultaba solo trabajo pues una parte de su alma deseaba ir al desierto por Kaveh quien apenas se entero de su regreso y sin saber exactamente como termino en el desierto Escarlata, Al Haitam le mando un telegrama a Candace para saber si el rubio se encontraba divagando por ahí.

Sin embargo su respuesta para nada convencia al escriba, ya que si bien era cierto que el desierto era un lugar sumamente peligroso, personas como Cyno o la misma Candance podría recorrerlo a la perfección en un tiempo estimado. Candace en su carta le aseguro que nadie habia visto al arquitecto y que por lo contrario el lugar estaba siendo custodiado por agentes fatui, quienes repentinamente abandonaron sus puestos.

Para suerte del gran sabio la viajera aun seguía en la ciudad entonces tras no recibir la respuesta que quería, bien podría pedirle que le ayudara a buscarle, sin mucho detalle la rubia no se negaría, sin embargo apenas estaba trazando un buen plan cuando escucho en su absoluto silencio unos pasos acercarse lentamente hacia él. Su armonía llego justo en el momento que sus ojos grises se toparon con aquella figura delgada que tanto añoraba ver. Esa sensación de alivio llego envuelta con destellos de exasperación cuando la voz molesta del rubio resonó como eco por toda la habitación.

-¿Pero que carajos pasó en mi ausencia?, ¿por eso no respondías ninguna de mis cartas?,  ¿te convertiste en el gran sabio de repente mientras yo estaba en Liyue?-

-Amor, no puedo responder a nada si sigues lanzando preguntas una tras otra-

-no me digas amor en un lugar publico-

Sus ojos carmesí se encendieron abruptamente, en su interior quería abrazarlo por que no se imaginaba lo que había pasado mientras él estaba en el gremio de los comerciantes, sin embargo aunque pudo notar a Al Haitam con leves moretones en sus brazos, las interrogantes comenzaron a bailar en su cabeza queriendo respuesta por cada una de ellas.

-también estaba preocupado por ti y me gustaría que me cuentes todo sobre tu viaje y que estuviste haciendo en el desierto, ¿te invito a cenar?-

El rubio bufo completamente molesto, aunque estaba a punto de decirle que si, lo más coherente que se le ocurrió fue simplemente abandonar la academia y refugiarse en su casa, el chico era un mar de emociones y la mejor idea que se le paso por la cabeza fue hacer lo que en un principio pensaba detonar al llegar a casa.

-Al Haitam, ¿quién era ese chico?-

La voz curiosa de Paimon llamo la atención del escriba quien tenia su mirada bien puesta en el dramático rubio que básicamente salio huyendo del lugar, el sabio miro a la sonriente viajera quien en silencio se acerco a él, esperando la respuesta del escriba.

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