Capítulo 25

527 65 15
                                    


Capítulo veinticinco

Su radiante sonrisa iluminaba todo, esa semana la mansión se había llenado de presentes, todos para ella, estos llegaban de todas partes de Europa, incluso algunos de Estados Unidos, William se preguntó si no tendría que mandar a construir una bóveda más grande, solo para comenzar a guardar las joyas que su pequeña estaba comenzando a recibir.

Estaba exagerando, pero si tomamos en cuenta de que apenas era una niña y ya gozaba de tanta deferencia, hasta los reyes habían enviado un presente, un hermoso juego de collar, aretes y brazalete adornado con esmeraldas, suficientemente elegante para una pequeña señorita, pero que se adaptaría a esta mientras crecía.

Las joyas no acababan allí, no, de hecho, parecía que todos se pusieron de acuerdo para regalar, aunque sea una pequeña a su hija, ella sonreía más feliz por el hecho de saber que se acordaban de ella que por el valor de estas, sabía que las usaría cada vez que se encontrara con quienes se las enviaron.

William y Bianca no durmieron nada la primera noche, se la pasaron conversando, poniéndose al día con todo lo sucedido, apenas creyendo tanta bendición, la primera vigilia la pasaron observando dormir a Candy.

Bianca apenas podía separarse de ella, solo su necesidad de estar cerca de su esposo le permitía tolerar alejarse de ella, lo mismo sucedía con la niña, recordaron todos los planes que tenían, la ilusión con la que la esperaban creyendo que era un niño, no les importaba haberse equivocado, no cambiarían a Candy por nada del mundo.

La pequeña por su parte había enviado varias cartas al hogar de Pony, contando a las directoras y al doctor Martín y su esposa de las buenas nuevas, también le envió otra a Annie, compartiendo con sus seres queridos su infinita alegría.

Beatriz mostro a la señora Andrew todo acerca de los planes de estudio de Candy, haciendo muy feliz a Bianca al ver sus avances, pero no sorprendida en absoluto, ella sabía que la niña tenia de donde heredar, pues ella misma es un ejemplo.

―toma esto y veras que los malestares serán más llevaderos, aunque son molestos es una buena señal, ya que significa que tu cuerpo está haciendo bien su trabajo y que tu hijo se está formando saludablemente, ―explicaba Bianca a Beatriz.

―es admirable que seas doctora, bueno eso significa que papá ya no tendrá que contratar un médico para que viaje con ellos, ―comentaba Rosemary.

―vengo de una familia de médicos, así que es hereditario supongo, de hecho, así conocí a William, él tuvo una descompensación por tanto trabajar y llamaron a mi padre, pero él estaba en otra emergencia y fui quien llego a atenderlo.

―hay que avisar a tu familia, imagino que estuvieron angustiados, ―menciono Janice.

―no, será posible, mis padres murieron un poco después de casarme con William.

―oh Bianca, lo lamento, que falta de tacto, discúlpame, ―pedía mortificada Janice de haberla puesto triste.

―estoy bien, no te preocupes, sé que ellos nos han cuidado desde el cielo, solo así pudo ser posible tanta bendición de volver a estar juntos.

―mami, ―saludo Candy, llegando al grupo de mujeres a abrazar y besar a Bianca.

―estas divirtiéndote hija.

―si mami, pero ya vamos a volver al estudio, tengo muuuucho que estudiar, por eso vine a saludarlas, ―respondió la niña, para luego abrazar y besar al resto de mujeres, tardando un momento más con su hermana mayor, quien tenía un lugar especial en sus afectos.

―hay que ver que juiciosa esta, ―comento sonriendo Beatriz, ―no me malinterpreten, ella es una niña muy obediente, pero siempre me lleva un tiempo lograr que se concentre en sus lecciones, por estar jugando, como todo niño a su edad claro, sin embargo, en estos días ha estado más formal que nunca.

Pequeña Señorita AndrewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora