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Taehyung pasaba más de la mitad del turno ensayando con Jungkook, fueron semanas peculiares en las que Yoongi iba descubriendo el verdadero carácter del primo de su ahora pareja. Era alegre, algo tímido y muy encantador, podía entender por qué había tenido una mala impresión de él ya que tomaba confianza con rapidez y estaba acostumbrado al contacto físico.

Hoseok estaba encantado con su presencia, los tres parecían llevarse bastante bien y eran demasiado ruidosos estando juntos, al menos eso era lo que decía Jungkook quien tuvo que insistir en tomarse el ensayo de manera seria y correr, con todo el dolor de su corazón, a su esposo fuera de la bodega.

No obstante, gracias a ello Yoongi terminó pronto las tarjetas que habrían de regalar, dándole al final el detalle de siete estrellas en el borde superior para guardar el recuerdo implícito de ese momento en el que dejaron de ser solo tres en aquellas fechas.

Todo parecía demasiado tranquilo, parecía que al fin había salido de aquel abismo personal y aquello se lo debía a la presencia radiante de Namjoon en su vida.

Con ello y la cena que habían compartido se sentía más que pleno, tenía el sentimiento de que nada podría arruinar la dicha y paz que hace tanto no sentía. Pero, por supuesto, bien sabía que las cosas cambian en un abrir y cerrar de ojos.

Dos días antes de su evento de promociones Namjoon desapareció. Las llamadas no entraban y no respondía si llamaba a su casa. Yoongi no sabía dónde buscarlo, ni siquiera pudo dormir pensando en las posibles respuestas y las posibilidades de que ocurrieran los escenarios más catastróficos.

Estuvo día y noche intentando comunicarse con él sin éxito y no fue hasta el día siguiente que Taehyung apareció en la librería dándole un poco de esperanza al mayor quien ya había pedido ayuda a sus amigos por si lo llegaban a ver.

No tenía el recuerdo de alguna salida programada.

No estaba en el hospital.

No leía los mensajes.

No se encontraba en casa.

No había ido a su trabajo.

No pasó por la librería.

No avisó a nadie que saldría.

Eran las primeras horas del día cuando Jungkook lo llevaba tan rápido como podía hacia las periferias, fuera del centro de la ciudad, hacia un pequeño poblado donde les había indicado Taehyung y en donde la señal solía perderse con facilidad.

Namjoon perdió a sus padres cerca de estas fechas.

Yoongi miraba desesperado el reloj, pronto serían las cuatro y ellos estaban a poco más de medio camino, sentía su corazón partirse y la cabeza hecha trizas al no dormir prácticamente nada.

Si bien no tenía la certeza de que lo encontraría ahí, se aferraba a la última esperanza que tenía, el único lugar en el que podría encontrarse antes de pensar lo peor.

No los visita, siempre se toma unos días del trabajo y de todos.

Jungkook apretaba el volante, no menos nervioso que su mejor amigo y contagiado por el estado de ánimo del mismo que se mordía de manera compulsiva los bordes de los dedos y se destrozaba los labios con insistencia.

No lo podía culpar ni tampoco pretendía llamarle la atención sobre aquellos hábitos que con el tiempo había dejado, se encontraba igual de preocupado e intrigado por la desaparición tan repentina justo después de que ninguno dio señales de estar mal.

Sólo mi madre sabe qué sucedió, yo era demasiado joven para recordar pero no ha logrado salir adelante de su pérdida.

Jungkook se estacionó fuera del cementerio que Taehyung les había indicado, el más grande de aquella zona y el cual cerraba sus puertas a las cinco. Tanto si se apresuraban como no apenas tendrían treinta minutos para recorrer el enorme lugar.

soft cover [yoonnam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora