EPÍLOGO

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 EN EL FUNERAL DE ARIA...




Ahora va a salir un amigo de Aria para leer una carta que le ha escrito.

Me levanto y salgo. Lo único que quiero hacer ahora mismo es llorar, que es lo que he estado haciendo desde que pasó.


Toco el micrófono con el dedo para ver si está conectado, y comienzo a hablar.


-Por cierto, soy su novio, no un amigo -digo para aclarar las cosas, y comienzo a leer la carta que escribí-. Puede que Aria no salvara un millón de vidas, o puede que no hiciera reír a mil personas, ¿pero sabéis algo?  A mi me hizo reír miles de veces con cualquier cosa, aún que fuera una tontería; a mi me salvó mi vida y la mejoró. Le prometí que siempre iba a estar con ella y que nunca la iba a dejar. Y no pienso romper la promesa. Era una gran persona. Nunca nos dejará aún que ya no esté. Puede que la mayoría no lo sepáis, Aria tenía un lado negro, un lado triste. A mi me abrió su corazón y puede ver ese lado. Ella siempre estaba alegre, siempre bailando y con una sonrisa en la cara. Pero era un ser humano como cualquiera, y a veces se derrumbaba y lloraba hasta que no le quedaban lágrimas. La vi así muchas veces, y estuve siempre ahí para ayudarla, para que lo superara. A veces no podía con la carga que llevaba encima, y cuando la veía sonreír, me daba vida. Era un espíritu libre, ella no pertenece a nadie, sino a sí misma y eso no lo pudo cambiar nadie. Era una persona especial, personas así no se encuentran tan fácilmente. Era hermosa, tanto por fuera como por dentro. Su vida, era como el baile, maravillosa, pero a veces se cometen errores y eso hace que caigas. Ese era el baile de su vida, el baile de la vida, en inglés Life's Dance.



Life's DanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora