Capítulo 18

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Capítulo dieciocho


― ¡cumpleaños feliz!, ¡cumpleaños feliz!, ¡feliz cumpleaños Terry!, ¡cumpleaños feliz!

El pequeño castaño soplo sus ocho velitas, estaba rebosando de alegría, si bien es cierto durante sus siete cumpleaños anteriores, estuvo rodeado de amor y cuidados de sus padres, ahora además de ellos había otras personas que le demostraban cariño y lo más importante, su pequeña pecosa, esa linda niña que le devolvió la luz a su vida.

―pediste un deseo Terry, ya verás que se te va a cumplir, yo pedí en mi último cumpleaños ser adoptada y se me cumplió, ―la pequeña omitió que había pedido lo mismo en sus últimos cumpleaños desde que tenía uso de razón, pero a ella solo le importaba que al fin se le había cumplido.

―si se sientan les daré una porción de pastel, ―ofreció Eleonor.

―siiiii, ―aplaudieron Candy y Terry, muy obedientes se sentaron esperando su pastel.

―ven Dorothy, siéntate con nosotros.

―no es correcto señorita Andrew, ―respondió temerosa la doncella, no queriendo ser regañada por sus patrones.

―estamos en confianza Dorothy, expresó Albert, moviendo la silla para que se sentara, después de un asentimiento de William ella finalmente lo hizo, aunque temiendo que después sería retada en privado.

―no temas, nadie te va a regañar, ―aseguró el rubio mayor, tomando la mano de la joven y dando una suave e inocente caricia con su pulgar, causando que esta se quedara muda.

―aquí tienen, ―les entregó Eleonor sus porciones.

―yo le ayudaré, ―ofreció de inmediato Dorothy, saliendo casi disparada a la mesa del pastel, para disimular el sonrojo y la revolución de emociones que se dispararon en ella.

Dorothy llego justo unos días antes de salir hacia Inglaterra, estaba más que emocionada por tener la oportunidad de conocer otros países, la señora Elroy la instruyó sobre normas de comportamiento y de lo que de ella se esperaba y aunque fuera muy severa, la muchacha estuvo muy agradecida por las enseñanzas dadas.

Al ser una joven empleada, tenía muy poca experiencia, por lo que siempre estaba atenta a aprender más, sin importar las restricciones y regaños que la señora Elroy le daba, sabía que lo hacía para que hiciera un buen papel, como la doncella de Candy, lo cual apreciaba mucho.

William era más flexible en cuanto al trato hacia sus empleados de confianza, aprobó la disposición para aprender de Dorothy, por lo que pidió a Beatriz la incluyera en las clases y que le diera incluso unas para ella, al estar más avanzada, no solo eso, ya había conversado con la ahora sí, señora Johnson acerca de las otras clases que pronto tomaría Candy, las cuales quería que la doncella también las recibiera.

Los pequeños disfrutaron de su pastel, sin percatarse de nada más, hacia apenas unos días que habían zarpado del puerto de New York, despidiéndose de todos, los Brown regresaron a Lakewood, Elroy viajó a Chicago, los Cornwell a Boston y el resto de miembros del consejo a sus respectivos hogares.

Nuevamente fueron los niños quienes más lloraron por la despedida, pero siempre Candy muy amorosa entregó una carta a cada uno, llenas de palabras de cariño a cada familia, William siempre bromeaba acerca de cómo se le acababa de rápido el papel para cartas a su pequeña.

Pero entre todos, la despedida más emotiva quizá podría decirse que fue la de Candy y Rosemary, ella encargó a Vicent y Anthony que la cuidaran mucho, que no la dejaran agotarse demasiado y, sobre todo, llenarla de muchos mimos y cariños, de igual forma hizo con Alistear, Stear y Archie, a quienes pidió que hicieran lo mismo con Janice, ambas mujeres ocupaban un lugar importante en el corazón de la pequeña, aunque era su hermana mayor quien tenía por mucho uno muy especial.

Pequeña Señorita AndrewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora