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Jimin caminaba con Hwasa por las calles vacías. Solo los acompañaba la luz de los edificios y faroles que se encontraban en cada esquina. Jimin se dedicaba a balancearse por el pequeño filo de la calle, intentando no caerse, mientras que Hwasa solo estaba rodeada de tristeza. Su mejor amigo ya no estaría ahí con ella.

Jimin miró a la beta y sonrió triste.

-Lo he pensado y... realmente me da esperanza saber que de alguna forma regresaré. Esta no es una despedida, solo es un hasta pronto.

El rubio jaló a Hwasa hacia una banca solitaria y se sentaron.

-Te extrañaré mucho, pero sé que esto te hará sentir mejor. Realmente tengo presente que tú no merecías nada de lo que ese estúpido te hizo.

-Nadie merece ser golpeado injustamente. Sin embargo... yo no guardaré rencor, simplemente me iré y perdonaré lo que tenga que perdonar.

-Jimin...

La beta sintió sus ojos lagrimear.

-No sabes cuánto te quiero.

Jimin asintió con ojos cristalizados y se abrazaron por un rato, después fueron a una tienda de 24 horas y comieron lo que quisieron. Al final el rubio regresó a casa a la medianoche.

 Al final el rubio regresó a casa a la medianoche

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-Vamos, mamá.

Jimin bajó rápidamente las escaleras con algunos de sus rizos rubios alborotados.

-¿Llevas todo? Tus lentes, cepillo de dientes, pasaporte, teléfono...

-Sí, mamá, no te preocupes, tengo todo.

El señor Park salió colocándose su abrigo junto con las llaves del auto.

-Ya es hora, salgan.

La familia Park subió al auto, sabiendo que quizás sería su último momento familiar hasta dentro de mucho tiempo.

La señora Park en ocasiones soltaba pequeñas lágrimas que rápidamente eran limpiadas por un pañuelo, y el señor Park movía sus manos sobre el volante de manera inquieta y nerviosa.

Park Jimin se recostó en su brazo, observando por la ventana. Le tranquilizaba no pensar en ese momento, solo notaba los autos y la gente perderse mientras el auto avanzaba.

Su mano se condujo a su cuello y sintió la marca un poco más dura; al parecer, se estaba cicatrizando, pero de todas maneras esto lo hacía de manera lenta, por lo que a Jimin aún le dolía.

Su último adiós fue para Hwasa. No tenía a nadie más como amiga, aunque para Jimin eso no era algo malo. Piensa que le habría dolido más si tuviera que despedir también a otras personas que quería.

-Aquí estamos... bajemos las maletas.

El señor Park fue el primero en bajar, abrió el maletero y comenzó a bajar con cuidado cada una de ellas.

Falso MentirosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora