Capítulo 2

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"El deseo de venganza envenena el alma, el deseo de justicia la alivia"


Llego a casa y unas grandes patas me tumban al piso. 

Sus patas pesan dos de mis piernas, cada vez que se me monta encima siento que me va a romper...

Pero es mi bebé

Me siento en el suelo, y lo apapacho dándole mimos, su cara expresa maldad profunda, pero es solo un bebito.

– ¿Quién es lo más bonito de mamá? ¿Quién? ¿Quién? – hablo con voz dulce – Si, tu Draco

Mi pequeño León me queda viendo, supongo que tratando de entenderme.

Desde que lo encontré frente a mi puerta, no lo eh soltado, tal vez estoy loca por tener un León en mi piso, pero es mi única compañía.

Lo encontré en una cajita con un moño rojo, ese día era mi cumpleaños y fue la mejor sorpresa que el destino me pudo haber mandado. Creo que fue algo del destino porque llego en el momento en que me sentía más sola que nunca, estaba perdida y necesitaba algo o alguien...

Tal vez no hable, pero es mejor compañía que muchos. Es muy protector conmigo, no deja que nadie que haya venido aquí se me acerque más de lo debido. Es mi pequeño secreto, si las personas que viven aquí se enteran que hay un León en este edificio rodaran unas cuantas cabezas, ya que no dejare que le hagan nada.

Se recuesta en la alfombra y entro en el baño que está en mi habitación dándome una ducha. El agua fría cae en la cima de mi cabeza, llevándose consigo algunos rastros de la sangre que derrame hace un rato.

Creo que si retrocediera años atrás, en este momento me hubiera suicidado, puesto que matar a personas me aterraba. Cuando lo hice por primera vez fue para salvarle la vida a uno de mis compañeros, pero aun así mi mente sentía un cargo de consciencia.

Luego lo supere...

Cuando la vida te pone en situaciones riesgosas, en la que tu vida pende de un hilo, aprendes que es necesario arriesgar el pellejo de otro para sobrevivir, y es lo que eh hecho.

Muchas personas me dirán egoísta, pero jamás daré pasos en falsos, ni me arriesgare por otros para caer en la mierda.

Seco mi cuerpo y busco en el armario unos vaqueros negros con una camisa suelta, me visto, calzo mis botas y me visualizo en el espejo. Seco mi cabello y tomo mis cosas para irme.

Beso a Draco en la cima de su cabeza, prometiéndole volver, como siempre.

Bajo hacia el aparcamiento de autos y entro en el mío. Enciendo la radio y las músicas de Sia inundan mis oídos.

El camino es un poco alejado del lugar a donde vivo, la organización está cerca de lugares montañosos, aislándose de la ciudad, en el radar no aparece, y solo pocas personas conocen de ella.

La policía no trabaja con nosotros, somos una organización privada, por lo cual nuestros trabajos no deben interferir ni conectarse, eso solo trae problemas.

Para el mundo normal, soy una persona normal, con un trabajo de medio tiempo, un esposo y un hijo. Pero, en realidad soy una espía, mi trabajo es acabar con todo aquello que signifique una amenaza para nosotros y para la sociedad en particular. Nos concentramos solo en los mafiosos más peligrosos del mundo, trata de blanca y otras cosas peligrosas. De lo demás se encarga la policía, tratando de cumplir, porque todos son unos ineptos.

En una pequeña ventanilla, pongo mi huella y una luz escanea mis ojos, para así darme acceso. Cuando los grandes portones se abren, aparco el coche en mi lugar libre.

Los soldados me saludan con respeto y avanzo hacia mi oficina. Al llegar me pongo a acomodar algunos archivos que están dispersos, los apilo todo en un lugar y meto algunos bajo llave.

Loe, la asistente del coronel entra cuando le doy permiso.

– Hola Capitana, buenas tardes, el Coronel programo una reunión para hoy, y usted debe estar presente. Él ya la está esperando en la sala de juntas. – dice con amabilidad y asiento

– Muchas gracias Loe, en un momento voy.

Ella sale y yo lo hago al instante.

Llego a la sala de reuniones en un santiamén y todos están esperándome.

Deseo irresistibleWhere stories live. Discover now